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¿Se puede aprender Historia con la Televisión? La Revuelta de los Reguladores (1766-1771)

Por Carlos Rilova Jericó

La Televisión, como concepto, ya lo sabemos bien, tiene una fama pésima. En los años setenta del siglo pasado en los que triunfaban libros como “Apocalípticos e integrados” del siempre brillante Umberto Eco, estaba muy bien visto burlarse de ese medio en los medios que normalmente se llama “progres”.

El genial Forges lo dejaba bien claro en uno de sus chistes de aquella época. Un azogado cliente de un bar, con los ojos inyectados en sangre, se acercaba hasta la barra y allí pedía al camarero algo así como “Deme un kasdenaranjadetrinaranjusdemirinda”. La respuesta del asombrado camarero era que no podía darle eso porque no existía. A lo que el obstinado y obnubilado cliente respondía que sí existía, que él lo había visto en la Tele…

Bromas aparte, así era, más o menos, cómo se consideraba a la Televisión en esas fechas y otras posteriores: como algo que atontaba intelectualmente, con programas de baja calidad o destinados directamente a hipnotizar y aculturizar a las masas que se dejaban llevar por la centelleante pantalla de vidrio de aquella época anterior al plasma.

Lo cierto es que esa fama es injusta. Es más: esa crítica a la Televisión, como concepto, debería hacerse ahora. Y no tanto en aquella época en la que se pasaban obras de teatro para Televisión y algunos, todavía niños, después de ver series como “La isla del tesoro”, descubrimos como escritor a un tal Robert Louis Stevenson y más tarde, tras ver la adaptación de “Un mundo feliz” para ese medio, decidimos que era necesario leer la hoy tan traída y llevada novela de Aldous Huxley… Todo ello, en efecto, gracias a que se habían hecho versiones de esas obras para la denostada Televisión.

Y es que es cierto que, hecha abstracción de esa pose de rechazo a la Televisión, -basada más bien en la moda setentera de no parecer un televidente adocenado- la Televisión puede arrojar tanto basura de baja calidad como puertas abiertas a conocimientos más elevados. Por ejemplo de Historia.

Ese es el caso de una serie estrella de una de esas productoras que, como Netflix o HBO, están arrasando en canales privados o públicos de Televisión con ese tipo de productos.

La serie en concreto, a la que ya he mencionado en otros correos de la Historia, ha sido producida por Starz y lleva ya cinco temporadas. Está ambientada en la Gran Bretaña y la América inglesa del siglo XVIII y se basa en una larga serie de novelas románticas de la escritora hispano-estadounidense Diana Gabaldón que comenzaban con “Forastera”.

Este folletín pasa por mezclar novela de aventuras, histórica y de fantasía y ciencia-ficción para ofrecernos una trama en la que una enfermera inglesa de la época de la Segunda Guerra Mundial, atraviesa, en la Escocia de 1946, un portal temporal ubicado en un círculo de menhires para llegar a la Escocia que vive el último estertor de la rebelión jacobita en 1746.

Tras múltiples peripecias que abarcan idas y venidas entre esa época y los años 40, 50 y 60 del siglo XX, la quinta temporada de la serie reúne -en torno al año 1771- a estos personajes en la que entonces es sólo la provincia de Carolina del Norte, poco antes, pues, de que estalle la Guerra de Independencia norteamericana.

Y ahí es donde la, en apariencia, intranscendente serie de Televisión, ofrece a sus espectadores acceso al conocimiento de hechos históricos bastante poco comunes y que nos podrían llevar a saber más, y mejor, de nuestro propio pasado. Tanto a ese lado del Atlántico como a este otro.

Ayuda a esto bastante el que una pareja de emigrados temporales desde los años 60 del siglo XX a esa otra época, Roger MacKenzie y su mujer Brianna Fraser, sean historiadores y puedan así explicar a sus parientes del otro lado del Tiempo lo que fue el llamado Movimiento Regulador o Revuelta de los Reguladores (acontecimiento estrella de esa quinta temporada de la serie), que acaba en la Batalla de Alamance, descrita con lujo de detalles en un episodio de esa misma temporada.

Ese Movimiento o Revuelta de los Reguladores fue, según los libros dedicados al tema por historiadoras reales, como Marjoleine Kars (o Valerie Lynn Schrader, que analiza la serie minuciosamente) un movimiento político de base que eclosiona en esa provincia inglesa de América entre 1766 y 1771. Los colonos de más baja condición económica, muchos de ellos antiguos rebeldes jacobitas, como se señala en la serie, se enfrentan contra las que ven como corruptas e injustas demandas del gobierno colonial británico. Especialmente por lo tocante a impuestos sobre las tierras -principal fuente de riqueza en la época- y sus productos.

Ese latrocinio institucional acaba llevando a unos crecientes disturbios y enfrentamientos que culminan en, en efecto, la Batalla de Alamance en el año 1771 que, tal y como se recuerda en la propia serie, se ha considerado como la primera batalla de la Guerra de Independencia. O al menos como un catalizador o precipitante que lleva a ese estallido de 1775-1776…

Así pues, como vemos por este caso, la Televisión ofrece una vez más no tanto productos adocenados siempre y por sistema, sino también una puerta abierta a conocimientos históricos bastante sofisticados. Incluso mediante producciones que parecen intranscendentes folletines románticos muy inverosímiles y truculentos en ocasiones, como ocurre con “Outlander”.

Esa puerta abierta a hechos históricos poco conocidos, nos ofrece así otra faceta del siglo XVIII europeo en el que no todo fue Ilustración y salones donde se escuchaban cantatas de Haendel o Bach al clavecín o se discutía de altas ideas filosóficas, envueltos entre finos encajes y olor a perfume caro.

Y es de agradecer que producciones como esas tengan ese acierto. Pues poner ante el público español el Movimiento Regulador de Carolina del Norte, es también importante para nosotros, pues hay que recordar que tal cosa comienza en el año 1766. Justo el mismo en el que en el País Vasco o Madrid estallarán motines similares por razones similares a las de los Reguladores que aparecen en “Outlander”.

Se trata del famoso Motín de Esquilache -que también se convirtió en material cinematográfico por Josefina Molina- o, para los vascos, la también famosa “Machinada” de ese año 1766. En la que una gran masa de población vasca reclamaba trato justo, bajos impuestos y otras cosas que, seguramente, los reguladores de Carolina del Norte de ese mismo año habrían aplaudido como bandera propia…

Así de cerca nos pone, una vez más, la denostada Televisión de nuestra propia Historia. Una oportunidad que haríamos bien en no desaprovechar por más que venga de esa ventana de plasma de la que a veces, en efecto, salen disparadas muchas tonterías por boca de gente que haría mejor en estar callada…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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