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Carlos Rilova

El correo de la historia

Una novela para los 210 años del Congreso de Viena

Por Carlos Rilova Jericó

Más o menos a mediados de la década de los años 90 del siglo XX, leí en un suplemento literario de esos que publican semanalmente los periódicos, que a un escritor español (a diferencia de los franceses, anglosajones…) no se le autorizaba a escribir novela -sobre todo histórica- de otros países que no fueran España. Parece que últimamente esa tácita maldición ha empezado a flaquear. Y se diría que a lo grande.

Es la sensación que he tenido al leer las más de 600 páginas de “El misterio Razumowski”. Un libro del que, por cierto, hablaba -aunque sólo de pasada- en el correo de la Historia de hace tres semanas.

Ya decía entonces que era un libro recomendable. Y singular. Uno de esos que parecen llamarte desde las estanterías de las librerías y las bibliotecas. En mi caso la “llamada” no pudo ser más simbólica. “El misterio Razumowski” me habló desde los anaqueles de la biblioteca Koldo Mitxelena de San Sebastián. Algo muy apropiado teniendo en cuenta que el autor de esa novela es donostiarra.

Se trata de Martín Llade, periodista con una ya larga trayectoria en medios del renombre de la Radio Nacional de España y un currículum que casi le exigía escribir “El misterio Razumowski”. Porque esta novela gira en torno a la Música y, sobre todo, a una de sus capitales mundiales: Viena. Y Martín Llade conoce muy bien ambas cuestiones. Recuérdenlo cuando este miércoles oigan el tradicional Concierto de Año Nuevo retransmitido desde la capital austríaca, pues es él, Martín Llade, quien pone voz -desde 2018- a ese programa. Como periodista y como melómano profesional.

Así pues la acción monumental -en más de un sentido- de “El misterio Razumowski”, transcurre en Viena durante la celebración de aquel famoso congreso que ha cumplido ahora, en 2024, 210 años. Un bicentenario largo, y redondo, que curiosamente ha pasado bastante desapercibido en una Europa que se dice -como lo recuerda esta novela en sus notas finales- producto de aquel evento, que reunió allí a los vencedores de Napoleón para reorganizar el mundo tras su derrota.

El abordaje con el que Martín Llade trata este asunto no puede ser más original. O cuando menos llamativo, como decía, pues el relato de “El misterio Razumowski” está narrado por un personaje histórico que algunos llamarían de segunda fila. Pero, aun así, muy cercano a personajes de primera. Se trata de Anton Schindler, el secretario, copista, biógrafo, sufridor, en fin, del genio de Ludwig van Beethoven.

Ambos se convierten en protagonistas de una intriga política -y policíaca, pues “El misterio Razumowski” es una novela negra además de histórica- con el telón de fondo de aquel famoso Congreso de Viena.

Para ello Martín Llade ha convertido a Beethoven en detective aficionado que, en ocasiones, colabora con la Policía imperial austríaca para resolver ciertos caso que los, en general, tan obtusos como expeditivos agentes tienen notables dificultades para manejar.

Así el hilo conductor de “El misterio Razumowski” girará en torno a los asesinatos que rodean a ese noble ruso -representante de esa potencia en la mesa del Congreso de Viena- y que desatan las pesquisas que llevan a Beethoven y a un zarandeado -y baqueteado- Anton Schindler a recorrer Viena -y parte del imperio austríaco- tratando de resolver las muertes que se van sucediendo en torno al conde Razumowski. Alguien que, finalmente, resulta no ser lo que parece a medida que las investigaciones de Beethoven y su casi inseparable Anton Schindler dan sus frutos.

De ese modo van desfilando por las páginas de “El misterio Razumowski” grandes personajes históricos presentes en Viena para decidir el destino de millones en la Europa que, apenas unos meses antes, en abril de 1814, ha visto abdicar a Napoleón, rodeado -desde el Norte y el Sur de Francia- por los ejércitos rusos, austríacos, prusianos, británicos, portugueses y, también, españoles.

No faltan así intervenciones estelares en “El misterio Razumowski” como la del todopoderoso ministro austríaco Klemens von Metternich en su papel de personaje sinuoso (tan sugestivo como siniestro en el fondo), o de rivales suyos -en más de un ámbito- como el zar Alejandro I, el propio emperador austríaco y grandes damas como la bella princesa Bagration. Disputada -a veces con maneras poco elegantes- por el canciller austríaco y el zar ruso. Ambos pretendientes a los favores de la fascinante princesa y, finalmente, amantes suyos.

En torno a ellos y muchos otros -metidos a veces casi a trompicones, como el general británico Alexander Kyd- Beethoven y Anton Schindler, convertidos en un trasunto malavenido de Sherlock Holmes y el doctor Watson -o, si se quiere, de Guillermo de Baskerville y Adso de Melk- van descubriendo tanto la intriga -más apócrifa que histórica- que rodea al conde Razumowski, como lo que se oculta entre las bambalinas del Congreso de Viena.

El consabido fresco histórico que ofrece así “El misterio Razumowski” es una inmersión fascinante -y divertida muchas veces- en la Viena que incautamente cree haber conjurado definitivamente al Ogro Bonaparte y, entre baile y baile -como decía la famosa frase del delegado belga, Charles-Joseph de Ligne- decide qué va a ser de Europa desde ese momento iniciado en septiembre de 1814.

Todo ello está, desde luego, sazonado con un conocimiento a fondo del personaje de Beethoven y su Música. Esa que va jalonando cada capítulo de los nada menos que ochenta que componen esa novela, donde se disecciona al personaje en todos sus aspectos. Desde los más oscuros -algunos tan discutibles, y casi descartados, como que padeciera sífílis- hasta los más sublimes como autor de una Música genial pese a que él mismo no pudiera oírla.

Además de esto Martín Llade, con encomiable habilidad, deja caer en las páginas de “El misterio Razumowski” sonoros bromazos como hacer coincidir a Beethoven con Maria Schicklgruber, abuela de Hitler, o que el maestro, dando colofón a la aventura vivida, sentencie el Congreso de Viena con la frase que hará famosa “El gatopardo”, la novela de Giussepe Tomasi di Lampedusa. Es decir: que se va a cambiar algo para que todo siga igual. Palabras que admiran a Schindler y que Beethoven, modestamente por una vez, confiesa haber leído en algún lado hace tiempo aunque no recuerda dónde…

Si algo se echa a faltar en esta novela en la que prácticamente no falta de nada, puede ser el modo en el que se ha tratado, una vez más, a la delegación española en ese Congreso de Viena, haciendo un retrato acaso demasiado agreste de Pedro Gómez Labrador que las investigaciones históricas más recientes matizan bastante. Aunque ciertamente su presencia en el congreso no pudo evitar que, por ejemplo, los oportunistas franceses liderados por un chaquetero de manual como Talleyrand -todo ello perfectamente descrito por Martín Llade- consiguieran relegar a España, aun siendo la potencia que más sangre y esfuerzo había dado para derrotar a Napoleón.

En ese sentido hubiera estado bien que las páginas de “El misterio Razumowski” hicieran más justicia histórica a ejércitos y generales españoles como Díaz Porlier, Gabriel de Mendizabal, Manuel Freyre y otros que, jugándose la vida en muchos campos de batalla, consiguieron que hubiera un congreso en Viena hace 210 años.

Pero, quizás, de momento, eso sea todavía demasiado pedir. Incluso para una obra que ha roto, a lo grande, la maldición, la pérfida ley no escrita que daba por hecho que los españoles tenían prohibido escribir novelas como “El misterio Razumowski”…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


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