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Carlos Rilova

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Breve vida de William Clarke Quantrill. Héroe, bandido y mito (1837-1865)

Por Carlos Rilova Jericó

La primera vez que supe de William Clarke Quantrill fue leyendo un libro de esos que llaman “para jóvenes”. Era un curioso título que recuerdo me recomendó algún compañero de clase: “Los Guerrilleros de Quantrill”. Demasiado misterio como para no resolverlo leyendo dicho libro publicado en la colección “Nuevo Auriga”, en la que muchos, de niños todavía, cogimos afición a la lectura hace ya muchos años.

Este libro, pensado, en efecto, como una especie de rito de paso lector entre la Infancia y la edad adulta, estaba firmado por S. Marshall y daba una imagen bastante dulcificada del verdadero William Clarke Quantrill. Si bien no podía negar su rastro sanguinario en la Historia de la Guerra Civil norteamericana.

A partir de entonces he ido encontrándome de nuevo con Quantrill y sus guerrilleros varias veces a lo largo de mi vida. El siguiente encuentro tuvo lugar en los años 80, cuando yo estaba ya camino de la Universidad. Fue a través de una de las infinitas reposiciones de una de las películas en las que Clint Eastwood demostró todo lo que había aprendido del “Western” europeo, tras su memorable experiencia en la Trilogía del dólar de Sergio Leone, tantas veces citada en otros correos de la Historia.

La película en concreto era “El fuera de la ley”, estrenada en el año 1976 y que, las cosas como son, nunca me he cansado de ver. En ella aparecen, en todo su horrible esplendor, los años en los que William Clarke Quantrill se hizo famoso, a través de los avatares de Josey Wales, un esforzado granjero que vive en una de las zonas más peligrosas de los Estados Unidos en el momento de la guerra civil (esto es, la frontera entre Kansas y Missouri), que ve su granja asaltada por las fuerzas de la guerrilla unionista que actúa allí. Es decir: los llamados “botas rojas” de Jennison que ha pasado a la Historia de ese conflicto como un despiadado jefe de una fuerza irregular que, tal y como vemos, en “El fuera de la ley”, mata, roba, incendia y saquea cuanto se le pone por delante y es siquiera sospechoso de ser favorable a la Confederación sudista.

Un esquema de cosas que convierte al protagonista de “El fuera de la ley”, Josey Wales, en eso precisamente: un fuera de la ley que se une a una unidad de “bushwackers”. Una fuerza de guerrilla confederada que, como se ve en la película en varias ocasiones, combate bajo la bandera negra que caracterizaba a las fuerzas de Quantrill y encuadrada, de algún modo, en las fuerzas irregulares confederadas al mando de William Anderson conocido, tal como también se dice en la película, como Bill el sanguinario…

Finalmente me encontré con toda esta cuestión en otra película mucho más reciente: “Cabalga con el diablo” de Ang Lee, estrenada en España en el año 2001, justo cuando yo estaba preparando mi doctorado. En “Cabalga con el diablo” vuelven a aparecer los “botas rojas”, confundidos con los jayhawkers (error muy común según nos dice Tony O´Bryan, de la Universidad de Missouri-Kansas City, en la Enciclopedia “Civil War on the Western border”). En la película se trata también del que será el hecho de armas más conmemorado de Quantrill y el que lo ha convertido en una figura tan controvertida.

Dicho hecho de armas -si es que así se puede llamar- es la conocida como “Masacre de Lawrence”, que ocupa un espacio central en la película de Ang Lee. Ese hecho, rigurosamente histórico, tuvo lugar entre el amanecer y las 9 de la mañana del día 21 de agosto de 1863. Tal y como se ve en la película, Quantrill y otros jefes de las fuerzas irregulares confederadas (en torno a unos 400) camuflados bajo uniformes unionistas, atacan la ciudad de Lawrence que ha sido descrita en la propia película -por un pequeño terrateniente sudista- como el origen de todo mal para la región, pues trae a la zona la escuela pública yankee que introyecta en los hijos de cualquier vecino de esa comarca el libre pensamiento y, por supuesto, el antiesclavismo.

