Por Carlos Rilova Jericó
Empiezo este lunes con una breve serie de artículos dedicados a un, hasta cierto punto, sorprendente “revival” del cine “de guerra” que parece estamos viviendo este verano del año 2017.
Empezaré con “Dunkerque” de Christopher Nolan y seguiré por “La decisión del rey” y “El hombre del corazón de hierro”. Más que nada por respetar el orden cronológico de los acontecimientos narrados por estas películas, que recuperan la oleada de cine bélico de los años sesenta y setenta del siglo pasado. Esa que dio títulos tan brillantes como “La batalla de Inglaterra”, “El puente de Remagen” o, sin ánimo de agotar la lista, “Un puente lejano”.
¿Qué se puede decir del “Dunkerque” de Christopher Nolan que no se haya dicho ya? En las páginas del Diario Vasco, tanto en las digitales como en las de papel, ya se ha analizado. Como espectáculo cinematográfico y como vehículo ideológico.
En la edición impresa del jueves pasado se publicaba, en efecto, un enjundioso artículo en las páginas de opinión cuyo autor no daba crédito al hecho de que la película haya levantado tal oleada de admiración en España. Asimismo señalaba que era una película probritánica, que gustaría -sobre todo- a los líderes xenófobos de ese país y demás partidarios del Brexit.
Estoy básicamente de acuerdo con el autor de tales palabras. Sin embargo se puede ir más lejos de lo que él iba en el análisis de esta película.
Para empezar, no me extraña nada que Nolan consiga hipnotizar a su público, que se lo meta en el bolsillo, como se suele decir. La película, salvo algún detalle chirriante, de las escenas finales, es una maravilla técnica. Precisamente porque ha vuelto al Cine bélico de los sesenta, desdeñando los efectos especiales digitales que, como se ha podido ver en demasiadas películas (empezando por las bélicas) se han demostrado absolutamente penosos. Basta con comparar películas de los años setenta como “El barón rojo” de 1971, realizada con auténticos aviones de época, y la muy posterior “Flyboys”, a la que ni siquiera conseguía salvar el buen oficio de actor de Jean Reno. Uno de sus protagonistas.
Efectivamente, como el mismo Christopher Nolan ha señalado, con legítimo orgullo, en alguna de las entrevistas promocionales de “Dunkerque”, ha utilizado auténticos aviones, Heinkels, Spitfires… Y eso, y la manera en la que toda la película (salvo en las escenas finales) respira autenticidad, atmósfera de época… ha ayudado mucho al éxito de esta película. “Dunkerque” es, en definitiva, un espectáculo de reconstrucción histórica sencillamente magnífico.
Pero, por lo demás, lo que nos cuenta esta película en términos de hechos históricos, fechas, acontecimientos verídicos supuestamente reconstituidos… ¿”Dunkerque” nos aporta realmente algo o es tan sólo épica al servicio de los “brexiters” británicos, como se decía en el artículo de opinión publicado en el DV de este jueves?
Lo cierto es que es ambas cosas a la vez. La épica en esta película es, una vez más, puesta al servicio del mundo anglosajón. Tratando de demostrar, una vez más, que Gran Bretaña salvó al Mundo en esas horas críticas.
Pero también es cierto que el modo en el que eso es narrado, desde distintos puntos de vista (el de los civiles que se juegan la vida en el rescate de las tropas, el de los pilotos de la RAF que acuden a dar cobertura aérea a la operación, el de los marinos, el de los propios soldados…), puede ser más o menos discutible, pero ciertamente Nolan adopta así un estilo narrativo para describir una batalla completamente habitual en los libros de Historia.
Desde ese punto de vista “Dunkerque” puede resultar un muy interesante primer paso para informarse sobre la “Operación Dinamo”, que sacó a la mayor parte del Ejército británico de aquel atolladero.
