Martín R. Ojeda (*), nuestro etólogo canino, trata de ayudarnos a entender cómo se comunica nuestro perro con nosotros.
“Señalemos, a modo de resumen, que en nuestro artículo anterior (pinchar aquí para leerlo) explicamos que para que exista comunicación tiene que haber un emisor del cual sale el mensaje, un receptor que lo reciba y un mensaje susceptible de ser comprendido por éste de forma que ocasione una determinada conducta (o cambio en la misma). Dijimos también que esa comunicación puede clasificarse, entre varias formas, según su respuesta sea inmediata, sutil o retrasada en el tiempo.
Ahora bien. Tenemos una conducta que nuestro perro lleva a cabo con un determinado fin (por ejemplo, mostrar los dientes) y que ocasiona otra conducta (que el “aludido” aleje la mano). Supongamos, con toda lógica, que esa relación causa-consecuencia se repite cada vez que se da la situación: cada vez que el perro muestra los dientes, el hombre aleja la mano. ¿Este proceso no le recuerda nada? Haga memoria.
Una conducta que obtiene la respuesta deseada se refuerza a sí misma, ¿no es cierto? Si el chucho ladra y le abro la puerta, cada vez que quiera que le abra la puerta, ladrará. ¿Tenía el ladrido como fin en sí mismo la apertura de la puerta, o el perro ha aprendido a utilizarlo para eso? Se estará preguntando usted a estas alturas si el tío este que escribe está diciendo que la forma de comunicación es modificable a través del aprendizaje… Efectivamente.
No vamos a volver a tratar aquí el tema del aprendizaje ya que lo hemos hecho extensivamente en otros artículos, pero recordemos que una conducta que obtiene un refuerzo positivo se afianza mientras que una que no lo tiene tiende a extinguirse. Evidentemente, la obtención de lo que desea es un refuerzo, de modo que en muchos casos el uso de formas de comunicación que nos resultan desagradables (por ejemplo, el ladrido excesivo) es propiciado por nuestra propia actividad.
Sigamos con el tema original.
Dijimos pues al hablar de la neotenia hace un par de semanas, que el perro había abandonado el uso habitual del aullido para conservar el del ladrido. Sin embargo, éste no constituye su única vía de lenguaje ya que los perros se comunican a través de tres grupos de señales: las vocalizaciones, el llamado lenguaje corporal, y las señales olfativas.
Las vocalizaciones están formadas por distintos tipos de sonido, entre los que son más usuales -además del ladrido- el gruñido y el gemido. El gruñido, a diferencia del ladrido, sí es común a todos los cánidos y puede considerarse como la primera fase de un display conductual; mientras que el gemido suele tener una función de tipo social, indicativa de alegría o dolor.”
(*) Martín R. Ojeda es etólogo y adiestrador de Servicios Caninos Integrales
(**) Si quieres que Martín te ayude con tu perro, recuerda rellenar este cuestionario y enviarlo a unomasenlafamiliablog@gmail.com.