Muchas veces he comentado en este blog la necesidad que tienen los niños de que sus padres les establezcan límites para que crezcan y se eduquen de forma correcta y autónoma para su desarrollo personal, y que es responsabilidad de los progenitores ofrecer estos límites y hacer que se cumplan. Pero últimamente, también he comentado que cada vez observo más situaciones en las que estos límites brillan por su ausencia, es más, he podido vivir alguna en la que los padres han permitido que sus hijos hicieran lo que les diera la gana con tal de que nos les molestaran a ellos, sin importarles si lo hacían a otros. Por este motivo, empiezo a entender la proliferación de establecimientos hosteleros en los que se prohíbe la asistencia de niños, aunque esto pueda rozar la ilegalidad, ya que no se puede discriminar a nadie por su edad. Pero quizá, sí se pueda hacer por su educación y mala conducta, y teniendo en cuenta que a los padres cada vez les cuesta más establecer estos límites, haya quienes no quieran compartir el espacio con ellos, por muy triste que parezca.
Hace unos días, estando tomando algo en un bar, sobre las diez de la noche, entro un grupo de unas 6 personas acompañadas por dos niñas pequeñas. Nos llamó la atención el trato que una de las madres les daba a las niñas, ya que insistía mucho en que estas se sintieran protagonistas y en hacerles “gracietas” y volteretas a pesar de encontrarse dentro de un establecimiento. Es verdad que en ese momento no había mucha gente, pero la forma de tratarles como si en lugar de pequeñas fueran tontas nos sorprendió, y la necesidad de tenerlas constantemente entretenidas con acciones poco adecuadas para el sitio en el que estábamos. Al cabo de cinco minutos de entrar, sacaron todos los juguetes que tenían y los colocaron en el suelo, en mitad de la barra, como si estuviéramos en un parque infantil. Entiendo que hay momentos que hay que entretener a los niños, pero creo que se puede hacer de forma discreta y sin molestar a los demás, y sobre todo, sin enseñar a nuestros hijos que son dueños y señores de cualquier sitio al que van y que pueden hacer lo que quieren, porque si estos padres les enseñan de esta forma, dentro de pocos años les costará hacerles entender a sus hijas que estas no pueden hacer lo que les parezca en cualquier sitio. No sé como termino la cosa ya que en cuanto vimos los juguetes esparcidos por el suelo optamos por marcharnos del local, pero miedo me da cómo van a lidiar estos padres dentro de diez años con estas niñas. Recordemos que los límites se establecen desde el principio, y que de poco sirve hacerlo cuando ya se han adquirido los malos hábitos.