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Historia de la inmigración africana a Europa. (Breve guía de lectura)

Por Carlos Rilova Jericó

Hoy vuelve el correo de la Historia sobre un tema ya tratado en él varias veces. La más reciente cuando se produjo el golpe (o más bien revuelta) militar en Níger hace unos meses y del que, por cierto, parece que nunca más se supo. Se trata, ahora y aquí, de explicar, desde la Historia (claro está), esa cuestión -hoy candente en las “noticias”- de la llegada masiva de inmigrantes a Europa por la puerta de las posesiones insulares españolas en Canarias y desde la misma España.

Lo que he visto, oído y leído en eso que llaman “Medios de comunicación” (desde sesudos periódicos hasta redes sociales) sobre estas oleadas masivas de inmigrantes, me ha dejado claro el cortoplacismo -salvo las excepciones de rigor- con el que se aborda esa cuestión. Sólo preocupa lo inmediato y no hay siquiera un lejano planteamiento en esos medios (que se supone deben orientar a la población general) del origen histórico de ese problema. No hay en esos medios, en efecto, apenas un mínimo análisis de cómo es posible que las cosas hayan llegado a este punto y, por lo tanto, así difícilmente se va a poder gestionar tal crisis más allá de esos planteamientos que van desde algo tan perversamente infantiloide como admitir a toda África en Europa como refugiados a decir, desde la otra banda política, que dichos inmigrantes vengan “legalmente”, tasados en número, a hacer lo que no quiere hacer (supuestamente) el europeo medio. Lo cual no es menos perverso ni menos infantiloide.

En conjunto, en Europa, en ese continente tan rico, tan desarrollado, nadie parece saber -¿o querer saber?- cómo ha sido posible esta situación que se desborda y hasta requiere controlarla manu militari. Como ha ocurrido en Suecia. El caso es que desde el punto de vista de la Historia es muy fácil de comprender. Y de explicar, que suele ser el primer paso (en buena lógica al menos) para solucionar un problema. Si es que se quiere solucionar…

¿Cómo abordar pues todo esto? Podemos empezar por recurrir a documentos históricos. Por ejemplo a la “Histoire Anecdotique (sic) de la Guerre Européenne”. Una recopilación de noticias del semanario “L ´Illustré National” publicadas durante lo que ahora llamamos “Primera Guerra Mundial”

Su número 78 por ejemplo, en sus páginas 218, 220 y 221, era muy claro (usando además de las coloridas ilustraciones propias de esa publicación) sobre lo que las potencias occidentales más democráticas y progresistas estaban haciendo en el corazón de África en esos momentos: británicos y franceses, ayudados por sus tropas de “nativos”, habían llevado la Guerra hasta Camerún para expulsar a otros europeos (alemanes en este caso). El resultado de esa expedición de esos colonos europeos para echar de allí a otros colonos europeos, se había coronado en julio de 1915 con la victoria de N´Djassi, la posición enemiga más importante…

Evidentemente el interés de los africanos por los “tubobs” (es decir: los blancos, en general) y su tierra al otro lado del Mediterráneo parece más que justificado, desde la Historia, por estas intromisiones europeas en el continente africano para convertir una guerra de sahibs (como decía Kipling) en una guerra mundial, querida, o no, por los africanos…

¿Cuándo empezó ese estado de cosas? Aquí se puede recurrir no ya a documentos históricos sino a manuales de Historia. Por ejemplo a “Los imperios coloniales desde el siglo XVIII”. Publicado en español por la editorial Siglo XXI en Madrid, en 1987. Una obra firmada por David K. Fieldhouse, especialista inglés en el tema del Imperio Británico.

Desde su página 129 hasta la 138 Fieldhouse nos va contando toda una serie de cuestiones históricas que explican mucho de lo que ahora vemos en periódicos, telediarios, redes sociales… Para empezar que los “tubobs” no tenían mucho interés en África entre el año 1815 y la segunda mitad del siglo XIX. Más allá de unas pocas colonias costeras como la del Cabo o las portuguesas en Mozambique, limitadas al tráfico comercial (desde esclavos ofrecidos por los propios africanos, hasta nuez de coco y aceite de palma), pero sin intención de entrar más allá de esa factorías costeras.

Eso en África Central y del Sur. En el Norte, nos decía Fieldhouse, el interés es impensable pues hasta 1815 hay allí potentes estados islámicos que ofrecen no sólo resistencia, sino una hostilidad constante contra los europeos a los que atacan (por obvias cuestiones religiosas y estratégicas) de manera tan constante como los europeos atacan a esa delegaciones de su gran enemigo: el Imperio otomano.

Fieldhouse señala que, en definitiva, al filo de 1882, no había un verdadero imperialismo cuyo fin fuera esquilmar África en beneficio de Europa. Con la sola excepción del Congo…

A partir de 1885, sin embargo, el mismo Fieldhouse indica que el destino de África queda sellado cuando los “tubobs”, en la Conferencia de Berlín, acaban de repartirse el continente africano para explotarlo a fondo.

Desde ese momento la rapiña colonial no ha parado en África, por parte de italianos, alemanes, franceses, británicos (y tampoco faltaron los españoles, desde luego…). Bajo colonialismo directo o, ahora, bajo acuerdos neocoloniales. Un asunto complejo que el público, víctima hoy del cortoplacismo informativo o político, puede conocer no ya en documentos o manuales de Historia como el de Fieldhouse, sino en medios tan asequibles como el Cine o el cómic.

Ese es el caso de “El último tren a Katanga” (película de 1968) que ha conocido un replanteamiento reciente en una trilogía de cómic titulada, precisamente, “Katanga”, que muestra lo mismo que la película, pero aún más descarnadamente pese a que sus autores aseguran que su obra no pretendía ser histórica. Lo mismo ocurre con la biografía gráfica de Frantz Fanon (teórico de las guerras de liberación tercermundista) publicada en español por Akal en 2020 o, sin ánimo de agotar la lista, la película, también biográfica, titulada “Lumumba” del año 2020. Todas esas producciones tienen un denominador común: muestran, con una claridad meridiana, cómo las élites africanas educadas son sólo de dos clases. O bien tratan de liberar sus países del dominio colonial y son eliminadas de un modo u otro (como Patrice Lumumba) o bien son las principales impulsoras (y beneficiarias) de la explotación neocolonial en una inescrupulosa alianza con las élites europeas.

El resultado de ese recorrido histórico es el que ahora vemos en nuestras pantallas: desesperación y huida a ninguna parte, a los “ghettos” europeos a los que se está exportando la misma anomía y descomposición social que ese Neocolonialismo ya ha creado en África. Es decir: una amplificación del problema hasta límites insostenibles.

Desde la Historia, utilizada como ciencia social, es todo cuanto se puede decir sobre este candente y algo catastrófico embrollo de la inmigración desbordada. A partir de ahí, quien deba que saque sus propias conclusiones y actúe en consecuencia.

Si es que el Infantilismo político, que está devorando a tanto país supuestamente “primermundista” y desarrollado, se lo permite y no lo descalifica sólo por proponer soluciones maduras y realistas para abordar la cuestión que proceden de políticas calificadas (de manera algo inopinada) como “ultraderechistas”. Como seria el caso (ya mencionado en un correo de la Historia anterior) de Giorgia Meloni. La única que, de momento, dijo algo sensato al respecto (al parecer en balde) ya hace años…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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