Este no es un post de cómo ser autocomplaciente contigo mismo sino de cómo aprender a valorar los aspectos positivos de tu forma de ser.
Primer paso: ¿Cómo valorarte? Aprende a hablar contigo mismo y mejor en voz alta. Puede parecer un signo prematuro de vejez eso de hablar con uno mismo a solas, pero nada más lejos de la realidad. Es enormemente positivo oírse uno a sí mismo decirse: “Has estado genial, Marta, porque has dicho lo que piensas sin alterarte”, “Has estado muy bien, Carlos, porque hoy has sacado el trabajo adelante”. Elógiate sin miedo y sin reparo, tu cuerpo y tu mente te lo agradecerán.
Quiero que te llames por tu nombre, así haces el mensaje más personal y directo. Utiliza palabras sencillas y cercanas ya que quién mejor que tú conoce cómo puedes hablarte. El sentido de la audición juega un papel importante porque al oírte hablar, te ayuda a reafirmarte en lo que dices.
Es mejor que te hables a solas en voz alta pero si no puedes porque hay gente delante, háblate en silencio pero de manera inmediata a lo que acabas de hacer, sin esperar a que pase el tiempo y tengas que acordarte de lo que hiciste.
Segundo paso: ¿Qué valorar? Valora el hacer las cosas que te causan temor, rechazo o desagrado y que las haces porque así lo has elegido, aunque te incomoden y hayas sido capaz de afrontar sólo una cosa en el día (un trabajo difícil, un nuevo cambio informático…) Valora las decisiones que te cuesta tomar y que en el día has conseguido enfrentar, aunque hayas dado sólo un primer paso (buscar trabajo, solucionar papeleo…) Valora lo que haces habitualmente aunque de manera rutinaria porque también eso te da estabilidad (preparar tu comida, hacer ejercicio…)
El que se suponga que has hecho lo que tienes que hacer, debes hacer o se supone que hace todo el mundo, no quita valor a que has sido capaz de hacerlo TU.
Tercer paso: ¿Para qué valorarte? Si quieres mejorar en lo que te cuesta o te supone una dificultad, elogia lo que has sido capaz de hacer aunque sólo hayas dado un paso en el día de hoy. Se mejora desde lo positivo, no estando pendiente de lo que te falta.
Por último, es infinitamente mejor que te refuerces a ti misma elogiándote que no el que vayas corriendo a comprarte algo o a darte el último capricho, así no haces depender de nada material ni exterior a ti tu propia autoestima, evitando el que te quedes enganchada ni dependiente de los refuerzos externos.
¡Animo, pruébalo y los resultados te sorprenderán!
Caminamos…Belén Casado Mendiluce