1) No volver a fumar en un establecimiento hostelero: A los bares se va a exclusivamente a embriagarse con alcohol y desgraciadamente sólo tenemos una boca, independientemente de cuál sea su tamaño. Por otra parte, ¿qué derecho tengo a molestar con mi humo a los niños que acompañan a su padres mientras éstos proceden a emborracharse como cosacos?
2) No salir fuera de los establecimientos hosteleros a fumar: en la puerta de los bares sólo habrá fumadores, con el consiguiente riesgo de entablar conversación con ellos/as. Las malas compañías ejercen una pésima influencia a la hora de abandonar el infierno de la droga.
3) No volver a fumar en los aeropuertos: aquí seré drástico. No pienso fumar siquiera en el interior de la máquina de rayos X, ni en escáner, ni cuando corretee descalzo y con el cinturón en la mano por la terminal. Ni siquiera en la torre de control, aún en el caso de que no haya nadie trabajando en ella debido a algún nuevo brote de sedición.
4) Desviar mis pulsiones autodestructivas hacia otras actividades igualmente lesivas: en este punto, barajo tanto apuntarme a un gimnasio de exterminio como someterme a todo tipo de cirugías estéticas, mejor cuanto más invasivas, sin escatimar gastos en siliconas y botox.
5) No volver a tomar un café en un establecimiento hostelero. Dice el Gobierno que la subida de la luz equivale al precio de un cortado. Por lo tanto, hay que elegir en qué gastamos nuestro dinero y en una economía libre de mercado, los dividendos de los accionistas -en este caso, de las compañías eléctricas- son lo primero.
6) No volver a visitar Chilida-Leku: total, ¿para qué? Si ya tengo vistas todas las esculturas. Sería como descargarte un disco gratis y escucharlo más de una vez, desperdiciando un tiempo precioso que podrías emplear en alguna actividad útil, como por ejemplo, descargarte otro.
7) No apremiar para que emitan el ‘comunicado’: la clandestinidad tiene sus propios ritmos y difícilmente se le puede pedir a quien vive inmerso en ella que responda al acuerdo de Bruselas cuando aún está examinando minuciosamente los términos sobre los que se estableció la Paz de Westfalia (1648).
8) No volver a ver los programas de CNN+: en su lugar, invertiré el tiempo que dedico a mi formación personal al visionado de programas con contenido, tipo ‘Gran Hermano’, en la medida en la que constituyen un importante experimento sociológico -los concursantes-, psicológico -la presentadora- y patológico -la audiencia-.
9) No volver a celebrar los triunfos de ‘La Roja’: cada vez que salgo a la calle a gritar aquello de “soiepañó, epañó, epañó”, las agencias de deuda rebajan la calificación de la española.
10) Reconciliarme con mi antigua ‘power balance’: hacerle ver que es buena para mi estabilidad física y mi equilibrio emocional, y que nueve de cada diez dentistas me han recomendado que siga manteniendo con ella una relación sexual sana y responsable, intentando en todo momento superar nuestras diferencias, siendo más lo que nos une -la orden de alejamiento- que lo que nos separa -el Rólex que actualmente ocupa su lugar en mi muñeca-.