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Carlos Rilova

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La inacabada historia del galeón San José

Por Carlos Rilova Jericó

¿Puede un objeto ser un documento histórico lo mismo que un papel guardado en un archivo durante cientos de años?

Para los arqueólogos evidentemente no existe otra respuesta que un “sí” rotundo a esa pregunta.

Para los historiadores el “sí” no suele ser tan rotundo. Pero no podemos negar que hay evidentemente objetos con una gran carga histórica en sí.

Ese sería el caso del galeón San José, una nave salida de los astilleros guipuzcoanos de Mapil, en la ría usurbildarra.

Para convencerse de ello basta con echar un vistazo a un reciente artículo publicado por la revista de la sociedad National Geographic que tantos años lleva prestando atención a cuestiones históricas de ese calado.

La autora de ese texto, Berta Erill Soto, nos contaba en 29 de febrero de 2024, que el galeón San José seguía siendo una cuestión de interés histórico incluso hoy, pese a haberse ido a pique ante las costas de la actual Colombia en el año 1708, durante la Batalla de Barú que será una más de las muchas libradas a lo largo de la Guerra de Sucesión española.

El San José será hundido en combate con la flota británica, bajo mando del almirante Charles Wager, que en esos momentos, una vez más, trata de desplazar a los españoles de una de sus principales bases americanas. Es decir: la de Cartagena de Indias. Esa gracias a la que tanta fama ha alcanzado hoy Blas de Lezo.

A partir de ahí el San José se convirtió en leyenda, como recuerda ese artículo de Berta Erill, a causa de la valiosa carga estibada bajo sus cubiertas que según esta periodista equivale actualmente a 20.000 millones de dólares.

Empezaba así una de esas historias de buscadores de tesoros -desde simples aficionados, a funcionarios respaldados por un gobierno, aventureros, empresas dedicadas a ese menester…- que recuerda bastante a otro polémico caso: el de la fragata Mercedes que ha dado para un gran pleito entre España y la empresa Odyssey, un cómic y hasta una serie de Televisión basada en dicho cómic y firmada por Alejandro Amenábar.

Así las cosas, como recordaba también el artículo de Berta Erill, a principios de este año 2024 disputaban ese asunto el gobierno de España, el de Colombia y la empresa cazatesoros Sea Search Armada, que aseguraba haber entregado en 1981 las coordenadas exactas de los restos del San José a la Marina colombiana que, en efecto, finalmente dio con la ubicación del codiciado barco hundido en 1708.

A esta disputa ha concurrido también la nación Qhara Qhara, que asegura que el tesoro le pertenecería a ella porque los contenidos de las bodegas del San José habrían sido arrebatados a sus ancestros por los españoles en la época virreinal.

Así, una vez más, sobre la cubierta fantasma del hundido San José los historiadores (algunos de nosotros al menos) nos vemos metidos en una travesía turbulenta, donde intereses encontrados y venganzas históricas sobrevenidas (y aliñadas con visiones revanchistas del pasado en ocasiones) perturban nuestras investigaciones menos tumultuosas.

Y aquí es, sin embargo, donde el destino del galeón San José se vuelve toda una lección de Historia en la segunda década de este atribulado siglo XXI. Y no sólo porque nos narra un episodio más de la Historia de la América para unos virreinal y para otros colonial, según el nuevo escándalo histórico de moda.

En efecto, el San Jo, aparte de su fabuloso tesoro, guarda en torno a sí muchas lecciones de Historia que, desde luego, no contempla el, a veces, militante artículo de National Geographic de febrero de este año 2024.

Hay que hacer notar, para empezar, que el San José era una maravilla técnica salida de un astillero guipuzcoano, el de Mapil, en 1698. Un interesante dato sobre el que ya hablaba yo en uno de los primeros correos de la Historia -publicado en 2 de julio de 2012- donde abundaba en el hecho de que esas atarazanas guipuzcoanas, que trabajan sin descanso produciendo navíos como el San José, desmentían la supuesta decadencia de España durante el reinado del rey Carlos II, conocido como “el Hechizado”…

La Historia de Mapil, apenas conocida como nos lo demuestra el artículo de Berta Erill, debería, aparte de ser más conocida, ocupar un lugar de honor en la Historia de la Ingeniería naval. Tanto como el astillero holandés de Zaandam o los rusos de la época de Pedro I el Grande que salieron de las visitas de ese zar a Holanda.

En Mapil distintos constructores e ingenieros navales aplicaban allí en la práctica las lecciones del almirante mutrikuarra Antonio de Gaztañeta e Iturribalzaga (otro viejo conocido de las páginas de este correo de la Historia). Unas de las que nada sabían en Zaandam porque allí los maestros holandeses lo hacían todo artesanalmente, sin ninguna base matemática teórica. A diferencia de lo que ocurría en astilleros guipuzcoanos o cántabros de ese final del siglo XVII.

Así pues el San José –y sus avatares- serían más que una Historia de rapiñas coloniales -tal y como lo presenta el artículo de National Geographic- todo un hito -otro más- en la Historia de la Ciencia europea que acabó alumbrando ordenadores como los que esa revista -o este periódico- usan hoy día para existir y publicarse. Y todo gracias a ilustrados caballeros al estilo de Newton o Leibniz (incluida la versallesca peluca in-folio), como Ignacio de Soroa, Antonio de Gaztañeta o el propio constructor del San José: Pedro de Arostegui.

El San José es también, analizado con cuidado, toda una lección que advierte sobre como la Historia no es una ciencia que pueda ser manejada alegremente por manos que carecen de conocimientos expertos y homologados. Nos recuerda ese navío ese importante detalle hoy, varios siglos después de su hundimiento, cuando vemos que hay quien quiere reescribir la Historia de forma bastante mostrenca -y acaso con fines poco altruistas- como sería el caso de la nación Qhara Qhara. Esa que reclama un tesoro que, en realidad, debería ser reclamado por quienquiera que sea el heredero legal del imperio Inca que era quien poseía el cerro rico de Potosí y la plata de sus entrañas que los españoles, después de todo, se apropiaron por derecho de conquista y alianza matrimonial con las élites incas tras la expedición de Pizarro.

Los restos del San José hablan también del modo un tanto obtuso y descuidado con el que se informa sobre estas cuestiones históricas. Nada se dice en el artículo de National Geographic, por ejemplo, de cómo el almirante Charles Wager -y otros dos británicos: Hopson y Hosier- sufrieron un fiasco años después tratando de detener otro convoy en esas costas que, a diferencia de lo ocurrido en 1708, fue puesto a salvo en España por el almirante Gaztañeta en 1727. Y eso gracias a sus elevados conocimientos científicos que consiguieron burlar a los desorientados británicos, perdidos sin derrotero cierto en el Atlántico sin poder poner a tiro esa nueva flota del Tesoro.

Otra faceta de esa Historia de los astilleros de Mapil, de América, de galeones transatlánticos cargados de tesoros y de la Carrera de Indias que hoy por hoy, no parece interesar -no sé por qué- a la prestigiosa revista de la sociedad National Geographic…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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