Si bien tras mis dos posts anteriores (aquí y aquí) parecía que acababa la munición sobre la desigualdad y los ricos, últimamente hay mucha investigación y divulgación de alto nivel sobre la desigualdad sobre la que merece la pena hablar en este blog. Y si uno habla de Emmanuel Saez y Gabriel Zucman, inmediatamente le viene a la cabeza el nombre de … Thomas Piketty, del que este blog se ha hecho eco varias veces (aquí y aquí).
Piketty ha publicado hace poco “Capital e ideología” (Ediciones Deusto, de Editorial Planeta). De capital habla poco, de ideología y de desigualdad mucho … Creo que hubiera sido más informativo titular esta obra como “Desigualdad e ideología” (como el propio autor, en algún momento reconoce), o viceversa. Se entiende haber incluido “capital” en el título, teniendo en cuenta que su best seller anterior, “Capital en el siglo XXI” ha vendido “más de 2,5 millones de ejemplares”, según la editorial.
Es un libro muy extenso, de 1233 páginas, que va en contra de todas las tendencias actuales de “adelgazamiento” de libros. Ya en la página 68 avisa:
“Algunos lectores tendrán la tentación de pasar directamente al último capítulo y a las conclusiones. No podré impedirles que lo hagan, pero sí les doy este aviso: encontrarán dificultades para comprender de dónde provienen los elementos allí presentes si no leen antes las cuatro primeras partes, al menos en diagonal. Otros considerarán quizás que los materiales que presento en las dos primeras partes abordan una historia demasiado antigua y, por lo tanto, poco pertinente para ellos, de manera que preferirán concentrarse en la tercera y cuarta partes. He tratado de incluir recordatorios y notas al comienzo de cada parte y de cada capítulo, para que el libro pueda abordarse de diferentes formas. Que cada uno elija su camino, aunque la línea recta siga siendo, naturalmente, la progresión más lógica.”
En la introducción arranca con su tesis:
“Todas las sociedades tienen necesidad de justificar sus desigualdades: sin una razón de ser, el edificio político y social en su totalidad amenazaría con derrumbarse. Por eso, en cada época se genera un conjunto de discursos e ideologías que tratan de legitimar la desigualdad tal y como existe y debiera existir, así como describir las reglas económicas, sociales y políticas que permiten estructurar el sistema. De la confrontación entre discursos e ideologías, que es al mismo tiempo intelectual, institucional y política, surgen generalmente uno o varios relatos dominantes en los que están basados los regímenes desigualitarios existentes en cada momento.”
El libro recorre los distintos regímenes desigualitarios de la historia. De dicho relato concluye que “el combate por la igualdad y la educación es el que ha permitido el desarrollo económico y el progreso humano, y no la sacralización de la propiedad, la estabilidad y la desigualdad” (p. 13).
Para empezar, conviene definir “ideología”: es “un conjunto de ideas y discursos a priori plausibles y que tienen la finalidad de describir el modo en que debería estructurarse una sociedad, tanto en su dimensión social como económica y política. Una ideología es un intento más o menos coherente de aportar respuestas a un conjunto de cuestiones extremadamente extensas acerca de la organización deseada o ideal de la sociedad” (p. 14). Es lo que el Premio Nóbel de Economía Paul Samuelson señalaba en su archiconocido libro de texto “Economía” como los tres problemas fundamentales de cualquier organización económica: qué producir, cómo producir y para quién producir.
Las cuestiones que engloba la ideología son, por tanto:
Así, todo régimen desigualitario da unas respuestas más o menos coherentes de forma duradera a estas cuestiones (p. 17).
Por ello, Piketty señala que la desigualdad no es económica o tecnológica: es ideológica y política.
Sin ánimo de ser demasiado exhaustivo, me gustaría pasar por algunas de las “metas volantes” del libro, por su riqueza de datos y de relatos … pero eso lo dejaré para otro día …