Alberto Moyano
Una de dos: o Mikel Erentxun no ha visto ‘El último vals’ o carece de
perspectiva respecto a su propia trayectoria. Va a ser esto último.
Víctima por igual de una cierta tendencia a la desmesura y a lastrar
sus trabajos a base de inspiración ajena, Erentxun es un estimable
compositor e intérprete de música pop que se ha cansado hace años de
serlo.
Por eso, acompaña habitualmente sus lanzamientos discográficos con
declaraciones tipo «es mi disco más crudo», «ahora sí que he desnudado
las canciones», «esta vez he endurecido el sonido», etc. De haber
cumplido, Erentxun sería musical y estéticamente vecino de Edie, la
mascota de Iron Maiden. No ha sido así. A diferencia de su ‘colega’
Diego Vasallo, cuyas composiciones han evolucionado hacia dios sabe
dónde, Erentxun ha continuado fiel a su estilo y probablemente ha hecho
bien porque le ha funcionado. A partir de ahí, sus intentos de
aproximación a las canciones de Dylan, Lou Reed o John Mellencamp, han
sido eso, intentos.
A la hora de explicar cómo sueña que sea su concierto de despedida,
Erentxun podría no haber citado ‘El último vals’, pero ya que lo ha
hecho resulta difícil obviar que la película de Martin Scorsese se
levanta sobre la historia de una banda que fracasa durante ocho años en
garitos y clubes de mala muerte, –como el de Jack Ruby, el asesino de
Lee Harvey Oswald–, que triunfa durante otros ocho actuando en grandes
estadios –en ocasiones, como acompañante de Bob Dylan– y que para su
despedida de los escenarios reúne a algunos de los artistas más
influyentes de la música en un momento en el que ésta pugnaba por
cambiar el mundo: Dylan, Van Morrison, Neil Young, Eric Clapton, Muddy
Waters o Dr. John, entre otros.
A lo largo de dos horas, se alternan las interpretaciones sobre el
escenario con entrevistas lisérgicas en las que los componentes de The
Band relatan el robo sistemático de comida en supermercados durante las
épocas de penuria, sus estancias en lugares legendarios como el Chelsea
Hotel o su relación con un puñado de mitos.
Con franqueza: el pop español es lo que es, la historia de Duncan Dhu
da para lo que da y Erentxun tiene muchos amigos, pero bueno, su última
colaboración discográfica es el álbum de un ‘neotriunfito’. Por cierto,
una montaña de cocaína colocada en una habitación del ‘backstage’
inspiró musical e intelectualmente ‘El último vals’. ¿No estará
pensando alguien en profanar el Victoria Eugenia? En fin. Lo dicho:
risible.