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Iñigo Galatas

Sopa de ganso

Que sí, que a nadie la amarga un descuento

Hay quienes opinan que todo este embrollo de los Oferplanes con descuentos en restaurantes es pan para hoy, hambre para mañana. Metidos en una burbuja del pensamiento único: “Si ofreces un descuento hoy nadie querrá ir a tu precio normal mañana.” O mejor aún, aquel otro que dice: “Si eres capaz de darme el menú con descuento hoy, ¿cuánto estarás ganando cuando vendes a un precio normal?” Ambas formas de pensar no tienen ningún sentido.

El marketing nos cuenta que una de las mejores herramientas que existen para un negocio se llama PROMOCION. Es un concepto claro y que lleva haciéndose desde que el comercio es comercio. Se hace por distintos motivos, es probable que el fenicio llegado a las costas de un pueblo mediterráneo decidiera vender a mitad de un sestercio la última pieza de tela que le quedaba por no tener que llevársela devuelta a la barca. La promoción es legítima, necesaria y debe ser una herramienta que se pone en práctica en diversos momentos de un negocio.

Puede ser un descuento puro y duro y se llama rebaja en una época del año, puede ser para que la gente conozca tu establecimiento (de joven me acercaba a las tiendas nuevas porque te aplicaban un descuento “para que se nos vaya conociendo” decían, ¿dónde ha quedado esa buena costumbre?), puede ser para recoger un listado de clientes o puede ser llana y sencillamente para hacer caja, cash flow que dirían los entendidos.

Lo importante en toda promoción es que se sepa para qué sirve y porqué la quieres hacer. Del mismo modo el que se enfrenta a una promoción también debe saber qué se puede encontrar. En una tienda si te expones a esperar a las rebajas te expones a dos cosas, por un lado a ser aplastado por la marabunta y, por otro, a no encontrar lo que buscabas. Así que el riesgo es tuyo. En el restaurante pasa lo mismo. Para empezar se entiende que el menú de la promoción no es (ni debe ser) igual que el del menú degustación, el menú de la promoción debe ser asequible para la gente que habitualmente no llega a un restaurante, suficiente para que lo conozca y le apetezca volver a conocerlo en otro momento que pueda. Y el otro argumento es que no siempre encuentras la mesa que quieres los días que quieres si vas con la oferta.

Luego está el argumento rastrero de pensar que el producto no es el mismo. Si lo hace algún hostelero es que no entiende nada de marketing ni de promociones. El primer argumento debe prevalecer, se hace la promoción para que se conozcan la calidad del restaurante y quieran volver. Darles segunda división es darles un argumento para que no vuelvan.

A los empresarios de hostelería se les llena la boca cuando hablan de que su faceta de empresarios, sin embargo no habían entendido jamás la palabra promoción y no sabían ni cómo aplicarla. Ahora alguien ha llegado y les ha enseñado cuatro cosas básicas, muy básicas y parece que, al menos lo aprovechan, hay muchas más posibilidades detrás de una promoción y más vale que las vayan descubriendo porque si no también aburrirán a la gente con tanto descuentito. Puede que la promoción no cure el cáncer pero lo que sí hace es paliar el dolor. Y mientras eso ocurra más vale que, el que quiera, se aproveche del Oferplan.

En twitter: @guiabuenamesa

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gastronomia, restaurantes, vinos, recetas

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