“Mis compañeros y yo empezamos a escribir ‘The Wire’ cuando estaban abriéndose paso ciertas narrativas dentro de la cultura estadounidense: los escándalosos fraudes en el corazón de Enron y Wordcom, precursores de la implosión económica que aún estaba por llegar (…) Fuimos buenos observadores, pero no tan vaticinadores como el estado de nuestra nación nos hace ahora parecer (…) El escándalo de los títulos hipotecarios y de los planes piramidales de Wall Street, que han hecho naufragar la economía mundial, resultaba demasiado demasiado desvergonzado y absurdo incluso para nuestras imaginaciones enfebrecidas. Vimos que en la cultura había elementos parasitarios y autoengrandecedores, que la avaricia y la rapacidad de una sociedad que exaltaba el beneficio y el libre mercado a exclusión de cualquier otro cuadro social acabarían viéndose lastradas por tamaño grado de voracidad (…) Pero -pedimos la venia- no teníamos idea de que la avaricia se hubiese convertido en política, de que los elementos canallescos no estaban siendo dirigidos por sistemas corruptos sino que ellos mismos estaban al mando de dichos sistemas. No podíamos imaginar el Katrina ni la hueca reacción ante dicha tragedia. No podíasmo columbrar las vacuas mentiras y autoengaños que desencadenaron la insensata desgracia de Iraq. Teníamos, eso sí, un buen argumento, pero al principio no supimos lo bueno que era”.
“En mi ciudad, los campos marrones, los muelles podridos y las fábricas oxidadas son sendos testimonios de una economía que no ha dejado de cambiar, tornando prescindibles a generaciones enteras de trabajadores asalariados y a sus familias. El coste que esto le supone a una sociedad supera todo cálculo, y no s que nadie se haya parado nunca a calcular nada. Nuestro dirigentes económicos y políticos muestran un gran desdén hacia ese horror, e incluso cierta ridiculez frívola. La sugerencia de Margaret Thatcher de que no existe sociedad más allá del individuo y su famlia habla bien a las claras de su desprecio -a finales del siglo XX- del ideal de un Estado-nación que ofrezca a los ciudadanos algo que se aproxime a cierto sentido de la vida en común”.
“‘The Wire’ describe un mundo en el que el capital ha triunfado por completo, la mano de obra ha quedado marginada y los intereses monetarios han comprado suficientes infraestructuras políticas para poer impedir su reforma. Es un mundo en el que las reglas y los valores del libre mercado y el beneficio maximizado se confunden y diluyen en el marco social, un mundo en el que las instituciones pesan cada día más, y los seres humanos menos”.
“Si son historias duras, al menos están contadas con cariño, de una manera matizada y afectuosa para con todos los personajes, y así, independientemente de lo que los telespectadores puedan opinar los policías y camellos, drogadictos y abogados, estibadores y políticos, docentes y periodistas, o sobre cualquier otra alma que se pasee por el universo de ‘The Wire’, sabrán que, en el fondo, forman parte integrante de la misma tribu, que comparten las mismas calles y que están comprometidos en la misma lucha atemporal”.
Extractos de la introducción de David Simon al libro ‘The Wire: 10 dosis de la mejor serie de televisión’. Varios autores (Editorial Errata Naturae).