Casi doce horas después de la muerte de Hugo Chávez, no me siento capaz de expresar el sosiego que me trasmite el maremágnum de expertos que se abalanzan sobre cámaras y micrófonos bien provistos de discursos esféricos. Mientras tanto, el océano Atlántico continúa funcionando de forma implacable como ese espejo deformante propio del Callejón del […]