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Carlos Rilova

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¿De verdad la Historia importa tan poco? Las declaraciones de la Aljafería (29-09-2023)

 Por Carlos Rilova Jericó

Al igual que el personaje protagonista del poema de Edgar Allan Poe “El cuervo”, meditaba este historiador sobre qué tema tratar en este nuevo correo de la Historia. No ante un volumen de viejos conocimientos olvidados, sino ante su ordenador y no en una noche tempestuosa sino en un espléndido día del verano de San Miguel. Fue entonces cuando ese lodazal que son las redes sociales me ofreció mucho sobre qué escribir.

La casi siempre polémica secretaria de Estado del Ministerio de Igualdad Angela Pam, había dado que hablar entrando esta vez en un tema de Historia que a todos gusta, interesa o llama la atención. Me refiero, naturalmente, al de las brujas y la Brujería. Concretamente a la llamada “demoníaca” y que causó, en efecto, miles de muertes en Europa y sus colonias entre el siglo XV y comienzos del XVIII. Nada nuevo desde luego. Ni para los libros de Historia, ni para este correo de la Historia, donde el asunto se ha tratado varias veces.

Para ponernos en antecedentes ha resultado que esa joven, Ángela Rodríguez Pam, que ejerce tan alto cargo político, cometió una serie de errores como confundir el nombre del zaragozano Palacio de la Aljafería y a ello añadir que en la sala en la que se había celebrado el acto solemne al que había acudido fue el escenario de la detención, enjuiciamiento y sentencia de un gran, pero indeterminado, número mujeres a cargo de la Inquisición por sospechas de Brujería y prácticas de aborto.

Rápidamente esa cámara de eco que son las redes sociales y en especial esa que ahora su megamillonario dueño ha rebautizado como “X” (antiguo Twitter), respondieron airadamente añadiendo contexto al tuit de Ángela Pam, corrigiendo tanto el error en la denominación del palacio como en la algo fantástica y sobrevenida idea acerca de lo que había hecho realmente la Inquisición con las acusadas de Brujería.

El resultado de esa nueva tormenta en un vaso de agua ha sido, para el historiador, descubrir el estado deprimente, deplorable, lamentable… en el que se encuentra tanto el nivel de instrucción de personas que cobran sueldos de miles y miles de euros al año por presuntamente gestionar la cosa pública y, asimismo, el de muchos de sus administrados.

El panorama es, sencillamente, preocupante. Y revela que hay quien está jugando al aprendiz de brujo. Y no sólo desde esa desorientada Izquierda identitaria (que tan bien representa la secretaria de Estado) sino desde la banda política contraria y, probablemente, desde las salas donde los estrategas del mundo llamado “occidental” ensayan eso precisamente: sus teorías de juegos.

En efecto la respuesta a la secretaria de Estado desde la Derecha fue más bien una vocinglera y chocarrera refutación de la Leyenda Negra española  (ahora sustituida por una Leyenda Rosa que, creo, tiene como objetivo ridiculizar aún más a España y a los españoles). Así se aludía desde más o menos esa Derecha a Gustav Henningsen pero tan sólo porque la filóloga Roca Barea lo menciona en sus escritos de baratillo histórico.

Es más: dentro de ese ámbito la respuesta a las enormidades de Ángela Pam no iba más lejos. Al menos en el volumen de respuesta. Para el sábado sólo había un artículo en “The Objective” y poco más más allá de lo dicho en las redes sociales. El artículo en cuestión estaba escrito por… un arquitecto. Profesión a la que, como a la de médico, no se le exige lo mismo que se nos exige a historiadores y demás comunes mortales. Es decir: no ejercer una profesión sin el correspondiente título so pena de ser denunciado por delito contra la salud pública, estafa y no sabría decir cuántas cosas más puesto que no soy abogado, ni he estudiado Derecho, y no voy a sentar cátedra sobre el tema. Como tampoco me voy a poner a ejercer la Medicina por saber, con exactitud, cuánto tardaba un cirujano napoleónico en amputar una pierna o cuántos muertos había en los hospitales de campaña de la época por falta de asepsia, imitando, al revés, a esos otros historiadores amateurs que sobrenadan en ese peligroso vacío legal con respecto a la Historia, que sólo puede darse en países culturalmente atrasados. Por ejemplo en los que se cobran miles de euros al año sin tener ni idea de estos temas pero opinando, a bombo y platillo y en voz muy alta, sobre ellos sin temor ni al ridículo ni a la dimisión.

