Por Carlos Rilova Jericó
No es la primera vez que, coincidiendo la fecha de publicación del correo de la Historia con el 6 de junio, esta página se ha dedicado a hablar de lo que ocurrió en esa fecha en las playas normandas. Es decir, del hoy famoso Día-D, el día del desembarco para acabar con la ocupación nazi de prácticamente toda Europa continental, abriendo el segundo frente que el aliado soviético reclamaba desde hacía tiempo…
Hoy, es evidente, vuelvo sobre el tema, quizás en el día más oportuno pues hoy es 6 de junio. Y como punto de partida tenemos esta pregunta: ¿qué se puede contar sobre lo que ocurrió allí hace ahora 78 años?
Ciertamente se han escrito cientos de páginas, y muy buenas, sobre aquellos hechos en los que la victoria sobre un régimen inhumano, demencial, estaba en juego.
Y se ha especulado mucho sobre el asunto. Tanto en libros y otras publicaciones de Historia (como era de esperar), como en toda clase de ficciones. Desde la cinematográfica hasta la literaria.
Más allá de esas ficciones tenemos historias reales realmente descorazonadoras, sobre todo para los historiadores, como la muerte de Marc Bloch. Padre de la Historia como ciencia social moderna, ejecutado por los nazis cuando ya las tropas aliadas se habían afianzado en Normandía, pero aún no había llegado a sectores de Francia bajo una cada vez más desesperada, y por eso mismo, sanguinaria Alemania nazi… Algo que nos contaba Carole Fink en su biografía de Bloch “Marc Bloch. Una vida para la Historia”.
Volviendo a la ficción, hay algunos relatos ciertamente inquietantes sobre el tema del Desembarco, como ocurre con parte del volumen titulado, en español, “Hitler victorioso”, uno de cuyos relatos especulaba con la posibilidad de un Día-D desastroso en el que unos supuestos dioses nórdicos, toman partido por los nazis y así barren la mayor flota de guerra que jamás se había visto ante las costas de Europa, llevando a los aliados a una situación casi desesperada…
Otras ficciones menos audaces han procurado ceñirse más a los hechos. Ese sería el caso de la película canónica sobre aquel largo 6 de junio de 1944, que se titula precisamente así: “El día más largo”.
Esta producción del año 1962 contaba con un reparto de grandes estrellas del Hollywood de la época como Robert Mitchum, John Wayne, Henry Fonda, Sean Connery y hasta populares cantantes de esos años como Paul Anka.
En conjunto un reparto muy coral que trataba de abordar la cuestión desde el mayor número de puntos de vista posibles. Mucho más que la otra gran película sobre ese hecho histórico: “Salvar al soldado Ryan” de Steven Spielberg. Director que, sin embargo, rendirá diversos homenajes a “El día más largo” en su ya longeva carrera.
En efecto, “El día más largo” trata de contar el Día-D dramatizando un libro, con el mismo título que la película, que hoy es un documento histórico y que, en 1962, ya podía haber empezado a considerarse así. Un trabajo escrito por el periodista Cornelius Ryan que, también, inspiró a Spielberg -como él mismo reconocía- para su “Salvar al soldado Ryan”. Título que homenajeaba tanto a uno de los personajes de la película “El día más largo”, como al propio Cornelius Ryan.
A partir de ese reportaje de Periodismo de Guerra, en la película de Ken Annakin nos encontramos con el hecho narrado desde la perspectiva de simples soldados anónimos, hasta la de los generales al mando como Ike Eisenhower. Igualmente la acción de la película, a diferencia de lo que ocurre en “Salvar al soldado Ryan”, no se limita a la operación más sangrienta del Día-D ni se centra en una única unidad. En este caso el desembarco en la playa de nombre en clave “Omaha” y en los Rangers estadounidenses. Algo que, en su momento, valió amargas críticas a Spielberg por parte de los británicos
De ese modo “El día más largo” nos muestra la acción tanto en la playa Omaha como en las otras cuatro playas -Juno, Gold, Utah, Sword- que debían garantizar que al menos en alguna de ellas los aliados iban a poder afianzar un punto desde el que continuar la ofensiva contra la Alemania nazi en territorio ya conquistado por sus ejércitos.
Asimismo la película trata de mostrar los puntos de vista no sólo de los estadounidenses o de una de sus unidades concretas, sino que da voz a todos los participantes en la operación. O al menos a la mayoría de ellos. De hecho, Annakin sería apoyado por otros directores para el rodaje de determinadas partes de la película y entre ellos se contaría con un alemán al menos. Igualmente se respetaron -en la versión original- los idiomas de los protagonistas de los hechos. Es decir, aparte del inglés predominante, el francés y el alemán.
La película también muestra diversas acciones protagonizadas por todos los aliados. Desde las unidades paracaidistas norteamericanas (la 82 y la 101) y las británicas -acompañadas por sus gaitas de guerra- que son las primeras en caer sobre territorio francés ocupado, hasta la simple Infantería de línea británica o la acción de los marinos franceses. Tanto por medio de unidades navales que escapan al Armisticio formado por Pétain refugiándose en puertos británicos, como de los comandos de la Francia Libre que participan en los ataques en tierra.
En conjunto “El día más largo” es una película que hoy puede parecer menos vistosa o efectista que “Salvar al soldado Ryan”, por ejemplo, pero que, sin embargo, es una más que aceptable aproximación al hecho histórico que cambiaría la Historia de Europa, y del Mundo, en los siguientes setenta años.
Si de algo adolece la película en ese aspecto es de la mención a muchos exiliados de la Europa ocupada por los nazis y sus aliados que, de un modo u otro, participan en esa campaña decisiva. Por ejemplo los polacos y checoslovacos libres o, también, los que podemos llamar “españoles libres” que, pese a llegar en las oleadas de ataque más tardías tras el Día-D, se convertirán en punta de lanza de los ejércitos aliados en el mes de agosto, cuando se libre la Batalla de París. Caso de la ya muchas veces aludida en el correo de la Historia “Compañía 9” española, integrada con los franceses libres de De Gaulle, o la también mencionada en otros correos de la Historia “Spanish Company number 1” de zapadores. O las unidades partisanas -igualmente mencionadas en otros correos de la Historia- que forman parte de la resistencia francesa y son una unidad capital para reforzar -en el Sudeste y Sudoeste del hexágono francés- las operaciones del Dia-D combinándose con la “Operación Anvil” (finalmente llamada “Operación Dragoon”), que desembarca tropas aliada en el Midi francés dos meses después del 6 de junio de 1944.
Una labor, la de esas menciones a otros soldados de la “Operación Overlord” acaso imposible en el año 1962 pero que, quizás, ya se debería abordar en estos tiempos supuestamente tan democráticos en los que, fijar el recuerdo de esos hechos en esa clave española, no estaría de más en una época en la que tanto amateur de tirano (incluso disfrazado de filántropo benefactor de la Humanidad, como suele ser frecuente en ellos) sueña aún con un mundo convertido en un gran campo de exterminio. Al estilo de los que edificaron aquellos que, por suerte, fueron barridos por una inmensa apisonadora de hombres libres desplegada desde cinco playas normandas en un largo 6 de junio de 1944…