También reivindicarán para sí el legado de colaboración de Mandela quienes braman que no puede haber justicia en la impunidad de los verdugos.
Incluso llamarán a seguir su ejemplo quienes consideran una abyección moral que la Justicia no delimite el abismo que separa a víctimas y verdugos -tal y como se hizo en Suráfrica-.
Pondrán especial hincapié en tratar inopinadamente de ‘Madiba’ a Mandela quienes lamentan que Franco muriera en su cama y olvidan que De Klerk aún duerme cada noche en la suya.
No faltarán al homenaje los jefes de estado de esos países islámicos que tratan a la mitad de su población -las mujeres- como si fueran negros.
Por supuesto, en la despedida al hombre que pasó 27 años en la cárcel y cuatro en el poder estará también el príncipe Felipe, que lleva casi la suma de esas dos cifras esperando acceder a un trono que confía en ocupar de por vida.
Le acompañará Rajoy, el hombre que más hizo en el mundo por erradicar las diferencias entre la contabilidad oficial y el dinero ‘negro’.
Imputados por corrupción que apelan a su condición de aforados Visitarán la celda de Rodden Island, en la esperanza de que sea lo más cerca que vayan a estar jamás de una cárcel.
Bono viaja a Suráfrica con el secreto anhelo de ser a Mandela lo que Elton John a Lady Di.
Si a nuestros padres les propinaban ‘Marcelino, Pan y Vino’, a nosotros nos suminstrarán generosas raciones de ‘Invictus’.
Escucharemos que “Mandela ha muerto, pero su ejemplo sigue vivo” en boca que quienes ni por asomo tienen intención de seguirlo. Hablar de un hombre en términos de ejemplaridad conlleva la renuncia a considerarlo envidiable.
El arte del taxidermista consiste en eviscerar el ejemplar disecable. Así, Mandela se convertirá en un negro encarcelado por el color de su piel, a secas. Las endiabladas relaciones propias de la ‘guerra fría’ y la repercusión que su final tuvo la desaparición del ‘apartheid’ son anécdotasw o directamente anatema.
Pondrán una nota de color musical en el evento las Spice Girls, que a la mínima ocasión que se presente cantarán aquello de “Yo te diré que es lo que quiero, lo que realmente realmente quiero,/ Entonces dime lo que quieres, lo que realmente realmente quieres, /Te diré lo que quiero, lo que realmente realmente quiero,/ Entonces dime lo que quieres, que es lo que realmente realmente quieres / Yo quiero, quiero, quiero, quiero, quiero realmente / Realmente realmente quiero zigzaguear”. Se puede decir más claro, pero no más alto.