-Paciente (P): Buenos días, Belén. He decidido venir a tu consulta porque necesito tu ayuda. Tengo una relación de pareja desde hace un año con una mujer con la que estoy muy a gusto. Ella me viene planteando su deseo de que convivamos juntos pero yo no lo tengo tan claro. En ocasiones, pienso que sería mejor que cada uno conservara su independencia y libertad viviendo cada uno en su casa, viéndonos cuando nos apeteciera pero, otros momentos, no lo tengo tan claro.
-Terapeuta (T): ¿Qué tienes miedo que ocurra si vivís juntos?
-P: Vengo de otra relación de convivencia en la que el roce diario nos llevó a más discusiones. Quizás no nos conocíamos suficientemente y no quiero volver a pasar por una relación tan desgastante como la que tuve. Tengo miedo a convivir, lo reconozco, y que se estropee la relación tan buena que tengo ahora con mi pareja actual.
-T: Es importante que habléis entre vosotros con total franqueza de lo que cada uno siente, para comprender los miedos que están por debajo de vuestras conductas. No obstante, pienso que una convivencia debe darse con la mayor naturalidad posible, sin tener que forzar nada. Lo importante es la calidad de vuestra relación, que no necesariamente se mide por compartir el mismo techo.
-P: Mi pareja me dice que prefiere el día a día, el compartir como estemos en cada momento pero tampoco me está forzando a nada ni me pone ningún ultimátum. Soy yo el que estoy confundido porque también a mí me cuesta salir de su casa para venirme a la mía pero, en otros momentos, agradezco tener mi espacio de soledad.
-T: Otra solución es que paséis algunas temporadas juntos para observar cómo os sentís en la convivencia. No necesariamente tienes que dejar de tener momentos de soledad aunque convivas en pareja: podéis tener la suficiente flexibilidad entre vosotros como para respetar unos espacios de soledad de cada persona. Pero esas necesidades se ven mejor en el trato diario.
-P: Tienes razón en lo que dices. Cuando estamos juntos el fin de semana me siento muy relajado con ella y, ahora me doy cuenta, es mi miedo el que me hace desear volver a mi casa porque no quiero que ninguna discusión altere nuestra relación. Creo que primero tengo que solucionar el miedo que tengo.
-T: Efectivamente. Decidáis lo que queráis que no sea por el miedo, sino porque los dos libremente así lo elegís. Tu miedo no te deja estar relajado en la relación aprendiendo a solucionar los inevitables malentendidos que puedan surgir; eso también forma parte de ir madurando como pareja.
-P: Gracias, Belén. Me has ayudado a ver las cosas con más claridad. La próxima vez que nos veamos te contaré cómo me va.
-T: Me alegro que te sientas mejor. Hasta la próxima consulta.
*Este consultorio es una recreación ficticia que no responde a ningún paciente concreto.
Caminamos… Belén Casado Mendiluce