Los programas de inadaptados saltando desde un trampolín, el cine de aturdimiento, la cocina emocional, los que al robo le llaman ‘quita’ y al hurto, ‘alzamiento de bienes’, los grandes genios que “empezaron en un garaje” -excepto que estemos hablando de bandas de rock&roll-, la fascinación por la quincalla en pantalla táctil,la adscripción incondicional a un partido político, el ‘connecting people’, la mejor Liga del Mundo, el todo-gratis en el nombre del acceso cultural al universo o del acceso universal a la cultura, el “no podemos gastar más de lo que ingresamos”, las interminables colas frente a museos cuya visita no dejan el más mínimo poso en las hordas en bermudas y riñonera, los mapas del tiempo y los discursos de navidad, la navidad, el cambio de soporte, los nuevos paradigmas, los pontífices de los pobres, los magnates que empezaron desde abajo, la parafernalia para alcanzar la felicidad, el café de cápsula, los gintónic que parecen jardines botánicos, las respuestas para todo, los “juntos-podemos”, el “curriculum de todos”, los anuncios de Loewe, la “ingeniería jurídica”, el déficit de atención cognitiva traducido en el entusiasmo por cualquier proceso electoral en el extranjero y su inmediato olvido una vez concluido, salvar el planeta por el día y discutir quén baja la basura por la noche, huir de las películas tristes porque “me gusta ir al cine a olvidarme de todo”, el solapado voto a Rajoy, el enésimo descubrimiento de la felicidad en los pequeños detalles cotidianos, el plasma como coartada moral de los desahucios, los jefes de estado no electos que desloman por la democracia, la tensión entre lo público y lo privado resuelta mediante el recurso al “es necesario eliminar duplicidades”, los servicios de inteligencia que nunca están en condiciones de asegurar, los artistas que hacen preguntas, pero no ofrecen respuestas, la doble contabilidad, la revolución en el lavado, las misiones de paz, la nostalgia impostada, la optimización de recursos, los concesionarios de coches, el interiorismo de las grandes superficies, el proxenetismo de las palabras -del banco amigo a la república de tus sueños-, el espejismo de la crisis como oportunidad, el consumo responsable, los proyectos sostenibles, las facilidades de pago, las comisiones de apertura, la vida en tarifa plana y la publicidad considerada como la poesía del siglo XXI.