Por Carlos Rilova Jericó
En estas fechas en las que San Sebastián se viste otra vez de Cine (como diría algún periodista de los años 50 del siglo XX), este nuevo correo de la Historia deriva hoy hacia ese campo. Por esa y por otras razones.
Empezaremos por constatar que la industria del Cine -que se va a dar en estos días de septiembre otro gran homenaje en la capital guipuzcoana- tiende, sobre todo en los últimos años, a repetirse, a explotar determinadas sagas hasta la extenuación. Es el caso, por ejemplo, de “La Guerra de las Galaxias” que, por cierto, se estrenó para Europa en el Festival donostiarra en 1977. También se ha observado esa misma tendencia en las sagas de superhéroes como Superman o Batman, haciendo incluso exclamar a algún fan de esos personajes si era necesaria una enésima película sobre ellos.
Donde no parece incurrir en ese defecto la industria del Cine (al menos de momento) es en el Cine llamado “histórico”. Así las pantallas se han ido llenando en los últimos años de películas sobre torneos medievales, sobre Napoleón, incluso sobre Robin Hood (que es ahí personaje recurrente, aunque no con la machacona insistencia de un Batman o un Darth Vader) pero no hay producción en serie de acontecimientos como, por ejemplo, la Guerra de Independencia de Estados Unidos -no digamos ya sobre la española- o sobre la famosa Armada “Invencible”, que es el asunto en el que nos vamos a centrar hoy aquí y ahora.
Aun así lo que se ha hecho a ese respecto ha tenido, sin duda, un impacto duradero pese a que la última gran producción sobre ese tema, “Elizabeth: la edad de oro”, data ya de hace dieciocho años y, como decía, no ha tenido como consecuencia réplicas casi anuales sobre el tema. Como ocurre con las sagas de superhéroes.
Eso, sin embargo, no ha sido problema para que esa película, y las demás que se han hecho sobre la época de Isabel I de Inglaterra, sean un reflejo del curioso culto a la personalidad que existe en el mundo anglosajón en torno a figuras como Nelson, Wellington o la propia Isabel que, ya durante su reinado, había creado las bases de tan curioso sistema de propaganda cultural y política.
En efecto, pese a la relativa insignificancia de Inglaterra en la época, la corte elisabetiana, como los pavos reales, supo revestirse de un magnífico sistema propagandístico. Uno en el que la reina Isabel era cantada, por ejemplo, como “Gloriana” o como la inconmensurable “Eliza”, reina de las hadas, alabada en poemas y pavanas de su propia época fabricados en su corte -más aparente que poderosa- a cargo de los mejores poetas ingleses de la época.
Esa política de exaltación de Isabel poco parece haber cambiado desde esos finales del siglo XVI a la época del Cine, como se ve en “Elizabeth: la edad de oro”. En ella Shekhar Kapur, un director indio pero de educación claramente anglosajona, volvía a magnificar, por enésima vez, la victoria inglesa del año 1588 sobre la “Invencible” española a través de la biografía –más o menos remodelada- de Isabel I de Inglaterra.
Eso fue, como decía, hace dieciocho años, en 2007, con lo cual, tal vez, surge la pregunta de si, como ocurre con las películas de superhéroes, sería necesario pues hablar de la Armada “Invencible” otra vez, a casi veinte años vista de ese que podría ser un último estertor de la cuestión.
Creo que la respuesta a esa pregunta sería un “sí” rotundo y ya lo dije en otro correo de la Historia con fecha de 4 de agosto de este año. Es necesario hablar del asunto (y hasta hacer más Cine, esta vez desde la perspectiva española que, hasta ahora, brilla por su ausencia) y aclarar unas cuantas cosas a las que ya aludía en ese otro correo de la Historia.
Por ejemplo el escasísimo alcance de aquella victoria naval de 1588. Una que, por cierto, ya hace diez años un periodista de mucha solera, Fernando Martínez Laínez, negaba incluso que se hubiera producido realmente, achacando en su novela “El náufrago de la Gran Armada” el fracaso de la expedición a los tan traídos y llevados “elementos”.
