Si quieres tener una relación de pareja saludable y un buen trato con tus padres que no interfiera en tu propia familia, sigue estos consejos.
Primera regla de oro: Tú eres el hijo/la hija de tus padres; por tanto, el responsable, junto con tus hermanos, de atender a tus padres como creas conveniente. No es tu pareja quien les tiene que cuidar ni preocuparse por ellos, salvo que le salga de manera natural y por propio deseo.
Eres tú quien se tiene que implicar directamente en la relación con tus padres, con todo el compromiso que tú estés dispuesto a asumir en tu vida por atenderles, no tu pareja; no le puedes pedir a ella que los cuide y vaya a visitar si tú no puedes llevar a cabo esa responsabilidad.
Segunda regla de oro: Si quieres dedicarles un tiempo a tus padres: dar un paseo con ellos o hacerles una visita, no le obligues a tu pareja a que te acompañe. Ella no está obligada a hacer el mismo plan que tú salvo, vuelvo a decir, que le apetezca. La libertad es fundamental en la pareja.
Tiene que haber libertad para hacer o no planes juntos siempre que a los dos os apetezca. Una cosa es ceder y ser flexible y, otra bien distinta, convertir en norma el hacer lo que no te agrada sólo por agradar al otro; esa actitud acaba anulándote como persona.
Tercera regla de oro: Si las visitas que haces a tus padres condicionan tu propia relación de pareja porque tenéis menos tiempo para estar juntos, por ejemplo, debes llegar a acuerdos con tu pareja. Decidid, entre los dos, la periodicidad con la que podáis mantener esas visitas (cada quince días, por ej.) sin que ninguno de los dos se sienta molesto. Y cumple ese acuerdo.
Tener buena comunicación en una pareja no significa sólo que cada uno diga lo que sienta y necesite, sino que esa opinión se tiene en cuenta y se toman decisiones conjuntamente, ya que una pareja es cosa de dos. Si habláis mucho pero no llegáis a acuerdos, eso es un ”diálogo de sordos”.
Caminamos…Belén Casado Mendiluce