Ya he hablado en posts anteriores sobre las consecuencias económicas de la COVID-19 (aquí y aquí). Profundizando en ello, el Banco de España ha publicado recientemente un interesante estudio sobre el impacto económico heterogéneo de la COVID-19 sobre las comunidades autónomas españolas y varios países europeos (pincha aquí para el estudio, elaborado por E. Prades Illanes y P. Tello Casas), dependiendo de las diferencias en:
Las Figuras 1 y 2 muestran los resultados del impacto de la COVID-19 por comunidades autónomas, en escenarios A (más suave) y B (más duro). Como se puede observar, se estima un impacto negativo más fuerte en aquellas comunidades autónomas donde tienen más peso la hostelería y la restauración, como son las Islas Canarias (CAN) y las Islas Baleares (BAL) y en aquellas donde la fabricación de automóviles y sus proveedores son más importantes, tales como Aragón (ARA), País Vasco (PVA), C.A. de Madrid (MAD) [en este caso por el transporte y la distribución también), y Cataluña (CAT), dónde se concentrarían los cierres de las plantas de producción de automóviles y efecto de arrastre en otros sectores (fabricantes de piezas, …).
Figuras 1 y 2. El impacto de la COVID-19 en el Valor Añadido Bruto (VAB), por comunidades autónomas.
Fuente: Banco de España.
Las Figuras 3 y 4 muestran las contribuciones al impacto de la COVID-19 en el VAB respecto del total español, por comunidades autónomas, en escenarios A (más suave) y B (más duro). Los más fuertes son los de Madrid (por su peso en el VAB total y porque recibe un mayor impacto en esta crisis) y Cataluña y Andalucía (por su peso en el VAB total).
Figuras 3 y 4. La contribución al impacto de la COVID-19 en el Valor Añadido Bruto (VAB) de España, por comunidades autónomas.
Fuente: Banco de España.
Teniendo en cuenta lo anterior, que se acerca el verano, y que a la vuelta de las vacaciones comenzará el próximo curso académico, ¿qué podemos esperar en el futuro próximo? Mi compañero Jon Mikel Zabala se centró en su post más reciente en “¿Y el día que existan el tratamiento y la vacuna, qué?”
Yo añadiría: ¿Y hasta que no existan el tratamiento y la vacuna, qué?
Por ejemplo, en el sector educativo universitario, la Universidad de Cambridge, uno de los centros punteros mundiales, va a un formato de docencia totalmente online para la totalidad del curso académico 2020-2021 (pincha aquí).
Mientras andaba pensando sobre este asunto, se cruzó un comentario muy interesante de Lord Robert Skidelsky, el biógrafo más completo del gran economista John Maynard Keynes, con permiso de su amigo biógrafo y hagiógrafo Roy F. Harrod. El título de su comentario es muy llamativo, “The unspoken reason for lockdowns”, o “La razón tácita (o no hablada) para los confinamientos” y sus últimas líneas, que merecen ser rescatadas, dicen así:
“La respuesta de política pública [a la COVID-19] ha sido, por defecto, ralentizar la extensión de la inmunidad natural hasta que se desarrolle una vacuna. Lo que el “aplanamiento de la curva” implica realmente es que se espaciarán el número esperado de fallecimientos sobre un período lo suficientemente largo para que los recursos médicos puedan hacer frente y se pueda finalmente contar con una vacuna.
Sin embargo, esta estrategia tiene una debilidad terrible: los gobiernos no pueden mantener confinadas sus poblaciones hasta que llegue la vacuna. Además de ello, el coste económico sería impensable. Por lo tanto, tienen que suavizar el confinamiento.
Haciendo esto, sin embargo, aumenta el límite de no-exposición que se ha ganado con el confinamiento. Por eso, ningún gobierno tiene una estrategia de salida explícita: lo que los líderes políticos llaman “suavizamiento controlado” (controlled easing) del confinamiento [desescalada, en la terminología al uso en la prensa española], significa un controlado progreso hacia la inmunidad de rebaño.
Los gobiernos no pueden reconocer abiertamente esto, porque sería tanto como tener que reconocer que el objetivo es la inmunidad del rebaño. Y no está claro siquiera si la infección confiere inmunidad o no, o por cuánto tiempo. Mucho mejor entonces, perseguir este objetivo silenciosamente, bajo un manto de ofuscación y esperar que la vacuna llegue antes de que la mayoría de la población esté infectada.”
Y en esto estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Lord Skidelsky.