Naturalmente se puede profundizar más en esa cuestión de la “Invencible” tan glorificada, cinematográficamente y por otros medios, en el mundo anglosajón. Y eso es lo que se hará a partir de este martes 16 de septiembre con un pequeño ciclo de conferencias organizado por la Asociación Héroes de Cavite en colaboración con el Club Cantábrico de San Sebastián.
Así, este martes 16 de septiembre, abrirá el ciclo en esa sede -a las 19:00- Luis Gorrochategui, historiador coruñés, aunque de ascendencia guipuzcoana, que en 2011 provocó un giro copernicano en la cuestión de la “Invencible” con su ensayo “Contra Armada. La mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra”.
En esa obra, que ha conocido al menos dos ediciones en español y otra en inglés, se describía, con todo detalle, el modo en el que la victoria de 1588 se convirtió al fin y a la postre en un fracaso inglés prácticamente continuado entre 1589 y 1604, cuando todo el esfuerzo bélico de esos insulares se estrelló contras la cerrada defensa española de su vasto imperio. Así hasta que, finalmente, el nuevo rey inglés, Jacobo I, deberá aceptar una paz impuesta por una España que demuestra que para ganar no necesita desembarcar en los blancos acantilados de Dover ni marchar con sus tercios sobre Londres. Por la sencilla razón de que Inglaterra no está en condiciones de seguir resistiendo aquella larga guerra de desgaste en la que la corte española llevaba clara ventaja desde 1589.
Una situación que se prolongará al menos hasta el año 1621, como nos cuenta también el libro “Contra Armada. La mayor catástrofe naval de la historia de Inglaterra”, y que, de hecho, continuará a partir de esa fecha.
A ese respecto resultará de gran interés la siguiente conferencia del ciclo, que será impartida el día 15 de octubre, también a las 19:00 en la sede del Club Cantábrico. Estará a cargo del historiador y arqueólogo donostiarra José María Leclercq -ya casi habitual en estos correos de la Historia- y girará en torno a la cuestión técnica de los armamentos de aquella Gran Armada y su repercusión entre los vascos implicados en esa “Empresa de Inglaterra”. Un punto éste que es fundamental para llevar a su fin el ciclo el día 13 de noviembre, también en la misma hora y lugar.
En esa ocasión la conferencia estará a cargo de quien estas líneas escribe y tratará del muy desconocido camino que siguieron las relaciones entre ingleses y españoles a lo largo de casi doscientos años de Historia entre 1621 y 1808.
Un tiempo en el que -por sorprendente que parezca si se sigue creyendo que lo ocurrido en 1588 fue una victoria rotunda- Inglaterra será en muchas ocasiones un débil enemigo, en otras una nación con demasiados problemas internos como para no agradecer que España la considere una potencia neutral y en otras, finalmente, un aliado de conveniencia de esa misma España. Como ocurrirá justo tres años después de otra victoria naval inglesa en Trafalgar, cuyo alcance (como ya se comentó en un correo de la Historia anterior a éste) sólo dio para que Inglaterra -y el resto de Gran Bretaña- corriera ansiosa hacia una nueva alianza con España para evitar que otro enemigo -en este caso la Francia napoleónica- rematase lo que ya se había iniciado con la Armada de 1588 y más aún con la Contraarmada de 1589.
Aspectos todos estos de una Historia peor conocida de lo que se cree y que, espero, quedarán claros en ese ciclo que iniciaremos mañana mismo y en el que saldrán a relucir numerosos episodios de nuestra Historia sobre los que se podría hacer mucho Cine (en clave opuesta, por supuesto, a la de Shekhar Kapur y su “Elizabeth: la edad de oro”).
O hablar sobre todo esto largo y tendido, para deshacer equívocos y malinterpretaciones. Como ocurrió, por ejemplo, con el almirante Antonio de Oquendo y la Batalla de las Dunas del 21 de octubre de 1639. Asunto que podrán descubrir mañana, en todos sus matices, los lectores de la sección “Historias de Gipuzkoa” de este mismo periódico…