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Lorenzo Mejino

Series para gourmets

White Lines : el algoritmo y la escopeta de feria

Es dificil sacar la cabeza de entre toda la ingente producción que estrena Netflix, pero en principio la unión de sus dos mejores activos no estadounidenses, la productora de la insigne ‘The Crown’ y las mentes creativas de ‘La Casa de Papel’, para producir ‘White Lines’, un thriller ambientado en la isla de Ibiza, debía ser una de los pelotazos previsibles de la temporada.

Las primeras señales de alarma llegaron ante la escasa publicidad de su estreno, en especial si lo comparamos con la campaña promocional que hicieron para estrenar una mediocridad tan banal como ‘Valeria’. Invertir en grandes nombres para no publicitarlo a los cuatro vientos, suele tener truco escondido, en especial en pleno confinamiento, cuando la gente se tragaba lo que hubiera para pasar el rato.

El visionado completo de ‘White Lines’ confirma esos temores, al no cumplir esas expectativas por intentar abrir demasiados frentes, incluso temporales, que se les van de las manos, lastrados por algunas interpretaciones muy poco inspiradas, que hacen de ‘White Lines’ una serie que se deja ver por la profesionalidad de la gente implicada, pero que atrapa tanto como una cuerda hecha con espaguetis.

Su cancelación al finalizar su única temporada confirma esas impresiones de que no siempre el algoritmo es infalible y la unión de grandes ingredientes puede dar como resultado esa escopeta de feria que menciono en el titular, como les vamos a analizar a continuación.

Ficha: White Lines 10 episodios 50 m.   May 2020 Netflix (E)

Sinopsis:  Unas inundaciones en el desierto de Almeria sacan a la superficie el cadáver de Axel Collins, un DJ de Manchester que había desaparecido misteriosamente en Ibiza, veinte años antes.

Al conocer que la policía española no iba a investigar el crimen, al haber prescrito el delito tras veinte años, su hermana Zoe, una apocada bibliotecaria, casada y con una hija decide desplazarse hasta Ibiza, para intentar encontrar pistas que le puedan ayudar a descubrir al asesino de su hermano.

Pronto entra en contacto con su circulo de amigos de hace dos décadas, empezando por Marcus, un DJ ahora cuarentón que complementa sus sesiones discotequeras con trapicheos de todo tipo y sobre todo con la familia Calafat, la más poderosa de la isla y cuyos dos hijos estuvieron relacionados con su hermano en su juventud.

En esa búsqueda de pistas, Zoe va a tener la colaboración inesperada de Boxer, el guardaespaldas de la familia Calafat.

El inicio: Andi Harries es el presidente de la poderosa productora británica Left Bank, responsable de éxitos como ‘The Crown’ y ‘Outlander’ . Harries tiene una casa en Ibiza donde pasa largas temporadas y es un enamorado de las Islas Baleares, donde no dudó en ubicar otra serie de su productora como fue ‘Mad Dogs’ .

Tras comprobar el éxito de ‘Narcos’ , Harries empezó a pensar en un concepto similar pero mezclando el tráfico de drogas sintéticas en Ibiza con el éxodo de DJ británicos para pinchar en los clubs más exclusivos de las isla, creando una escena muy particular de ‘cultura de club’ que todavía perdura en nuestros días.

Para desarrollar el concepto quería contar con un creador español, para poder tener el punto de vista local como ancla de la historia y contactó con Alex Pina que había tenido un cierto éxito en el Reino Unido con ‘Vis a Vis’ y que había acabado de estrenar una serie ‘La Casa de Papel’ que no había funcionado muy bien en su pase por Antena 3.

Pina había trabajado como periodista en el Diario de Mallorca antes de convertirse en guionista y es un gran conocedor de la realidad balear, pero al principio no lo vio muy claro, hasta que la insistencia de Harries le convenció tanto a él como a su mano derecha Esther Martinez Lobato, para aceptar asociarse en esa coproducción internacional.

La casualidad hizo que de forma casi simultanea a esas negociaciones, ‘La Casa de Papel’ se convertía en un éxito mundial gracias a Netflix elevando el prestigio de Alex Pina a niveles insospechados. No es difícil imaginarse a los ejecutivos de Netflix salivando cuando se presentaron los dos socios para venderles su nuevo proyecto, que fue comprado casi en la puerta de entrada al edificio corporativo de Los Ángeles.

Con el proyecto aprobado, decidieron rodar en Mallorca, en lugar de Ibiza por cuestiones logísticas, de equipos y de presupuesto, con la utilización de algunos planos de recursos ibicencos para dar el pego. Se repartieron las funciones, quedando la sala de guionistas a cargo de Alex Pina y Esther Martinez Lobato con otros tres guionistas españoles,más uno bilingüe, para realizar las traducciones finales al ingles, al rodarse la serie en los dos idiomas de forma indistinta, dependiendo del personaje que hablara.

Los ingleses se quedaron los aspectos productivos y de gestión del rodaje, con una gran mayoría de directores y técnicos británicos excepto el español Luis Prieto, con mucha experiencia en dirigir series en los EEUU, como ‘Z Nation’ o ‘Start Up’, pero que nunca había dirigido televisión en su país natal.

