Por Carlos Rilova Jericó
Hoy, como ya se habrán dado cuenta por el título de este nuevo correo de la Historia, no he podido evitar caer en la tentación, una vez más, de juntar Historia y actualidad política.
Lo he intentado, pero es muy difícil sustraerse al bombardeo mediático que hemos sufrido durante esta última semana acerca de las barbaridades perpetradas por el autoproclamado régimen bolivariano hoy vigente en Venezuela.
Ciertamente los telediarios, los periódicos, Twitter… no han descansado en toda la semana en la ¿abnegada? tarea de informarnos acerca de la crueldad de dicho régimen, de su cada vez más prolongada cuesta abajo, de la detención de opositores a ese Chavismo rampante llevados a prisiones secretas por ejercer un derecho tan elemental en democracia como el derecho a manifestarse…
No tengo duda de que el régimen bolivariano imperante en Venezuela a fecha de hoy ha perpetrado todos esos errores y horrores, que sus cárceles para “reeducar” opositores como el alcalde de Caracas poco tienen que envidiar a las de la Ojrana -la siniestra policía zarista- o las de la OGPU, la aún más siniestra policía política soviética que vino a sustituirla.
Era lógico que un régimen que, sólo para empezar, falsea y manipula la Historia de Venezuela, acabase así. Ya se habló de eso, largo y tendido, en uno de los primeros correos de la Historia, a finales del año 2012.
Bienvenido sea, pues, ese aluvión informativo, sobre todo para ver si así la gran esperanza blanca de la actual Política española, ese partido llamado “Podemos”, esclarece -de una vez por todas- sus vínculos financieros con tan poco recomendable compañía a la que -ahí están los hechos no desmentidos- ha apoyado cerradamente en el Parlamento europeo cuando otros grupos representados allí pedían la liberación del alcalde de Caracas…
Sí, bienvenido sea, pues, ese aluvión informativo al que nada hay que objetar desde ningún punto de vista de este correo de la Historia. Sin embargo, entre todo ese alud de noticias descubrí un artículo de opinión que un historiador difícilmente podría pasar por alto, considerándolo tan sólo una parte más, sin mayor peso específico, de esa avalancha de noticias sobre la cada vez más dramática situación de Venezuela.
Fue publicado este viernes, en la cuarta página de opinión de “El País”. Lo firmaba Ibsen Martínez, que se identificaba como escritor venezolano.
En principio, ese artículo no decía nada nuevo con respecto a lo que los medios han estado repercutiendo sobre la opinión pública toda esta semana para denunciar la escalada autoritaria del régimen venezolano.
Ibsen Martínez nos contaba así todas las tropelías que están cometiendo los funcionarios civiles y militares del régimen dirigido por Nicolás Maduro, nos advertía también de la alta peligrosidad del propio Maduro a pesar de su aspecto de pasmarote -es Ibsen Martínez quien emplea la expresión-, que le ha ganado en Venezuela el apodo de “Platanote”…
Sin embargo, hacia el final de ese artículo, su autor añadía una observación sencillamente infumable sobre el proceso histórico que habría llevado a Venezuela a su lamentable estado actual.
Nos decía Ibsen Martínez que el régimen de Chávez, continuado por Nicolás “Platanote” Maduro, había llevado a esa república de ser un potente estado petrolero al caos económico y político actual…
Tal afirmación, que no es la primera vez que se ha deslizado cuando se habla en los medios sobre Venezuela, es sencillamente falsa desde el punto de vista histórico.
En efecto, si nos remontamos al año 1990 descubriremos que, en esas fechas, periódicos como “El País” ya estaban publicando material sobre la deriva de Venezuela rumbo al marasmo económico del que no tardaría en salir el marasmo político que, más tarde o temprano, acabaría por estallar en mil pedazos. Tal y como ahora mismo lo estamos viendo.
Así es. No hay ni que plantearse dudas sobre la responsabilidad absoluta de Nicolás Maduro en lo que ahora mismo está ocurriendo en Venezuela. Sin embargo, él y el régimen chavista del que surgió, jamás hubieran llegado a controlar ese país por medio de las urnas -conviene no olvidarlo, como nunca se olvida que Hitler llegó al poder por el mismo sistema- sin la ayuda de la nefasta gestión de la riqueza de ese país -de ese rico estado petrolero que tan alegremente mencionaba Ibsen Martínez- por una oligarquía absolutamente irresponsable que a lo único que miró, durante años, fue a su propio beneficio, sin reinvertir los obtenidos del petróleo en su propia sociedad, formando una clase media culta y educada, con unos horizontes en los que aventuras como la hoy protagonizada por Nicolás Maduro no tendrían cabida y serían una simple, y minoritaria, extravagancia, caso de ser algo.
¿Dudan de que así fuera?. ¿Creen, como muchos miembros de esa oligarquía venezolana, que se deben echar balones fuera, proyectar la culpa de todo lo ocurrido en el efecto pero no en la causa de esa lamentable situación que vive hoy Venezuela?.
Pues si es así, antes de responder “sí” a ambas preguntas, consideren la situación de Alemania en 1933.
Observen las fotos -publicadas en el año 1933 en la prensa del momento- que ahora ilustran este nuevo correo de la Historia.
En ellas pueden ver situaciones de desastre -como el incendio de un Parlamento- que ahora asociamos, automáticamente, a eso que se ha llamado “Tercer Mundo”, o a perfectos ejemplares juveniles de la raza aria -nada que ver con el pasmarote-platanote venezolano del que nos hablaba Ibsen Martínez- hundidos en la más absoluta miseria. Una miseria mugrienta y pegajosa, ubicua, que llega hasta los rincones más íntimos de la pequeña burguesía alemana de 1933, fruto, esa miseria, de la nefasta gestión por parte de otra oligarquía, una vez más, que no supo o no quiso reaccionar ante una crisis económica mundial y dio así su gran oportunidad a un grupo de demagogos sin escrúpulos, conocidos como NSDAP. Es decir, el famoso partido nazi que tantas veces han visto en películas y documentales.
Por supuesto pueden ustedes mandar al infierno todo lo que acabo de decir, considerarlo incluso propaganda bolivariana encubierta, pero eso no cambiara, en lo más mínimo, las responsabilidades primeras que ocasionaron el proceso histórico que ahora descompone Venezuela o, si a eso vamos, podría descomponer a España.
Cuando la opinión pública está formada y deformada por interpretaciones tan sesgadas como la que dejaba caer Ibsen Martínez este viernes, cualquier cosa puede pasar. Empezando por el caos venezolano del que ahora somos testigos.
Esa clase de desastre, en Venezuela, en España, en la Alemania de 1933… sólo puede evitarse cuando quienes controlan la Política y la opinión pública tienen unos conocimientos siquiera elementales de su propia Historia y bastante instinto político como para saber que el bien público, y no el exclusivo de una oligarquía, es lo único que garantiza la estabilidad de cualquier clase de gobierno. Y en especial la de los que aspiran a recibir el adjetivo de “democráticos” que, es de imaginar, es el que la oposición venezolana a Maduro y el Chavismo quiere para su país, ¿o no es así?…