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Belén Casado Mendiluce

La psicóloga en casa

Date permiso en tu vida

 

Date permiso para estar como te sientas en un momento dado sin forzarte a cambiar: puedes sentirte raro, sin energía o sin saber lo que te pasa (“hoy no tengo ganas de nada”, “estoy tan raro que no sé ni lo que quiero hacer”) Déjate estar tranquilo, y haz lo que necesites: parar y estar en silencio sin hablar o estar ocupado para no darle vueltas a la cabeza.

Date permiso para no hacer las cosas bien, sin analizarlo todo culpabilizándote (“ya he vuelto a alterarme. Pediré disculpas sin machacarme ni estar todo el día pensando en ello”) Ya intentas darte cuenta y aunque vuelvas a equivocarte otra vez, no vales menos por ello. Necesitas tiempo y tranquilidad para que las cosas se posen y así tomar conciencia de lo que te ocurre.

Date permiso para no estar siempre “trabajando” las relaciones de amistad, de pareja o familiares (“voy a dejar de preocuparme en cómo puedo hacer para que el otro quiera estar más tiempo conmigo”. “Voy a dejar de estar pendiente de cómo mejorar mis fallos”) No necesitas esforzarte en lo que muchas veces se tiene que dar de manera natural. Cuida tus relaciones con el mimo que puedas pero no te tomes el estar bien con las personas que te rodean como una meta a alcanzar, simplemente siendo como eres se dará o no, sin forzarlo. Tampoco el ser mejor persona es un objetivo a conseguir en la vida.

Date permiso para vivir la vida con la mayor consciencia que puedas…que no siempre conseguirás. Tu vida no es un examen perpetuo en el que tengas que sacar buena nota. Deja de ser el mayor juez de ti mismo y respeta tus tiempos para reaccionar (“aunque no haya sabido contestarle en el momento, le llamaré dentro de un par de días para decirle lo que me ha molestado”).

Date permiso para estar con personas que te den tranquilidad y estate con las que necesitan tu ayuda cuando te sientas con más fuerza y ganas (“No tengo energía para escuchar los problemas de esta amiga. Le diré que prefiero llamarle en otro momento cuando esté mejor”) Necesitas darte a los demás sin vaciarte porque no puedes quedarte tú mal ayudando a los demás.

Date permiso para tener paciencia contigo mismo cuando no cambias a la velocidad que desearías, para acogerte con cariño cuando te pillas con inseguridades y miedos (“me incomoda no mostrarme más seguro con mi familia, pero me dejo estar como puedo”), para no tener que demostrar a nadie ni siquiera a ti mismo que eres una persona madura e independiente (“sé que valgo como persona aunque no responda inteligentemente”).

Date permiso para valorar lo que de bueno tiene tu vida sin tener que justificarte ni recordarte lo que te falta. Agradece los elogios que se te hacen como un regalo de la vida. Se crece siempre con fe en uno mismo.

 

Caminamos…Belén Casado Mendiluze

belencasado@terra.es

 

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Sobre el autor

Soy Licenciada en Psicología y desarrollo mi trabajo en una consulta privada. Mi vocación desde joven ha sido la psicología, y a través de ella he buscado comprender a los demás y a mí misma. Desde ese trabajo interior, intento que lo que transmito sea un reflejo de aquello en lo que creo y que me sirve a mi. Me siento siempre en búsqueda, abierta a aprender de todo aquello que me haga crecer como persona. Y creo que lo que se vive como vocación no es sólo patrimonio mío sino que puede servir a los demás.


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