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Carlos Rilova

El correo de la historia

Lecturas para el día de Waterloo: “El veterano”

Por Carlos Rilova Jericó

Esta semana se cumplirán, el próximo domingo, los 208 años de una batalla. Una que se considera decisiva. Y definitiva en sus resultados. Se trata de la de Waterloo, en la que, por fin, un gran ejército de potencias aliadas contra Napoleón dejarán a éste -y a sus sueños políticos- enteramente fuera de combate. Fue también el gran día de Arthur Wellesley, más conocido por su título nobiliario de Wellington. Gran día porque se enfrentará, al fin, cara a cara a Napoleón como comandante supremo. Oportunidad de la que se le había privado hasta entonces, pese a llevar el mayor peso de las guerras napoleónicas en el principal teatro de las mismas: la Península ibérica entre 1809 y 1813.

Sin duda aquel 18 de junio de 1815 será un día especial. Para Wellington, para la Europa que ha soportado décadas de guerras animadas por ese general corso llamado Napoleón y para ese mismo hombre devenido emperador.

Pero también para miles de seres humanos que no han conocido, prácticamente en toda su vida adulta, algo que no sea ese gran espectáculo, casi teatral, que serán esas guerras llamadas “napoleónicas”. Una masa generalmente anónima y a la que no se le pone más rostro que el de eso: una masa anónima, integrada en regimientos de nombres flamantes y no menos flamantes uniformes tan característicos de esas guerras napoleónicas.

Hay, sin embargo de ese anonimato estructural, vehículos a través de los que se puede recuperar a esos protagonistas anónimos. Algunos de ellos son documentos históricos de los que ya se ha hablado en otras ocasiones en otros correos de la Historia. Por ejemplo memorias de veteranos del Ejército napoleónico, como el capitán Jean-Roch Coignet. O de desertores de esas mismas tropas en ese 18 de junio de 1815 para combatir en los ejércitos aliados opuestos al emperador. Caso del coronel Chrétien Henri Scheltens, antiguo miembro de la Guardia Imperial que en esos momentos del año clave de 1815 es oficial en el Ejército del Reino Unido de los Países Bajos en el que se han fusionado, por decreto de los vencedores de 1814, las actuales Holanda y Bélgica. Aunque fuera muy a pesar de ésta última…

Otra vía para recuperar esos rostros anónimos de la batalla son las obras de ficción basadas en documentos como esos, pese a que se toman muchas libertades con el asunto, como suele ser habitual en las obras de ficción. Son artefactos que van desde películas como la, por ahora, mayor producción sobre esa batalla -caso del “Waterloo” de Serguéi Bondarchuk- hasta novelas. Algunas de ellas de las ahora llamadas “gráficas”. Es decir: esas que antes se describían simplemente como tebeos o cómics.

Una de las más recomendables es “El veterano” del fallecido Frank Giroud y de Gilles Mezzomo.

Apareció ya hace algunos años en español, publicada en 2019 por la editorial Ponent Mon, especializada en este tipo de producción. Pero esta semana parece, desde luego, un buen momento para leerla.

La obra publicada en esa versión integral, nos describe algo que realmente bien merece el título de “novela”, pues la historia de “El veterano” está llena de complejidad psicológica. Casi tanto como “El coronel Chabert” de Balzac, que parece haberle servido de inspiración. Se trata de la vida de un hombre que ha prosperado, merced a su carácter resolutivo y decidido, en uno de los cuerpos de Caballería ligera más característico de las guerras napoleónicas: los húsares. Distinguidos, precisamente, por cultivar esa actitud decidida, resolutiva, entre sus integrantes. Dados a batirse primero y preguntar después…

El protagonista de “El veterano” es el perfecto ejemplo de esos húsares pendencieros y buscalíos que tan útiles resultan como combatientes en todos los ejércitos de las guerras napoleónicas. El personaje protagonista de “El veterano” actúa como tal en la Batalla de Waterloo, lanzándose a la carga a voz en grito y con el sable tendido ante él y su caballo desbocado que arroja contra las líneas enemigas…

¿O tal vez no es así, tal vez eso son sólo imaginaciones del protagonista de “El veterano”? Es posible, porque ese cómic es, también, eso que llaman un “thriller psicológico”. Y una buena novela policíaca. Una trama llena de las habituales mujeres bellas y peligrosas -como las que hacían encargos complicados a Marlowe y otros clásicos del género- en la que un hombre, derrotado y fiel a esa epopeya napoleónica en la que ha vivido inmerso toda su -todavía- joven vida, descubre, de repente, en uno de los hospitales donde se concentran las víctimas de ese último estertor en Waterloo, que ha perdido la memoria por un sablazo enemigo en la cabeza. O eso le dicen, asegurándole que, en realidad, él no es el capitán Maxime Danjou, del 7º de húsares, sino el coronel Théodore Brunoy, de los flamantes cazadores de la Guardia Imperial a caballo…

Eso es al menos lo que jura y perjura su bella esposa, Mathilde, que acude a sacarlo del hospital y lo devuelve a una vida civil bastante acomodada para un antiguo veterano napoleónico en 1815. Algo que no hace más que despertar las sospechas del veterano, que se dedicará desde entonces a una serie de pesquisas que lo llevan a oscuros secretos familiares y peligrosos lances…

A partir de ese hilo argumental ese cómic, esa novela gráfica, desarrolla una intriga, un bosque narrativo -como lo llamaba Umberto Eco- del que es difícil apartarse y en el que Giroud y Mezzomo dan vida, casi real, a una Francia donde la segunda restauración borbónica se ha impuesto -bajo ocupación militar aliada otra vez- sobre numerosos veteranos -como Danjou/Brunoy- que, tras años y más años, no saben cómo salir de ese laberinto histórico en el que los partidarios de la monarquía de Luis XVIII vienen a cobrarse, también, años y años de agravios atrasados contra esos, hasta hace poco, flamantes soldados napoleónicos. Los mismos que, en definitiva, han llevado a Francia a ser un país derrotado y ocupado y en el que esa nobleza borbónica resentida hace cierta pedagogía -a base de violencia radical si es menester- entre esos veteranos. Muchos de ellos languideciendo, pero no muriendo, gracias al despectivo favor de cobrar media paga del gobierno monárquico restaurado, que con eso los considera inútiles ya para cualquier otro servicio.

Así “El veterano” reconstruye esa época, esos días posteriores al colapso napoleónico de Waterloo, de manera magistral. Al menos si dejamos unos pocos detalles algo dudosos aparte. Como, por ejemplo, la aparición en esas páginas de húsares con las famosas coletas laterales sin cortar, todavía, nada menos que en 1815.

Por lo demás ese cómic, esa novela gráfica, devuelve, en efecto, a sus lectores, de manera casi física, a aquellos días posteriores a la última derrota de Napoleón en Waterloo como si estuviésemos nosotros mismos en esas calles francesas -en este caso las de Ruan- rebosantes de veteranos napoleónicos resentidos y de partidarios de Luis XVIII en busca de venganza tardía en aquel año de 1815 en el que el signo de la Historia cambió para siempre. Hace 208 años.

Todo lo cual hace de “El veterano”, por supuesto, una lectura realmente interesante para estos próximos siete días… Para empezar a descubrir un mundo no tan lejano en la Historia, pero más exótico de lo que podríamos pensar por haber pasado tan sólo dos siglos desde esos acontecimientos totalmente verídicos que Giroud y Mezzomo han novelado con tanto acierto en esas recomendables páginas…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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