‘White Lines’ se estrenó en plena pandemía, el 15 de Mayo y como he comentado anteriormente casi de tapadillo, por lo menos en nuestro país, esperando que el boca a boca hiciera el resto y lo cierto es que lideró sus rankings semanales, aunque como los datos solo los tiene y los proporciona el propio Netflix, es como decir que hemos ganado todos los partidos de una liga secreta que nos hemos montado nosotros.

Este fue el primer trailer de promoción de la serie.

La trama: ‘White Lines’ tiene una estructura extraña y arriesgada al desarrollar tres arcos paralelos en el presente pero cuya conexión se encuentra en el pasado con la figura central del Axel Collins, el DJ fallecido , que tiene su propia historia en forma de flashback.

La linea principal es la que implica a su hermana Zoe y la búsqueda de la verdad sobre lo que le pasó a su hermano, investigando como una especie de detective privada aficionada lo que sucedió hace dos décadas, con la ayuda del matón Boxer, que le ayuda a navegar por el inframundo ibicenco, más allá de las fachadas de los clubs y el hedonismo que caracteriza a partes de  Ibiza.

En segundo lugar tenemos el ambiente de los clubs y la droga que se maneja en ellos, a través de la figura de un DJ crepuscular, Marcus,  que combina el aspecto de pinchadiscos y delictivo, con bastante torpeza. Esos trapicheos  le van a crear graves problemas con los traficantes principales y los propietarios de las redes de distribución, en especial cuando su ex-mujer y sus dos hijas acaban siendo salpicadas por sus chanchullos.

Por último tenemos la trama española con la poderosa familia Calafat que no tienen nada que envidiar en sus reuniones familiares a los Roy de ‘Succession’, al controlar todos los poderes fácticos como una especie de caciques ibicencos, pero completamente a la greña entre ellos. En el siguiente vídeo pueden ver como Marta Milans, la actriz que encarna a Kika Calafat, explica su personaje y la relación con su familia.

Por último tenemos esa cuarta linea del pasado, donde conocemos todos los detalles desde la llegada de Axel Collins a la isla proveniente de Manchester hasta su trágico final que nos es desvelado en el último capítulo de la 1T. Todas esas lineas se presentan en el segundo trailer de la serie.

Para que un planteamiento tan complejo acabe funcionando, todas las piezas deben funcionar de forma adecuada y en este caso no sucedía porque tanto la historia principal de Zoe como la del flashback, no funcionaban en ningún momento, llenas de comportamientos inverosímiles y gratuitos que lastraban por completo la historia general.

El personaje de Zoe centra todos los problemas puesto que el paso de apocada bibliotecaria a superdetective no tiene por donde cogerlo, al mostrar una transición brusca y por arte de magia, como cuando de repente decide huir en una persecución policial conduciendo como si fuera Carlos Sainz en el Dakar por la isla ibicenca.

No es el primer caso de conversión de una mujer ordinaria en alguien extraordinario, pero en este caso el personaje carece de esos mimbres para que sea convincente ese abandono de toda su vida anterior ( estabilidad, marido e hija) por la búsqueda del asesino de su hermano. Si encima le añadimos una relación telenovelesca con ese Boxer que es presentado como una especie de matón en busca de redención al ayudar a Zoe, tenemos el desastre completo

Los dos actores Laura Haddock y Nuno Lopes se compenetran tan bien como un pulpo en un terrario y ese agujero negro en el eje principal de la serie se traga todo el resto de las historias, como se puede comprobar en esta recopilación de escenas de Boxer.

El segundo problema de la serie es la trama del pasado, con unos actores intercambiables y unas imágenes que parecen una recopilación de los anuncios veraniegos de cerveza de los últimos veinte años, mostrando unas interacciones que solo buscan aumentar el numero de sospechosos, pero sin descartar a ninguno, para montar un misterio por acumulación de posibles asesinos, más que por una historia pulcra y aseada.

El resto funciona más o menos, con la trama del DJ Marcus como fuente de algunos momentos y gags estrambóticos y brillantes que quitaban peso a la pesada trascendencia de Zoe y Boxer, mientras que la trama española salía adelante gracias a la gran profesionalidad de Pedro Casablanc, Juan Diego Botto y Marta Milans, que hacían creíbles algunos giros familiares dignos de un culebrón ecuatoriano

La unión de todas esas piezas desencajadas ha dado como resultado que ‘White Lines’ pueda tener su interés si tiene la imperiosa necesidad de conocer al asesino de Axel Collins, para tener la sensación que no ha desaprovechado el tiempo. De todas formas, lo más probable es que le acabe pasando como en mi caso que acabe mirando el móvil o haciendo otras tareas mientras aparecen esos paisajes mallorquines de fondo.

Me he quedado con la sensación de que teníamos por un lado la serie que querían los productores y directores británicos y por otro la que habían escrito los guionistas españolas y entre medio el algoritmo Netflix dictaminando giros y tramas, con el resultado final de un conjunto deslavazado y bastante inconexo. que no ha contentado ni a unos ni a otros.

