Amanezco en Yucatán. Las tórtolas hacen de gallo mañanero y el calor húmedo me empuja fuera de la cama. Mi mente pide té Earl Grey y pan tostado con aceite del rico; mi mente es amante de las rutinas pero le doy contraorden, hoy tampoco toca café con leche y croissant… ¡estoy en Yucatán!
Desayunar en el jardín frondoso del Flores Café y que Vittorio me sirva lo que él quiera, mi estómago es suyo, mi corazón poco a poco también, que no sólo a los hombres se les conquista por ahí, las mujeres de “buen saque” nos derretimos por un cocinero que mime todas nuestras glándulas, incluidas las salivares. Pronto aparece en mi mesa, frente a la alberca azul, un jugo de chaya y naranja, fresquito con su popote y lo voy libando como una abeja, a conciencia, demorando la vista en las flores y las plantas en vez de en los azulejos de la cocina. “Si no sabes a dónde vas, mira de dónde vienes”, susurra el viento…
“Tengo hambre” –le he dicho y me ha mirado con cara risueña como diciendo, “no esperaba otra cosa de ti” y se ha ido a sus fogones a procurarme el placer mañanero. Son las diez, la hora perfecta para incorporarse al ritmo mexicano cálido y demorado que no comulga con prisas, citas a la hora en punto ni carreras laborales contra reloj.
“Tómese su tiempo, señorita” –me dijeron hace años, cuando vine a esta tierra por primera vez y se me quedó grabado; ¿quién tiene prisa en consumir el placer antes de tiempo?
“Ningún copo de nieve cae en el lugar equivocado” –leo en la pared frente a mí- y me deleito con la pequeña filosofía que se mezcla con las trepadoras de color violeta y las cerámicas coloridamente mexicanas. Llega la bandeja con huevos estrellados, frijolitos y piperrada. ¡Qué belleza de lo sencillo! Ni el buffet del Ritz se me antoja más apetecible…
Tostaditas para untar, comer a dos carrillos jugando a que nadie me ve (nadie me ve), escuchar a Tony Bennet que consagra la mañana y me lleva, una vez más, volando hasta la luna…
“Muévete y el camino aparecerá” – me invita el letrero sencillo a reflexionar, pero no es necesario porque Alan Watts dejó dicho que: “Nada de pensamiento, nada de reflexión, nada de análisis, nada de cultivarse, nada de intención: deja que se resuelva solo” y me pido el cafecito de puchero que es seña de la casa y me envuelvo en la satisfacción de lo diferente, aceptándolo como viene, permitiendo que mi piel se permeabilice al momento que pugna por entrar, asentarse y darme un masajito en el alma que me viene de perlas.
“Si lo buscas, no lo encuentras” –dicen las letras amarillas y reconozco que es cierto, que lo olvido demasiadas veces, que yo no buscaba estos momentos ubérrimos y me han sido ofrecidos sin decir mi nombre, tan sólo ha hecho falta que yo pasara por este rincón de la vida y me decidiera a entrar y probar algo diferente.
“Los monos también se caen de los árboles”- letras rojas sobre fondo azul. Pequeñas filosofías mañaneras para un día feliz aunque todo sea diferente de como estoy acostumbrada a que sea. Que no se me olvide…
En fin.
LaAlquimista
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