Alberto Moyano
El debate sobre juventud, carretera y alcohol propuesto anoche en
Teledonosti por ‘La ciudad se mueve’ derivó progresivamente hacia un
ejercicio de nostalgia protagonizado por aquellas alocadas subidas y
bajadas de la discoteca Ku, aquellos copazos y aquellas chicas que
miraban. Fue hace veinte o treinta años y en contra de la impresión que
pudiera sacar quien viera el programa, fue una actividad más propia de
los niños bien de la ciudad que de la juventud de la época en general.
Hay que decir que las curvas de Igeldo se cobraron su tributo en las
vidas de quien mató y se mató en ellas. Para el resto –los que salieron
intactos de aquellos años–, todo son buenos recuerdos.
Por lo demás, el debate basculó entre la necesidad de construir una
juventud sobria, seria, ponderada y juiciosa, y la imposibilidad de
conseguirlo. Álvaro Bermejo hizo especial hincapié una vez más en
criticar los modelos de ocio que impone/propone la sociedad, con el
alcohol como eje central, y los demás contertulios dijeron que sí,
aunque hubo quien insinuó que juventud y velocidad no dejan de ser dos
sustancias estupefacientes en sí mismas.
Sin embargo, parece que el muro de advertencias preventivas, consejos
paternos y campañas publicitarias de la DGT cae derribado a los pies de
la publicidad que vende coches con personalidad propia, transferible a
su propietario y conducción trepidante como forma de vida. Entre las
numerosas llamadas de espectadores, pesó especialmente la de la madre
cuyo hijo fue arrollado cuando iba en bicicleta por un conductor
ebrio.
P.D.: Los interesados en el tema tienen más información y opinión en el blog fzhelenmamy.blogs.terra.es