En mis posts anteriores (aquí y aquí) cuando comparé la distribución de la renta entre el momento prepandemia de 2019 y la situación en el tercer y cuarto trimestre de 2021, destacaba un cambio sustancial: si bien en el tercer trimestre la remuneración de asalariados casi se había recuperado pero el excedente bruto de explotación (“salarios” de los autónomos, beneficios de las empresas, etc.) no, en el cuarto trimestre ambos se habían recuperado en términos globales y nominales (aunque hay importantes diferencias por comunidades autónomas y sectores todavía). Y, además, empezaba a asomar el peligro del aumento importante del precio de algunas materias primas (gas, petróleo, …).
La invasión rusa en Ucrania ha deteriorado notablemente la recuperación económica gradual tras pasar lo peor de la pandemia, más allá del desastre humano que implica la invasión de un país soberano libre. Parece que hay mayores posibilidades de llegar a algún acuerdo estos últimos días, pero todavía no hay nada cierto.
¿Qué puede pasar en las próximas semanas? Parece seguro que se reducirá el crecimiento de la renta y aumentará la inflación. Según estimaciones del Banco Central Europeo, “el crecimiento del área del euro en 2022 se reduciría, con respecto a las previsiones realizadas en diciembre de 2021, entre 0,5 puntos porcentuales (hasta el 3,7%) y 1,9 puntos porcentuales (hasta el 2,3%). Por su parte, la tasa de inflación media en 2022 se incrementaría, de nuevo en relación con las previsiones de diciembre, entre 1,9 puntos porcentuales (hasta el 5,1%) y 3,9 puntos porcentuales (hasta el 7,1%)” (son palabras del Gobernados del Banco de España; la referencia viene a continuación). Todo ello, claro está, depende del alcance y duración de la invasión rusa.
Hace pocos días el Gobernador del Banco de España detallaba los mecanismos por los que nos afectará la invasión rusa desde una perspectiva económica:
Las evidencias de lo que se avecinaba e incluso su agravamiento son palpables: aumentos en el precio de la electricidad, combustible, gas y determinados bienes (aceite de girasol, …), huelga en el sector del transporte, movilizaciones en el sector agrícola y pesquero, …
Me temo que no hay soluciones mágicas a un problema bastante global. Por un lado, la Unión Europea debería depender menos de las energías rusa y ucraniana (a medio y largo plazo) y, junto a ello, relajar las ayudas a las empresas, y establecer topes a la energía y ayudas a los colectivos más vulnerables (en el corto plazo). En un plano más cercano, si bien el Gobernador avanzaba que no subiría los tipos de interés en 2022 si las condiciones no cambiaban, ahora ha señalado que, “sin embargo, si las perspectivas de inflación a medio plazo cambian y si las condiciones de financiación fueran incoherentes con una continuación del avance hacia nuestro objetivo del 2 %, estamos preparados para revisar el plan de compras netas de activos tanto en términos de importe como de duración”. Además, “cualquier ajuste de los tipos de interés tendrá lugar transcurrido algún tiempo (sometime after) desde el final de nuestras compras netas en el marco del APP [Asset Purchase Programme/Programa de Compra de Activos] y será gradual”. La ligera subida de los tipos de interés de la Reserva Federal estadounidense la semana pasada y el señalamiento de más subidas no ayudará al crecimiento tratando de evitar una mayor inflación. Estamos ante una situación en la que, si los tipos de interés no suben, existe el peligro de que la inflación se descontrole y, si suben, se deteriore la recuperación de la renta y el empleo.
Difícil disyuntiva.
También, hay que prestar especial atención a las familias de rentas más bajas y las empresas más intensivas en energía, por ser las más perjudicadas en este momento, con ayudas seleccionadas y temporales.
Finalmente, quiero mencionar un tema importante en este momento y vuelvo a citar al Gobernador: el Pacto de Rentas. “Este pacto de rentas debe suponer un reparto, entre empresas y trabajadores, de la merma de rentas de la economía nacional frente al resto del mundo que implican los aumentos de costes recientes. Insisto: se trata de repartir costes. Todos los agentes implicados han de asumir una pérdida. Ni los trabajadores podrán mantener su poder adquisitivo en el corto plazo, ni las empresas serán capaces de mantener sus márgenes. Si todo el ajuste recayera sobre los trabajadores, en el medio plazo las empresas también acabarían sufriendo las consecuencias al experimentar un fuerte retroceso en su demanda. En cambio, si en la coyuntura actual hiciéramos recaer todo el ajuste sobre las empresas, muchas de ellas se verían abocadas al cierre y otras muchas sufrirían pérdidas significativas de competitividad que afectarían a su capacidad de inversión futura. Todo ello acabaría trasladándose en menor creación de empleo y bienestar para los ciudadanos.”
Veremos.