Algún día se sabrá a quién corresponde el cráneo privilegiado que decidió que lo más conveniente para los intereses del alcalde de Donostia era dedicar un pleno extraordinario al -para Izagirre- comprometido asunto de la desanexión del Igeldo en lugar de incluirlo en un orden del día que incluía otra treintena de puntos a tratar. Se dirá que la oposición sobreactúa en este conflicto en el que nadie acierta a explicar cuáles son las ventajas -para los vecinos del nuevo pueblo- y cuáles los inconvenientes -para el resto de la ciudad-, pero esta constatación no pasa de ser una perogrullada. En la política como en la vida, las máscaras son más elocuentes que los rostros. Este principio opera sobre todos los grupos y a dos años vista de que los plenos comenzaran a retransmitirse en directo por televisión es estéril aparentar que la inocencia catódica sigue intacta porque sencillamente no cuela.
Tras la salida de los concejales del PSE y del PP, el PNV acudió al rescate de EH Bildu e hizo lo propio, impidiendo de esta forma que la coalición se lesionara un poco más a sí misma aprobando una medida tras otra con la ausencia de trece concejales de un total de veintisiete, tarea que ya parecía dispuesta a acometer. Lo que minutos antes no lograron los asesores de Izagirre fue salvarle de sí mismo y evitar por cualquier medio que proclamara: “El secretario hablará o no si se lo mando yo y le he dicho que no tiene nada que decir ahora”. Cada día resulta más difícil distinguir a la izquierda transformadora del señorito Iván. En todo caso, cabe especular sobre cuál hubiera sido la reacción de la primera si esas palabras hubieran salido de boca de Odón Elorza, por citar a un alcalde sobre el que gravitaban las acusaciones de caciquismo. Fue un instante cuartelero, ya se verá si conforme a la ley.
Por supuesto, el secretario no se pronunció. Sin embargo, ni siquiera al alcalde se le puede escapar que es muy probable que el hombre tenga mujer, hijos, otros familiares e incluso amigos. Y que habrán visto o acabarán viendo la escena. Y que es posible que a algunos de entre todos ellos no les haya terminado de gustar que su marido, padre, familiar o amigo sea objeto de ese trato un tanto vejatorio. Apuesto a que en estas fechas tan señaladas la escena se convertirá en motivo de chanzas privadas y burlas públicas en las que el alcalde quedará confinado a un papel ingrato. “Chsss, y tú no hables hasta que te lo diga el alcalde”, saltará alguien en la cena de Nochebuena. En el pleno de ayer, todos los portavoces se limitaron a manifestar sus posiciones políticas, mientras el alcalde incurría en el tremendo error de revelar algo más íntimo, quién sabe si un carácter. Y si por lo que fuera deseara presentar sus disculpas, necesariamente éstas habrían de ser públicas, como lo fue la ofensa. Si finalmente el próximo viernes se lleva a cabo ese pleno monográfico, aún en el aire, podría ser una inmejorable ocasión.