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Carlos Rilova

El correo de la historia

Un recuerdo para el autor de “Historia de Aquí”. Forges en San Sebastián

Por Carlos Rilova Jericó

w-423_hermano_lobo_pleyades_1972_4Esta semana nos sorprendía, a los ajenos, la noticia de la muerte de Antonio Fraguas, más conocido por su sobrenombre artístico: “Forges”.

El eco de ese deceso ha llegado lejos. No es raro, pues como se ha comentado en algunos telediarios, Forges, durante medio siglo largo, desde sus lejanos comienzos en los años sesenta, levantó acta con sus dibujos de la sociedad española del Tardofranquismo y de la larga y cambiante Transición que ha llegado hasta nuestros días.

Para una página como ésta, dedicada a la Historia, no podía pasar desapercibida esa muerte. Claro está. Estamos hablando de un autor que, cuando menos, acercó al gran público español de esa época una irreverente “Historia de Aquí” que, si no tuvo más virtudes, supo quitar el miedo a esa materia a muchos españoles, que le habían cogido verdadero terror. Gracias a las inefables enseñanzas de la escuela nacionalcatólica de la dictadura franquista.

Esa “Historia de Aquí” empezó a llevar otra Historia a las casas de muchos lectores a partir del año 1980. Todo un mérito, sin duda. Incluso si esa obra coleccionable en cómodos fascículos (como solía decir su autor) podía, en algunos aspectos, parecer muy discutible (o “discuteibol”, como también gustaba de decir el autor en aquel castellano particular que él manejaba) a algunos historiadores (número en el que, lo reconozco, me incluí en su día).

Esto de la “Historia de Aquí” es bien conocido y, como decía, ha sido glosado en estos escasos días que han seguido a la muerte de Antonio Fraguas, “Forges”. Por eso no abundaré más en ello. Sólo recomendaré volver a leer esa “Historia de Aquí” para recordar una de las mejores etapas creativas de Forges y para, sí, tener a raya el miedo a leer libros de Historia de España.

En lo que sí me parece más oportuno abundar en este nuevo correo de la Historia, es en algunos aspectos de la biografía de Forges que lo ligaron directamente con la Historia reciente de San Sebastián. Algo que, claro está, en un día como hoy, bien merece ser recordado, ser convertido en parte de lo que ya va siendo Historia.

Yo, como miembro de la Junta directiva de la Asociación de Amigos del Museo San Telmo, ya sabía de estas cuestiones, prácticamente de primera mano, pues allí tuve ocasión de conocer a Merche Bermejo, que actuó como vocal de esa Junta hasta este año pasado.

Como suele ser normal en reuniones de ese tipo, al levantarse la sesión se hablaba de temas que nada tenían que ver con el Museo. O que tenían que ver de manera más tangencial. Gracias a esas conversaciones informales, me pude enterar de que el tío de Merche, otro genial humorista gráfico, Chumy Chúmez, había sido un gran amigo de Forges.

De hecho, cuando acudí esta semana pasada a Merche para concretar un poco más esas noticias que tenía yo un poco desvaídas, me señaló que su tío, Chumy, había descubierto -probablemente en “La Codorniz”- el talento del joven Antonio Fraguas para el humor gráfico. Sin que se pueda determinar si eso fue antes o después de que Jesús Hermida, como se ha señalado en algunos telediarios de esta semana pasada, cayese en cuenta de ese mismo detalle e impulsase, según se ha dicho, la después fulgurante carrera de Antonio Fraguas ya como “Forges”.

Fuera como fuese, lo que Merche Bermejo sí podía asegurar es que Chumy ayudó mucho a consolidar esa carrera, llevando a Forges a trabajar a la revista “Hermano Lobo”.

Una publicación de humor que nace prácticamente con el colapso del Franquismo y la llegada de la democracia y con la que Chumy trató de sortear la crisis definitiva de “La Codorniz”, que había aportado un humor de altísima calidad a la gris, pacata y roma España de la Posguerra y de los siguientes años oscuros, que sólo empezaron a desvanecerse a partir del Desarrollismo de los años sesenta.

“Hermano Lobo” no prosperaría, quedándose en el camino de los cada vez más rápidos cambios que sufría la sociedad española en aquella época. Tampoco tuvo mucho éxito “Por favor”. Otra publicación que buscó llenar el nicho creado por la extinción natural de “La Codorniz” y que, como me señalaba Merche Bermejo en la conversación que tuvimos sobre estas cuestiones, abrió cierta brecha entre el donostiarra Chumy Chúmez y el madrileño Forges; que prefirió abandonar con armas y bagajes “Hermano Lobo” para convertirse, como decía la canción de Luis Eduardo Aute y Jesús Munárriz -tan recordada esta semana pasada- en “el diestro del por favor”.

La brecha, me decía -una vez más- Merche Bermejo, no había mejorado con el tiempo. Chumy, al parecer, se había sentido olvidado por Forges a medida que pasaban los años y sus puntos de vista, sobre el mundo y cómo describirlo por medio del humor, cambiaron, ablandándose demasiado el de Forges en opinión de Chumy. Como suele ocurrir -y me recordaba también Merche en esa conversación- la muerte vino a deshacer ese equívoco, a colmar una brecha que no era tan grande como parecía.

Cuando Chumy murió, Antonio Fraguas, Forges, corrió a San Sebastián raudo y veloz (como decían algunos de sus más inefables personajes, dándoselas de leídos y cultos) y estuvo presente -y de manera muy visible- para dar el último adiós a Chumy en esa ciudad que, en más de una ocasión, aparecía reflejada en sus chistes (en los de Forges). Convirtiendo, por ejemplo, al celebre Orfeón donostiarra en piedra central de su surrealista humor.

Es más, Merche Bermejo me relataba esta semana pasada que Antonio Fraguas, “el Forges, el amo de la viñeta, el diestro del por favor”, llamó desde el velatorio al entonces alcalde de San Sebastián, Odón Elorza, para pedirle que San Sebastián honrase y perpetuase la memoria de Chumy Chúmez. Con propiedad y como era de esperar en el caso de un donostiarra que había retratado, con éxito y con humor, la Historia de varias décadas de la vida española…

Quizás todo esto que hoy escribo pueda parecer sólo una anécdota, pero, ya saben, la Historia, en buena medida, no es más que un conjunto de anécdotas verificadas y dispuestas por los historiadores en un orden lógico y racional.

Por eso, y por la ocasión (y hasta que en marzo se inaugure en San Sebastián una exposición dedicada a Chumy, de la que ya hablaremos otro día), me ha parecido importante que estas anécdotas (si es que realmente lo son) no se perdieran en el olvido y sirvan para seguir escribiendo la Historia de grandes analistas de la sociedad española del siglo XX. Como lo fueron aquellos dos buenos amigos, Antonio Fraguas, “Forges”, y el donostiarra Chumy Chúmez.

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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