En un post anterior, hacíamos un recorrido sobre la interpretación que el término innovación ha tenido a lo largo de la historia. De este modo, seguiremos con la línea que en el post de la semana pasada introdujo Asier Minondo, y en el cual se argumentaba cómo las revoluciones tecnológicas, a menudo se deben a objetos tan cotidianos como los containers. En el día de hoy nos centraremos a analizar los diferentes tipos de innovaciones, ofreciendo algunos ejemplos de las mismas.

Como ya observamos, si atendemos al Manual de Oslo, es posible diferenciar entre varios tipos de innovaciones: (i) innovación de producto; (ii) innovación de proceso; (iii) nuevos mercados; (iv) nuevas materias primas; (v) nuevas formas organizacionales. Sin embargo, parece natural pensar que no todas las innovaciones tienen el mismo impacto económico, tecnológico o social. A modo de ejemplo, podríamos pensar en las diferencias entre el Chupa-chups, el Tetra Pak o los detergentes. ¿Creéis que todas estas innovaciones han tenido impactos iguales?

Además de clasificar a las innovaciones en función de su naturaleza, también es posible distinguirlas en función de su grado. Aquí cabría diferenciar entre innovaciones radicales e incrementales. La innovación radical corresponde a cambios en el paradigma debido a la introducción de nuevas prestaciones y que conllevan la aparición de mercados totalmente nuevos. Un ejemplo notable podría ser la aparición de Internet, y los grandes cambios que por ejemplo está permitiendo en la comunicación a distancia, apertura de nuevos mercados, acceso a documentación científica, etc. Por el contrario, la innovación incremental es aquella que alimenta de forma continua y progresiva el proceso de cambio. Un ejemplo claro podría ser el de los detergentes, que a pesar de que tal vez no dejen cada año el blanco más blanco, sí tienen un menor impacto sobre el medio ambiente.

Sin embargo, la percepción de radicalidad es muy dependiente de la perspectiva escogida. Y es que el hecho de caracterizar una innovación depende en gran medida de la posición en la que uno se encuentre, tanto social como temporal. Por ejemplo, para aquellos que estéis leyendo este post puede que el hecho de que los periódicos se puedan acceder de forma digital suponga una mejora incremental. Sin embargo, si le preguntáramos al director del Diario Vasco qué supuso para ellos la introducción de una edición digital, probablemente nos diría que ello conllevó una reestructuración radical de la organización, así como la necesidad de incluir un conjunto de competencias de las que no se disponían internamente. De igual modo, las piernas ortopédicas de fibra de carbono que emplea el hoy contravenido Oscar Pistorius pueden ser consideradas como una innovación incremental por una mayor parte de la sociedad, pero sin embargo, desde la perspectiva de una persona de movilidad reducida, éstas le permiten realizar un conjunto de acciones de las que no podía disfrutar con anterioridad, como por ejemplo subir al monte, correr, o montar en bicicleta. En este caso, esta persona vería alterado su paradigma personal, ya que vería muchos de los esquemas formales en los que se organizan sus acciones se habían modificado, que sería como denominaría la Real Academia Española de la lengua a un paradigma.

Sin embargo, tampoco tenemos que pensar exclusivamente en términos tecnológicos. Pensemos en un objeto que seguramente todos tengamos en casa, una fregona. Una innovación, que a pesar de que pueda parecer fácil, sencilla y para toda la familia, tiene una larga historia tras de sí. Probablemente, muchos de vosotros compartiréis la idea de que la fregona, o utensilio para fregar los suelos sin necesidad de arrodillarse, pudiera parecer una innovación de carácter incremental, ya que consiste ‘únicamente’ en acoplar un palo a un paño. ¿Pero qué opinarían nuestras abuelas o aquellas mujeres que vivían en 1960 si les hiciéramos esta misma pregunta? Probablemente su respuesta distaría mucho de la actual, ya que ellas probablemente pensarían en la contribución que dicha innovación tuvo a la lucha contra la artritis, la artrosis de rodillas, las infecciones en las manos o las desviaciones de columna que muchas mujeres habían padecido.

Podemos concluir por tanto diciendo que no sólo son las innovaciones radicales las que tienen la capacidad de cambiar el paradigma y abrir nuevas oportunidades de mercado, sino que las innovaciones incrementales, a menudo tienen un impacto económico y social mucho mayor que las primeras. ¿Y tú, de quién eres?