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Carlos Rilova

El correo de la historia

¿Homenajes históricos españoles?: el 75 aniversario del Día-D y la Number 1 Spanish Company (1944-2019)

Por Carlos Rilova Jericó

pioneer-corps-en-accionNo se les habrá pasado desapercibido, esta última semana, que se cumplían 75 años del Desembarco de Normandía. Un asunto de sobras conocido gracias al Cine bélico. Por supuesto. Desde mediados del siglo XX con “El día más largo”, hasta finales de esa centuria con “Salvar al soldado Ryan”, el gran público de todo el Mundo sabe, más o menos, qué pasó allí un 6 de junio de 1944. Sin embargo, más allá de esa cultura cinematográfica, es más -como casi siempre- lo que se ignora, se olvida o, incluso, se oculta sobre esos hechos históricos.

Por supuesto el caso español en ese capítulo de olvidos, ocultamientos y torpezas históricas varias, se lleva, otra vez, uno de los mayores premios…

La Prensa española de esta semana pasada lo ha dejado bien claro. Han sido excepción los que han recordado que en Portsmouth no había representación española… teniendo que haberla, siquiera por pura coherencia con el carácter nominalmente democrático del actual estado español y con la propia Historia española.

El antropólogo Gustau Nerín lo señaló en “El nacional.cat”. “Público” recordó, más o menos, lo mismo, glosando la figura de Manuel Otero. Un mecánico coruñés que, tras eludir, como muchos, el pelotón de fusilamiento del gobierno títere de los nazis implantado en España en 1939, decidió buscar aires más puros en Estados Unidos. Donde no se le perdonase la vida, a cada paso, por haber formado parte del Ejército del legítimo gobierno español. Fue así como terminó alistado voluntario en la mítica División de Choque Rojo 1. El eje fundamental del Ejército de Tierra estadounidense que, por supuesto, se llevó la peor parte de aquel Día-D, siendo Otero una de sus bajas.

Bien, pues como recordaban Nerín en “El nacional.cat” y Eduardo Bayona en “Público”, nada de eso parece haber conmovido lo bastante a las instituciones españolas para plantearse, siquiera, el envío de alguna representación que recuerde que la restaurada democracia española está deseosa de llevar esa lógica política hasta sus últimas consecuencias, recordando que hubo españoles que también participaron -como miles de franceses, estadounidenses, británicos, checoslovacos, polacos, holandeses…- en esa operación del Día-D que trató de liberar Europa del Fascismo.

Ha habido, pues, una ausencia total de España en esos actos para recordar que ese país aportó algo más que un solo soldado en la División de Choque Rojo 1 (aunque podría haber muchos más casos), que, de hecho, hubo compañías completas como la Nueve, integrada en las fuerzas de la Francia Libre pero bajo bandera española (tricolor) o la Number 1 Spanish Company que, como su nombre británico indica, sirvió, con carácter de fuerza española, como unidad de apoyo logístico a las tropas británicas.

Su Historia, como la de la Nueve, es verdaderamente curiosa. Se trataba de españoles huidos del régimen fascista instalado en España con ayuda de Hitler y Mussolini en 1939. Eran veteranos de la Guerra Civil, por supuesto, y también de otras operaciones célebres de la Segunda Guerra Mundial, como el intento de desembarco en Narvik, en Noruega. Donde, por cierto, hay unas cuantas tumbas de compañeros suyos que cayeron tratando de frenar a los nazis cuando sólo Gran Bretaña resistía aún como casi único territorio europeo libre…

Como la oficialidad del Ejército francés estaba en 1940 infestada de criptofascistas, algunos de esos mandos que, nominalmente, decían servir a la causa aliada y a De Gaulle, decidieron, a la vuelta del fiasco de Narvik, deshacerse de aquellos “rojos” españoles a los que tomaron como chivo expiatorio de lo ocurrido. El expediente utilizado fue fletar un barco que los entregaría como presente -prácticamente un sacrificio humano- al régimen parafascista español… La reacción de aquellos veteranos fue la lógica. Es decir, amotinarse contra aquellos mandos que De Gaulle debería haber purgado hacía bastante tiempo.

