El buen cocinero (y mejor persona) que se llama Roberto Ruiz dice que le encantan las estaciones. Que no hay nada aburrido en el hecho de que todos los años tengamos los mismos productos, dice que es al revés, que llevamos todo el año esperando lo que nos trae la primavera y por eso lo recibimos con ilusión.
Es la estación en la que revienta Navarra y La Rioja, esas dos zonas tan importantes para nosotros y que digo con toda la seriedad que se me permite, que si no existieran cerca de nosotros nuestra cocina no sólo no sería la misma, sino que probablemente ni siquiera sería tan importante.
Asi que llega la primavera, esa estación que nos encanta porque vamos a tener todas las verduras maravillosas que más nos apetecen. Pero son dos las que preocupan: Los espárragos que esperemos que no sea por última vez porque los agricultores no saben si merece la pena continuar con un trabajo durisimo (lo he visto y lo he hecho) que no les trae a cuenta pero precisamente porque en su día alguien descubrió que enlatándolos se podían disfrutar todo el año y, claro, la guerra de precios nos ha traido todo este desastre. Y luego están los guisantitos, los principitos, que ya están dando lugar a una especulación vergonzosa y que nadie sabe dónde acabará. Porque las cosas están tal que así: el producto debería ser muy estacional y su particular morfología dan como resultado su precio tan alto al que nos hemos acostumbrado todos y pagamos como idiotas. Pero resulta que es un asunto muy local, en cuanto se extienda empezaremos a ver cómo bajan los precios. Pero es que los que quieren mamtener la exclusiva y el control de precios altos buscan fórmulas para congelar los guisantitos y ya están empezando a verse en algunos restaurantes en épocas que no son las suyas y a precio de fresco. Llegará el día en que los propios productores acaben por destrozar su mercado y llegará el día del lamento, esto no es como la angula que cada día hay menos (supuestamente) y que unos cuantos pueden controlar el precio.
Yo sólo sé que es la época en la que me va a tocar visitar el caserío de Maria Jesús, la casera que me vende las verduras, para ver lo que realmente es suyo y lo que no lo es (aunque ella lo confiesa abiertamente), me dijo que en Primavera el caserio explotaba.
Lo dicho, en algún momento y por un motivo u otro, la primavera acabará explotando.
En twitter: @guiabuenamesa