“Dunkerque” es, pues, verídica en lo básico. Nos cuenta, de manera más o menos dramatizada la retirada de un gran número de tropas británicas que resultarían esenciales para mantener la resistencia contra los nazis hasta la entrada en guerra de rusos y norteamericanos contra el Eje. Algo que sólo ocurriría entre uno y dos años después de los acontecimientos narrados en la película de Nolan.
En ese aspecto “Dunkerque” pasa a la acción cinematográfica la labor investigadora de los historiadores británicos de los últimos años. Como puede ser el caso de “Dunkirk. Retreat to Victory”. Un pulcro libro de Historia de la escuela anlosajona que tantos pulcros libros de Historia lleva dándonos desde hace años. Lo que vemos en la película es ciertamente una retirada hacia la victoria. Aunque esa victoria tardase cuatro años en llegar y estuviese jalonada de horas muy amargas en las que Gran Bretaña se vio al borde del desastre. Con la Familia Real a punto de hacer las maletas para salir hacia Escocia primero. Tal vez, más probablemente, poco después, hacia Canadá…
Sin embargo, hay otros puntos de esta película que pueden llevar a error en cuestiones históricas. Siento discrepar, al menos en parte, del artículo de opinión publicado en la edición impresa de este diario el jueves pasado al que ya he aludido.
En él se señalaba que la película maltrataba a los franceses. Lo cierto es que “Dunkerque” muestra el afloramiento de miseria humana habitual en todas las guerras junto al heroísmo. Y esa miseria humana que Nolan refleja con acierto, no tiene, desde luego, un tinte jingoista (es decir: de chovinismo anglosajón).
En efecto, cuando uno de los protagonistas, británico él mismo, se pone en una de las colas para embarcar, otro soldado británico lo echa de muy malas maneras de allí diciéndole que esa cola es sólo para un determinado regimiento al que él no pertenece, con lo cual ya sabe lo que le queda…
Ese mismo soldado ha sido salvado poco antes por un soldado francés que está defendiendo una barricada. Una de las muchas con la que ese Ejercito defiende la retirada de sus aliados británicos.
Con detalles como estos es evidente que la película de Nolan no maltrata demasiado a los franceses. De hecho, los defiende hasta el error histórico. En las escenas finales en el espigón por donde se ha evacuado a parte del Ejército, el oficial naval al mando de la retirada -interpretado de modo más que notable por Kenneth Branagh- dice que se queda para ayudar a la evacuación de los franceses que han estado cubriendo la retirada británica. El hecho histórico es rigurosamente cierto. La “Operación Dinamo” continuó hasta que se evacuó a la mayor parte de los soldados franceses embolsados en Dunkerque
Lo que no nos cuenta Christopher Nolan es que esa operación fue un sacrificio muy mal agradecido por esos mismos evacuados. En efecto, si consultamos otro pulcro libro de Historia de fábrica británica “Combatientes en la sombra. La Historia definitiva de la Resistencia francesa”, que ha sido recientemente traducido al español, descubrimos gracias a la exhaustiva investigación documental de su autor, el profesor Robert Gildea, que la mayor parte de los evacuados franceses, en un altísimo porcentaje, decidió regresar a Francia desoyendo los llamamientos de De Gaulle y considerando legítimo al gobierno títere del mariscal Pétain, enteramente entregado a los designios nazis.
De hecho, nos dice el libro del profesor Gildea, la mayor parte de los españoles enrolados en fuerzas francesas para continuar la lucha contra el Fascismo tras 1939, abandonaron rápidamente esos destinos para solicitar el ingreso en fuerzas británicas, temiendo que sus propios jefes los entregarán a los franquistas una vez de regreso a la Francia ocupada…
Esos serían, pues, los límites históricos de lo que nos enseña “Dunkerque” que, salvo pequeños detalles como los indicados, es, sin duda, una magnífica película de Cine bélico y una muy interesante primera aproximación a esos hechos históricos. Siempre que tengamos en cuenta, claro está, el punto en el que el Arte (o la propaganda) desplazan a la Historia…