Por Carlos Rilova Jericó
Cuando redactaba este nuevo correo de la Historia no sabía si para hoy, 29 de abril, VOX -para muchos aparentemente el mirlo blanco de la actual encanallada Política española- habría quedado como cuarta, tercera o segunda fuerza en el Parlamento español o qué gobiernos podían salir finalmente de la suma de tantos disputados votos.
Lo que sí tenía claro, desde la semana pasada, es que, se forme el gobierno que se forme, a partir de los resultados ya visibles hoy, muy probablemente quien ha vuelto a perder ha sido la Historia. La de España para ser concretos.
Esta última semana las redes sociales eran categóricas a ese respecto. El colectivo de historiadores de Ad Absurdum (autores de unas exitosas “Historia absurda de Cataluña” e “Historia absurda de España”) analizaban muy bien la división ideológica de cada uno de los bloques en liza hasta ayer, desmenuzando lo que decían sus programas con respecto a la cuestión de la Cultura en general y la Historia en particular.
Según esto, el bloque de Derechas (Ciudadanos, PP y VOX) apostaba a ese respecto, si ganaba, únicamente por limpiar el horizonte histórico y mediático de la famosa “Leyenda Negra”.
El bloque de Izquierdas (Unidas Podemos, PSOE, que no parece poder sumar para hacer gobierno de ese único color político), por su parte, se olvidaba de prácticamente todo lo que no tuviera que ver con las cuestiones relacionadas con la llamada “Memoria histórica”. Es decir, con dejar zanjado -nunca mejor dicho- el foso entre españoles abierto por la Guerra Civil de 1936 que -salvo ingenuidades patológicas- bien se sabe sigue abierto y bien abierto y lleno de las sombras más oscuras…
Con esos mimbres, por así decir, es bastante difícil tejer, políticamente, nada. Si el bloque de Derechas, o alguna derivada salida de él, cree que todos los problemas de España se resolverán haciéndose fotos bajo la estatua de Blas de Lezo (mancillada desde su inauguración por un regular despliegue de banderas fascistas ante ella) es que demuestra saber tan poco de la verdadera Historia de España como ya se ha dicho en otros correos de la Historia en los que se analizaban sus patinazos en estas cuestiones. Unos que no auguran nada bueno si el Ministerio de Cultura cayera en sus manos.
Lo más probable es que con ese alcanforado imaginario histórico -Reconquista, Tercios de Flandes, Conquista de América como gesta heroica y no como hecho histórico, Blas de Lezo, Bernardo de Gálvez, y paren ustedes de contar ahí mismo- sólo se cosechasen sonrisas displicentes en los cenáculos europeos, donde esas ínfulas no harían más que reforzar la imagen típica del español como miles gloriosus, como matasiete de bigotes ý perilla diabólicos con morrión del siglo XVI. Esa misma que lleva siglos siendo cultivada precisamente para socavar la proyección internacional española.
A ese respecto, el señor Abascal y algunos de sus ya improbables socios de gobierno deberían sacar las cuentas de lo que ha ocurrido con la figura de Blas de Lezo. A pesar de haber sido idolizado en España en los últimos años hasta extremos absurdos -completamente fuera de la verdadera Historia del siglo XVIII europeo a la que pertenece esa figura- la última palabra sobre él, sin embargo, la siguen teniendo los alemanes…
Así es. Recientemente Ediciones B ha publicado la enésima novela ambientada en la época de la sobredimensionada (y descontextualizada) gesta de Cartagena de Indias. Su autor es un filólogo alemán, traductor y editor de numerosas obras. Entre ellas las de Rudyard Kipling.