Los actores: Laura Haddock es una actriz que me había gustado en las series británicas donde había aparecido como ‘The Level’ o ‘The Capture’ pero en esta ocasión me ha defraudado por completo, con una interpretación mustia y desganada, incapaz de transmitir ninguna de las cosas que le pasaban por la cabeza a la pobre Zoe y lo que es peor, de hacerlas creíbles. Su química con Nuno Lopes era desastrosa y de eso se resienten mucho todas las escenas que comparten que por desgracia son demasiadas.

En el siguiente vídeo pueden conocer a la actriz que en principio era la cabeza de cartel pero ha acabado siendo uno de los verdugos de la serie.

No conocía apenas al actor portugués Nuno Lopes, al desarrollar casi toda su carrera en el cine de su país natal y desconocer las series en que había participado, excepto ‘Mata-Hari’ una extraña coproducción ruso-portuguesa. A pesar de ser un actor muy popular en Portugal si tuviera que juzgarlo solo por ‘White Lines’, poco más he visto que un cuerpo cincelado que no dudaba en mostrarlo a la más mínima ocasión pero sin establecer ninguna chispa con Laura Haddock, en una de las peores parejas de 2020.

Por el contrario siempre es un placer encontrarme con Daniel Mays, que en esta ocasión encarna al desbordado DJ Marcus, con bastantes instantes cómicos que Mays defiende muy bien, en un buen cambio sobre los papeles dramáticos que es donde se encuentra como pez en el agua.

Daniel Mays ha participado en algunas de las mejores miniseries británicas recientes como ‘Ashes to ashes’, ‘Public Enemies’ , ‘Red Riding’ o un memorable personaje en ‘Line of Duty’ y reconozco que ha sido una de mis razones para finalizar la serie.

Los actores españoles de la serie han sido de lo poco salvable a pesar de tener algunos personajes muy difíciles de defender, en especial en el caso de Juan Diego Botto, que interpreta a Oriol el heredero de los Calafat y con una vida sexual bastante extraña. Acostumbrado a los rodajes internacionales como demostró en ‘Good Behaviour’, tras una buena carrera cinematográfica, Botto ha puesto el piloto automático para salir airoso del envite.

Marta Milans es una actriz valiente y arriesgada que no dudó en ir a estudiar a Nueva York y abrirse camino como actriz en EEUU, consiguiendo papeles en ‘Ley y Orden UVE’ o ‘Killer Women’. Ese trabajo lo  iba alternando con apariciones en series nacionales como ‘El Embarcadero’ de los mismos creadores de ‘White Lines’, que no dudaron en llamarla, gracias a su excelente dominio del ingles para interpretar a Kika, la hija díscola de la familia Calafat. Milans tiene una buena presencia escénica y ha defendido muy bien a un personaje algo mejor definido que el de su hermano en la ficción.

Pedro Casablanc es uno de los actores secundarios más fiables de nuestro panorama nacional y que además es capaz de rodar en varios idiomas sin ningún problema, por lo que es ideal para este tipo de proyectos internacionales. En esta ocasión interpreta al patriarca de los Calafat, Andreu, un empresario ambicioso y despiadado que controla mejor sus negocios que a su familia.

Final : ‘White Lines’ había sido creada en principio para tres temporadas y el final de su primera entrega permitía seguir con la historia que por lo menos en el Reino Unido me consta que tuvo cierta popularidad, bastante más que en nuestro país, pero sin convertirse en la sensación mundial que esperaba el algoritmo.

La sorpresa para muchos llegó cuando recientemente anunciaron que la serie quedada cancelada sin dar muchas explicaciones porque narratívamente tenía cuerda para poder seguir sin demasiados problemas.

En esta ocasión mi teoría personal, sin contraste alguno, es que ha sido una victima clara de la COVID-19 y las dificultades de poder realizar una coproducción internacional en estas circunstancias, que iban a encarecer mucho el presupuesto y la duración del rodaje, con las cuarentenas en ambos países, jugando un papel importante.

Las agendas de los actores y de los propios productores suelen ser difíciles de encajar en un primer momento, pero con este tipo de circunstancias son una verdadera pesadilla, por lo que no me extraña que hayan optado por el camino fácil de cancelarla, como probablemente habrían seguido otra temporada sin la pandemia.

Tampoco me ha dado la sensación que haya mucha gente que lo lamente, prueba de la indiferencia con que fue acogida y que no deja de ser un ilustrativo final para una serie decepcionante.

Para finalizar les dejo un reportaje sobre el rodaje mallorquín de la serie, concrétamente en Portocolom en el municipio de Felanitx.

Esperamos sus opiniones y comentarios, aquí o en nuestra cuenta de twitter (@lmejino). Hasta la próxima

Lorenzo Mejino

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Sobre el autor

Series para gourmets nace con la pretensión de ayudar a personalizar su menú televisivo con el panorama mundial de series. Cada lunes hablaremos de series remotas ni estadounidenses ni británicas, no estrenadas en nuestro país. Cada miércoles de series actuales estrenadas aquí y los viernes recordamos series del pasado de la televisión

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