Como era previsible, el tsunami de análisis que han acompañado el comunicado de ETA han terminado por sepultarlo en menos de veinticuatro horas. Ni las películas de Antonioni conseguían concitar semejante panoplia de interpretaciones polisémicas, así que lo más sensato es abonarse simultáneamente a todas ellas, mejor cuanto más incompatibles entre sí.

Con un retraso considerable que podría cifrarse en décadas, ETA se
ofrece para una verficación internacional, labor en la que se empeñan
con éxito desde hace años las FSE españolas y francesas, dado que
hablamos de una organización clandestina más perforada que el gremio de
controladores aéreos.

A algunos escritores y directores de cine se les reprocha en vida que
siempre escriban y rueden la misma novela y la misma pelicula. Una vez
fallecidos, la circunstancia les sirve para adquirir la etiqueta de
obras “de autor”.

Los comunicados etarras también se parecen unos a
otros, pero entrar a analizar su evolución estilística requeriría una
paciencia sólo al alcance del robot de los Tédax. Gana fuerza la tesis de que ETA no se retirará de golpe y voluntariamente, como una Greta Garbo, sino por falta de papeles disponibles, como un Tony Curtis. La forma de despedirse sigue condicionando las valoraciones que merecen las carreras de la una y del otro.

Si se trata de una tregua-trampa, un alto el fuego estratégico o el final de todo esto se ha convertido en un debate cuya importancia palidece ante la necesidad de determinar si se trata de “el” comunicado o tan sólo de “un” comunicado, diminutivo de “otro” comunicado. Es una forma como otra cualquiera de entretenimiento de masas, equivalente a la exigencia de “hay que aprovechar la oportunidad”, que por ahora nadie termina de concretar en qué debería traducirse.

No existen los venenos, sino tan sólo las dosis mortales. Por eso, se especula ya sobre con cuánta cantidad de ETA somos capaces de convivir. El marrón lo tiene la IA, que deberá gestionar el “sin pistolas no sois nada” que acuñó Basta Ya en forma de insulto y que ahora vuelve -quién lo iba a decir-, de la mano de la propia ETA en formato emplazamiento, según unos, y desafío, según otros.

Por lo demás, mañana se pone a prueba la solvencia de la economía portuguesa y pasado, la de la española. Ser o no ser rescatado de los mercados por la severa Alemania. ETA necesitaría envenear con Hemoal la red de aguas de Nueva York para aterrorizar a tanta gente en tan poco tiempo.