No aparece en “Cabalga con el diablo”, sin embargo, que Lawrence fuera el hogar y cuartel general del senador Jim Lane. El principal jefe unionista de esa región que, en cambio, sí aparece retratado -como un rufián sanguinario y un sinuoso político- en uno de los personajes de “El fuera de la ley”. La presencia de Lane en Lawrence será, en efecto, uno de los principales motivos para ese ataque que acaba con la masacre de hombres y niños de la ciudad ante los ojos de sus propios familiares de sexo femenino. Tal y como se relata muy detalladamente en “Cabalga con el diablo”.

Todas estas ficciones literarias y cinematográficas caminan así por el filo de la fama de William Clarke Quantrill, tejiendo en torno a él un relato que, en ocasiones, no se atreve a retratarlo como un asesino y bandido despiadado y en otras no tiene más remedio que reconocer que Quantrill no era mejor que los “botas rojas” o los jayhawkers unionistas y antiesclavistas de la zona Kansas-Missouri.

Es lo que vemos, por ejemplo, en “El fuera de la ley”. La mayor parte de la acción de la película se desarrolla tras la rendición de las fuerzas confederadas que no deja otra salida a Josey Wales que huir antes que caer en manos del senador Lane y sus sanguinarios “botas rojas” y ser ejecutado por ellos.

Esa ficción, sin duda, está algo forzada pues la guerra civil estadounidense se saldó con menos represalias de retaguardia y posguerra que, por ejemplo, la española. No es raro ese giro de guion sin embargo, pues la novela en que se basa la película -“Gone to Texas”- es producto de un escritor declaradamente sudista. De hecho, un líder del Ku Klux Klan, Asa Earl Carter, que firmaba bajo el pseudónimo de Forrest Carter. Un personaje un tanto ambiguo, tal y como lo refleja tanto la novela como la propia película de Eastwood. Pues en ambas, pese a esa propaganda más o menos liminal en favor de la Confederación, Josey Wales se convierte en compañero de armas de un indio cherokee y una india navajo y liquida indiscriminadamente todo tipo de enemigos de cualquier raza. Incluso para defender a una anciana abuela unionista y a su nieta, acérrimas defensoras del senador Jim Lane.

Algo similar ocurre en “Cabalga con el diablo”, donde la mezquindad y la bondad aparecen repartidas con bastante generosidad en ambos bandos.

Más implacable, sin embargo, resulta el relato de todos esos hechos históricos en la serie de cómic europeo “Blueberry”. En dos episodios de la misma, “Los demonios de Missouri” y “Terror sobre Kansas”, Charlier, Giraud y Wilson (autores de esa épica serie sobre el teniente unionista Mike S. Blueberry) se despachan a gusto tanto con Quantrill como con Jim Lane, descritos en esos episodios como un bandido oportunista uno y el otro como un sanguinario fanático arropado por bandidos que, bajo la bandera federal, no son mucho mejores que los bushwackers confederados.

Es así como, hasta hoy, se ha forjado la fama de William Clarke Quantrill. Un hombre que inició su vida como joven y eficaz maestro de escuela, a los 16 años, pero que fue arrastrado por la marea de aquellos Estados Unidos en formación hasta convertirse en un aventurero avezado en cruentas expediciones militares -como la que ataca a los mormones de Salt Lake- o las que, desde los años 50 del siglo XIX, ensangrentaron la frontera entre Kansas y Missouri para decidir si esos territorios serían estados esclavistas o unionistas. Opción que ni siquiera el joven Quantrill tiene clara, oscilando del bando unionista al secesionista, en muy poco tiempo. Tal y como refleja su propia correspondencia personal, en la que primero elogiaba a Jim Lane y tiempo después lo denostaba como un turbio personaje.

Tal torbellino de acontecimientos acabó, en efecto, con su carrera de maestro de escuela y lo convirtió en ese ser tenebroso que todavía se debate entre el retrato sanguinario que le otorga la ficción, el heroico que también anida en ella y la Historia, que trata de saber quién fue realmente aquel hombre que murió en combate con tan sólo 27 años, al final de aquella Guerra de Secesión…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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