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Carlos Rilova

El correo de la historia

¿Una fecha histórica irrelevante? 7 de noviembre de 1940. El antes y el después de la Batalla de Inglaterra

Por Carlos Rilova Jericó

Al igual que la semana pasada este nuevo correo de la Historia estará dedicado a un cómic. Y, claro está, al retazo de Historia del que nos habla. Se trata de la edición integral de “El cielo en guerra” con guion de Philippe Pinard y dibujo y color de Olivier Dauger. Otra vez, por tanto, también como la semana pasada, se trata aquí de la producción de dos autores franceses. Aunque en esta ocasión, a diferencia de lo que ocurría con “Jeronimus” de Dabitch y Pendanx, se trata de franceses hablando de Historia de Francia. Y una bastante desconocida y eclipsada, por cierto.

El eclipse histórico viene de la fama que los británicos han sabido dar a la célebre Batalla de Inglaterra, merced a películas tan considerables, y también tan famosas, como la que lleva ese mismo título. Es decir: “La batalla de Inglaterra”.

Pues sí, parece evidente que si hoy recordamos esos momentos claves de la Segunda Guerra Mundial, es, sobre todo, gracias a esa película. Rodada en gran parte en el País Vasco en ciudades como San Sebastián y Fuenterrabía -como ya he comentado en otros correos de la Historia- y protagonizada por actores de primera fila como Susannah York o Christopher Plummer.

Algo que, como se ve en “El cielo en guerra”, ha distorsionado mucho nuestro recuerdo histórico de ese momento. En “La batalla de Inglaterra” desde luego se hacían concesiones -totalmente históricas por otra parte- a la presencia en la defensa de Gran Bretaña de pilotos de otras nacionalidades. Principalmente los polacos que, como está ya bien reconocido, fueron auténticos ases vistiendo el uniforme de la RAF. De los más combativos y eficaces. Los franceses, sin embargo, quedaban un tanto desdibujados en esa película. Pese a que también formaron parte de esas escuadrillas que darán la vuelta al resultado de la Segunda Guerra Mundial. Vemos así en “La batalla de Inglaterra” algún piloto de esa nacionalidad evacuado, in extremis, por sus compañeros de la RAF una vez que el frente francés se derrumba, acaba la Batalla de Francia y comienza, en efecto, la Batalla de Inglaterra, que será principalmente aérea.

Esa es, más o menos, la mecánica de esa distorsión histórica que, desde el estreno de “La batalla de Inglaterra”, se ha ido asentando en nuestra memoria colectiva. De ahí el valor, precisamente, de un cómic como “El cielo en guerra”.

Así es, en ese denso volumen Pinard y Dauger reconstruyen, a través de una ficción con sólida base histórica, la Historia de la Aviación militar francesa antes, durante y después de la Batalla de Inglaterra. Es decir, antes del verano de 1940 en el que se llega al punto más álgido de esa batalla y después del 31 de octubre en el que oficialmente se da por acabada, con la victoria de la RAF sobre la Luftwaffe nazi. Porque hubo un antes de julio de 1940 y después del 31 de octubre de ese año, hubo un 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 de noviembre y muchos días más, en los que la guerra aérea -y por otros medios- continuará. Que eso es justo lo que nos recuerda “El cielo en guerra”.

Y el resultado no puede ser más recomendable. Tanto el guionista Pinard como el dibujante Dauger, reconstruyen detalle a detalle (hasta los arañazos en la pintura del fuselaje de los cazas) los hechos de los aviadores franceses en esos momentos de la Segunda Guerra Mundial.

De hecho, “El cielo en guerra” es una auténtica enciclopedia ilustrada y dramatizada de lo que es la Aviación francesa en esos momentos. Así Pinard y Dauger nos hablan allí de todos los modelos de avión, cazas, bombarderos, cazabombarderos… de los que disponen tanto los franceses como los alemanes y los británicos. Su armamento, techo de vuelo, alcance, líneas y fechas de producción, manejo de los mismos, indumentaria de los pilotos, disposición de sus aeródromos, sobrenombres de los pilotos, funcionamiento de las radios, lenguaje de gestos entre carlinga y carlinga cuando la radio falla y así una infinidad de detalles que permiten algo más que intuir una gran labor de documentación histórica presentada de manera magistral en imágenes de cómic.

Pero es que además el guion de Pinard (un enamorado del tema, como se ve en otras obras suyas, como la impresionante “Inferno” de la que ya hablaremos en otra ocasión) ha tejido una historia muy cruda -como no podía ser menos- de la sorda guerra civil que sufren los franceses del año 1940 y subsiguientes. Una en la que no todo es tan lineal como podría parecer desde 1945.

Así en “El cielo en guerra”, entre un alarde y otro sobre la Historia de la Aviación  en esa época, se nos habla de una Francia dividida entre partidarios de De Gaulle y partidarios de, asómbrense, obedecer la cadena de mando y la legalidad vigente y (al parecer) legitima representada por el mariscal Pétain que, cuando cae el frente, considera que Francia no puede seguir luchando un día más y firma un armisticio que muchos de los pilotos protagonistas de “El cielo en guerra” creen que debe ser aceptado. Aunque sea a regañadientes.

Una decisión que se refuerza por la destrucción de la flota francesa en Mers el-Kebir por parte de la RAF que, lógicamente, por órdenes de Downing Street, ha pasado a considerar a la Francia de Vichy -la que controla esa fuerza- como un enemigo más.

Y a partir de ese punto sigue desarrollándose la trama de “El cielo en guerra” mostrando desconocidas imágenes de un Norte de África en el que los pilotos franceses, que han combatido a los nazis sobre los cielos de Francia en 1940, se alinean con sus antiguos enemigos por órdenes de la superioridad petainista, que controla una amplia zona geográfica desde Marruecos hasta Damasco.

Ahí aparecen también las disensiones entre esos pilotos -insostenibles por demasiado tiempo- y la deserción al campo británico, vía Gibraltar, que lleva a una, en efecto, guerra civil de bolsillo entre aviadores franceses sobre los cielos del Norte de África.

Así hasta que la Política se cruza en medio de ese camino en el que algunos prácticamente ya sólo luchan por el mismo vértigo de la lucha, sin importar mucho el color del gobierno-títere al que obedecen. Una Política que, por otra parte, exige a una depauperada Francia de Vichy (o al menos a sus lejanos representantes en el Norte de África y Oriente Próximo) que se haga a un lado y tenga muy en cuenta que ya no se enfrenta a una aislada Gran Bretaña, sino a la poderosa maquinaria bélica formada por la alianza de la URSS, Estados Unidos y los propios británicos.

Todo de acuerdo a lo que ya se sabe -más o menos bien- a pie de calle gracias a otras películas bélicas como “Patton” o las más recientes “Days of Glory” y “Valquiria”.

Pues eso, esa parte oscurecida de la Segunda Guerra Mundial, en definitiva, es lo que nos ofrece “El cielo en guerra”, una obra gráfica a la que si se le puede encontrar algún defecto, es que acabe de un modo un tanto abierto y abrupto. Al menos para los que sabemos que hay algo más después del momento en el que el régimen de Vichy colapsa y las fuerzas aliadas entran en aluvión por Italia, por Normandía, por el Sur de Francia…

Esperemos que, tal vez, pronto tengamos disponible en español una continuación directa de esos hechos por mano de Pinard y Dauger, que ya han demostrado con “El cielo en guerra” su buen hacer en favor de un mejor conocimiento de la Historia…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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