Esa clase de país en el que o no se tiene ni idea de estos temas mínimamente exigibles a quien dice querer gobernar ese país o, para terminar de arreglarlo, quienes quieren salvar a dicho país del problema demuestran no estar mucho más lejos de esos funcionarios públicos sin miedo ni al ridículo ni a la dimisión. Reducido todo su conocimiento sobre un tema histórico tan complejo como el de la Gran Caza de Brujas europea, a información de tercera mano sustraída a un especialista en el tema como Gustav Henningsen. Y eso sin tener ni idea de quién es Ángel Gari Lacruz -antropólogo aragonés para más señas, como la Aljafería- que lleva años investigando y publicando sobre el tema. O ignorar, también, y de manera supina, la cantidad de trabajos que Julio Caro Baroja publicó desde ese mismo campo profesional y que hoy son respetados a escala internacional por todos los especialistas en ese período histórico.

De los historiadores que hemos trabajado sobre la cuestión por debajo de ese nivel, por supuesto, ya no hablamos pues, a esos efectos, ni siquiera existimos al parecer…

¿Importa mucho todo esto? En un ambiente tan rancio, tan pobre intelectualmente como el que reflejan tanto las declaraciones de la secretaria de Estado como las réplicas que se le han dado, probablemente no.

Lo cual no significa que ese desprecio, ese amateurismo en el campo de la Historia en la España actual, no sea un verdadero peligro para quienes conocemos (precisamente por ser historiadores titulados, como cualquier arquitecto o médico) el alcance de una situación así. Es una pequeña avería en la nave del Estado, pero pequeñas averías en superpetroleros ya sabemos a qué conducen: a su embarrancamiento y al desastre.

En este caso el que causaría esa pequeña avería en el motor de la nave del estado español, sería el fomento y acrecentamiento (como un rizoma maligno) de un cuadro tan lamentable como este que han revelado las imaginaciones de la secretaria de Estado sobre la Inquisición y la defensa que se ha hecho de dicha institución (sin saber nada de los trabajos de Gari Lacruz, Caro Baroja…, de los juicios por blasfemia, de la persecución de satanistas más allá de la doctrina de Salazar en 1611…). De esto sólo puede salir la quiebra de la cohesión social a medio plazo, la balcanización de un país al que nadie le importa nada porque, al parecer, es un desastre histórico que van a arreglar quienes, según parece, para empezar desconocen su Historia -y así están dispuestos a recortar su mapa por donde haga falta- y a ellos sólo se enfrentan, también al parecer, nostálgicos del Franquismo y la Enciclopedia Álvarez….

Si alguien, en alguna sala de geoestrategas, está pensando que el fomento y sostenimiento de una situación así en España es controlable y se puede sacar finalmente provecho de ella, habrá que decirle que su nivel intelectual no está muy lejos de los amateurs de la Historia españoles y recomendarle encarecidamente que lea las memorias de Carlton J. H. Hayes, el embajador de Roosevelt en la España de 1940…

Por parte de ese historiador sería un verdadero sueño hecho realidad el que dichas fuerzas (que parecen fomentar todo ese absurdo) reaccionasen positivamente ante advertencias así y por tanto que, como al cuervo de Poe, le facilitasen el no tener que hablar de esto nunca más. nunca más, nunca más. Principalmente porque no hubiera motivo para hacerlo. Que sería la única solución inteligente y útil al grave problema que las declaraciones de la Aljafería han puesto de manifiesto. Otra vez…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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