La novela abunda en la defensa de Cartagena de Indias, cierto… pero la relega a un segundo plano y lo importante para sus protagonistas es dar con una mina de esmeraldas… Es más, Gisbert Haefs, el autor de esa novela, “La oreja del capitán”, no pierde ocasión desde la primera página de la misma para decir que la monarquía española de Felipe V está arruinada, en bancarrota. Algo que no arregla mucho al afirmar después, en un par de ocasiones, que España es una gran potencia, pero está “disminuida”…
Parece así que Haefs (y con él muchos otros europeos) siguen -y seguirán- ignorando que España. en esos momentos, no es una potencia declinante y arruinada sino uno de los árbitros de la Política europea. Como lo demuestran sus notables éxitos militares en el teatro europeo durante esa Guerra de la Oreja que, desde luego, no acaba con la victoria de Cartagena de Indias, pues esta no es más que una de las muchas batallas en las que combaten los regimientos españoles -que no tercios- hasta 1748…
Esa es, pues, toda la repercusión que parece se ha conseguido con el espasmo novelístico y ensayístico que diversos autores han -hemos- realizado -a este lado del Bidasoa- sobre la figura de Blas de Lezo y que, evidentemente, las fotos folklóricas bajo el monumento de este marino y militar no van a resolver. Por el contrario, más bien podrán agravar esa Leyenda Negra (de fanáticos, merluzos y retrógrados) que persigue a los españoles y que VOX -y sus, hasta ayer, posibles aliados-, según parece, sólo sabrían remediar vertiendo ríos de tinta rancia para emborronar aún más ese penoso panorama que sufrimos como colectivo. Es decir, por ejemplo, convirtiendo a Lezo, contra toda evidencia histórica, en héroe trágico y reduciendo a la España dieciochesca a poco más que la anécdota de Cartagena de Indias. Sin apenas un antes y con muy poco después.
El bloque de Izquierdas, si es que consigue hacer un gobierno mínimamente viable por suma de votos, tampoco parece, desgraciadamente, que pueda ofrecer mucho con respecto a esa cuestión que, como espero haber dejado ya claro, es más grave de lo que se cree y habría que tomar infinitamente más en serio.
El probable senador de VOX por Valladolid, Pedro Fernández Barbadillo, describió esa otra cara del problema con toda claridad hace dos años en el diario Libertad Digital, en un artículo titulado “El horrible cine histórico español”. En él, este autor que, según sus propias palabras, habría aceptado esa oferta de VOX para no acabar encarcelado por la Ley de Memoria Histórica, indicaba, y no sin verdadera razón, que RTVE, con la inestimable ayuda del que este autor y sus correligionarios llaman “Imperio progre”, se estaba dedicando a facturar horrorosas películas históricas en las que la Historia de España, por excelente que fuese, acababa siendo reflejada como una vil mamarrachada.
En el caso que describía Fernández Barbadillo era lo que ocurría con la Expedición Balmis, que llevó de 1803 a 1806 la vacuna contra la viruela por medio Mundo por orden del hoy tan denostado Carlos IV. Curiosamente mientras Napoleón erigía su trono imperial sobre ríos de sangre …
La verdad es la verdad, la diga Agamenón o… y en este caso lo que decía en 2017 el futurible senador de VOX era totalmente cierto. Ese relato absolutamente imbécil -y falso- sobre la Historia de España es real y ha sido fomentado -caso único en toda Europa- por las mismas autoridades que no deberían haber facilitado un solo euro para semejante labor de autominado que, como las veleidades voxianas sobre Blas de Lezo, no hacen sino socavar la cohesión interna del estado y ponerlo en evidencia ante la comunidad internacional. Esa misma que bien puede pensar, a la vista de semejantes producciones, que España está, simplemente, llena de lerdos y pirados que se dedican a agujerear su propio tejado.
Por razones como éstas la conclusión del historiador para este 29 de abril de 2019 es que, efectivamente, haya ganado quien haya ganado las elecciones en España, ha perdido la Historia como práctica profesional y con ello -lo crean o no lo crean, a Derecha o Izquierda- hemos perdido -independientemente de lo que hayamos votado- todos los que no tenemos, hoy por hoy, otro pasaporte que el del reino de España …
Así será en tanto los programas electorales de los diferentes partidos españoles con posibilidades de formar gobierno, no se tomen más en serio la cuestión de la Historia y dejen de ponerla o bien en manos de amateurs con querencia por la ranciedumbre o en las de presuntos “modernos”, indocumentados y con unos complejos de inferioridad, “Made in Europe” del tamaño de la roca de Sísifo, por lo menos…