Lo habíamos dejado en que el lunes había estallado algo, pero aún no sabíamos el qué. Según anuncia hoy en la prensa Jesús Eguiguren, ha sido la paz definitiva. De confirmarse su teoría, se trataría de un artefacto de fabricación casera, demasiado poco ruido para tanto alboroto, quién lo hubiera dicho.
Sin embargo, no hay que olvidar que, en contra de lo que sostienen los expertos en lucha antiterrorista, las similitudes entre ETA y las organizaciones yihadistas son notables. La principal diferencia estriba en que en el caso de las segundas son los militantes los que se inmolan para que sobreviva su organización, mientras que la primera se suicida lenta pero colectivamente sin sacrificar necesariamente a sus miembros.
De la fuerte pulsión autodestructiva de ETA habla por sí solo el hecho de que es la única organización de ese tipo capaz históricamente de desautorizar por sistema los análisis benévolos de Eguiguren para ratificar los apocalípticos augurios de Mayor Oreja.
A la Izquierda Abertzale se le emplazó a elegir entre votos y bombas y ha optado por los primeros, bajo una fórmula denominada Sortu, de estatutos aparentemente impecables y un anagrama susceptible de ser recurrido ante el Constitucional, organisnmo que, por otra parte, tiene como sede un edificio estrafalario desde el punto de vista arquitectónico. En cualquier caso, la evidente incompatibilidad estética entre el anagrama del solete, y el del hacha y la serpiente debería jugar a su favor.
El nacimiento de Sortu, valga la redundancia, se ha producido mediante un happening singular en el que, por primera vez, hemos asistido a un alumbramiento en el que el propio recién se ha encargado de arrancarse a mordiscos el cordón umbilical. Ahora, los jueces deberán determinar si la criatura se parece más al padre o a la madre.
En cualquier caso, se trata de un bebé con vocación parricida, una mutación del conocido como ‘bebe medicamento’. Si éste era concebido para curar a su hermano, en el caso que nos ocupa su misión es aún más noble: liquidar a sus progenitores.
El Gobierno ya ha anunciado que remitirá los estatutos del nuevo partido a la Fiscalía del Supremo y al abogado general del Estado, pero todo apunta a que problemas de agenda -electoral, por supuesto- impedirá su presencia en los comicios de mayo.
De ser así, será necesario retorcer aún más la argumentación jurídica, cosa siempre posible, dada la elasticidad alcanzada por el ordenamiento constitucional del 78 gracias a su carácter intangible.
Por otra parte, nos movemos bajo la insoportable tensión que generan dos argumentos contradictorios: el primero recuerda que la Izquierda Abertzale ya nos ha engañado otras veces; el segundo constata que de cada ellas salió aún más debilitada.