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Alberto Moyano

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Instrucciones para escribir reportajes sobre Euskadi

En vista de que tras una temporada fuera de la agenda, los medios de comunicación estatales han vuelto su mirada sobre los acontecimientos que periódicamente proporciona el País Vasco a la actualidad-manda, he aquí un puñado de consejos que ayudarán a cualquier periodista avezado a deformarse su propia opinión y a ofrecer en cuatro pinceladas un retrato ajustado de la realidad, al gusto tanto de sus lectores como de sus editores:

1) Si bien las últimas tendencia literarias caminan hacia el relato fragmentario como reflejo de las incoherencias en las que incurre la vida real, la tendencia periodística y museística apunta a construir narraciones cerradas, con planteamiento, nudo y desenlace, en las que todo tiene sentido.

2) Por eso, conviene que el relato del periodista esté trufado de expresiones como “mirada huidiza”, “silencio elocuente”, “confesiones a media voz” y “medidas de precaución”.  Si todo esto no surge espontáneamente, se provoca. Ejemplo: el periodista ha quedado con su entrevistado en un bar. Llega primero, elige sitio en la mesa y a continuación apunta: “Mi interlocutor se sienta de frente a la puerta, para controlar quién entra y quién sale”.

3) Es imposible entrevistar a dos millones de vascos, lo que convierten el casting en un elemento clave del reportaje, que deberá construirse a base de contrastes. Los personajes más cotizados a la hora de elaborar la información son los ex miembros de cualquier rama de ETA arrepentidos de su pasado y convertidos ahora en constitucionalistas o, al menos, transversales. De no ser posible localizar a ninguno, se puede echar mano de algún ex consejero nacionalista que haya seguido el mismo o similar trayecto ideológico.

4) Es importante trufar el texto con frases cuya matriz sería “esto es muy pequeño y aquí nos conocemos todos”. Para ilustrar este hecho incontestable, hay que salpicar el reportaje de datos y personajes que lo encarnen: políticos socialistas que coincidieron en la universidad con dirigentes de ETA, amenazados cuyos primos cumplen condena por kale borroka, futbolistas con una cuñada en busca y captura, sindicalistas cuyo padre era guardia civil, empresarios con hermanos del Grapo o incluso abertzales de familia franquista.

5) También ayuda al lector situarle geográficamente, no tanto a base de topónimos, sino de hechos históricos. Por ejemplo, “nos encontramos a escasos cincuenta metros de donde fue asesinado…”, “hemos quedado un bar cuyo dueño…”, “…. atravesamos la misma plaza en la que hace veinte años…”

6) A la hora de ilustrar el reportaje, sea fotográfico o televisivo, conviene desechar por vetustas aquellas recurrentes imágenes de montañas verdes, ventanas salpicadas de lluvia, frontones grafiteados de arriba abajo y calles encharcadas. Estamos en otra época que requiere otra iconografía, basada en lo chocante: pueden servir desde escolares con mochilas pasando frente a una pintada de ETA hasta retratos de presos junto a un cartel de La Oreja de Van Gogh, pasando por ‘parroquianos’ del batzoki viendo en la pantalla de la tele a tres encapuchados. 

Esperando haber sido de alguna utilidad, aquí dejo este breve manual periodístico, elaborado con la vista puesta únicamente en el interés del lector-espectador, un señor que -recuerden- que no desea ser informado, ni mucho menos iluminado, sino que aspira a ser reconfortado.


febrero 2011
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