Alberto Moyano

Buena parte de la presentación de la cuarta edición de la feria DFoto
se ha ido esta mañana en la reclamación de un mayor apoyo institucional
–especialmente, del Ayuntamiento donostiarra– a este evento que cada
año atrae a unas 10.000 personas, sin contar profesionales y
coleccionistas.
Desde la Fundación Ordóñez-Falcón se plantean en concreto tres
peticiones, dos aceptables y una muy discutible –y para qué engañarnos,
difícil de vender al ciudadano–, consistente ésta última en pedir que
las instituciones ayuden a sufragar las invitaciones a coleccionistas
extranjeros. Las otras dos, sin embargo, no admiten muchas pegas:
comprar obra a las galerías –parece pertinente teniendo en cuenta que
ésta va a ser la ciudad de la imagen– y asistir como anfitrión a
inauguraciones y/o actos de representación.
A todo esto, contesta el alcalde con una escuetísima carta –casi un
microrrelato en sí misma– en la que lamenta mucho no poder «asumir el
gasto de la cena inaugural (…) ya que no dispongo de consignación
presupuestaria para este acto».
Ni para éste, ni para ningún otro, habría que decir. La excusa suena a
escaqueo, teniendo en cuenta que eso podría pasar el primer año, pero
difícilmente el cuarto, si existiera voluntad. De no ser porque todos
conocemos la pasión del alcalde por la fotografía –con especial
devoción por el género del retrato– podría pensarse que el hombre no
desea apoyar la feria. Seguro que tiene sus razones, pero como no las
explica…