El resultado de todo esto fue que esa oficialidad criptofascista francesa mandó fusilar a uno de cada tres hombres por amotinarse ante semejante traición a las fuerzas aliadas… Tan delirante situación fue zanjada por los mandos británicos que, mostrando un buen criterio que su gobierno no supo mostrar en 1938 (cuando todavía se habría podido derrotar al Fascismo internacional en la Batalla del Ebro) decidieron integrar a esos veteranos españoles en sus tropas.

El expediente fue hacer con ellos una unidad de zapadores que sirviera de apoyo logístico a las tropas de línea, pues la Ley británica -a diferencia de la francesa- no permite tener tropas extranjeras como combatientes de los Ejércitos de Su Majestad. Aun así, como se deduce por el nombre de la compañía, aquellos británicos de 1940 reconocieron el carácter español de aquella fuerza que, como la Nueve, desembarcó en las siguientes oleadas de tropas aliadas que siguieron al Día-D y, de hecho, actuaron como fuerza ocupante en la derrotada Alemania de 1945…

Hasta ahí la teoría… En la práctica, nos cuentan Eduardo Pons Prades (autor del mayor estudio sobre el tema junto con Daniel Arasa) y otras fuentes como la web https://balagan.info/spaniards-in-british-service-during-ww2, también hubo unidades británicas en las que combatieron españoles durante la Segunda Guerra Mundial, en primera línea. Por no hablar de los que combatieron en suelo francés apoyando, en el verano de 1944, a fuerzas aliadas, británicas y francesas. Caso de la Tercera Brigada española…

Bien pues, a pesar del indicio cierto de miles de efectivos españoles luchando al lado de los aliados occidentales -dejando como cuestión aparte los enrolados con los soviéticos- este 75 aniversario no ha habido más representación española en esos fastos que tres aviones de la Fundación Infante de Orleans, que conserva en su Museo volante esos aparatos norteamericanos de la fecha. Por esa y no por otra razón -como honrar a los combatientes españoles de la Operación Overlord- es por lo que estuvieron en Portsmouth esa fundación y esos aviones…

No sé si podría parecer significativo o no que esa Fundación toma su nombre de un aviador español que, desgraciadamente y hasta mediados de los años 50, mucho después de la derrota del Nazismo que sigue a ese Día-D de hace 75 años, no se desmarcó de los aliados españoles de Hitler, a cuyo lado combatió contra otros españoles en 1937…

En cualquier caso, es verdaderamente inasumible, a estas alturas del siglo XXI, que cualquier gobierno español -de Izquierdas o de Derechas, en funciones o no- no haga cuestión de estado el enviar, este año, y los que sigan, una representación que recuerde a todas esas fuerzas combatientes españolas que, de un modo u otro, ayudaron a hacer un éxito de aquel sangriento Día-D.

Cabe recordar que se han hecho gestos a ese respecto. Por parte de la Casa Real, por ejemplo, apenas el actual rey asumió sus funciones, inaugurando una placa en recuerdo de la Nueve en París. O en el 70 aniversario de la liberación de Auschwitz, cuando el gobierno -en esas fechas del Partido Popular- envió a la tercera autoridad del estado -el presidente del Congreso- a esa conmemoración.

Sin embargo, el carácter discontinuo de esos gestos dice muy poco en favor de la actitud de la actual democracia española ante ocasiones de alto voltaje histórico como este 75 aniversario del Día-D que, sí, en efecto, tuvo una considerable participación española.

¿Ocurrirá otro tanto en agosto de este 2019, cuando se tenga que celebrar el 75 aniversario de la liberación de París, debida, en gran medida, a blindados españoles integrados en la División Leclerc?

Esperemos que no, que no continúe en ese 75 aniversario de la Liberación de París este triste desfile de incoherencias históricas españolas. Esas que tan mal encajan con la pretensión de haber restaurado en ese país un régimen democrático en 1978…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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