Esta vez fueron 20 tintos y sacamos tres conclusiones muy curiosas:

1.- Cuando alguien vive y ama (mama) el vino desde pequeño. Cuando no tiene otra obsesión que la tierra, el viñedo y el vino. Cuando el vino se hace de un solo pago y cada mañana no hay otra lugar a donde mirar más que las viñas y sabes que de esas viñas saldrá el vino más especial que haces. Cuando ocurre todo eso no se puede hacer otra cosa que un vino de gran calidad. El mejor de la cata.

2.- Sorprende encontrarse con una marca importante que hace crianzas que dicen más bien poco, es muy raro, a menos que tenga una explicación lógica al estilo de: puede que haya una nueva generación de la bodega la que se dedica a hacer los vinos de categoría, una especie de capricho de un gran enólogo, mientras que la base de las ventas la sigan haciendo al estilo más antiguo. Nada que objetar, al fin y al cabo lo que les da dinero son los crianzas.

3.- Las grandes empresas tienen siempre su corazoncito y cuando quieren pueden hacer vinos que destaquen con garnachas que merecen la pena, porque esa uva la están entendiendo como siempre debió ser y que un día dejó de ser, una uva de gran calidad y calidez.

Tres fueron los vinos que destacaron, y quiero decir que las diferencias fueron mínimas porque todos los vinos eran de gran calidad: Contino Viña el Olivo 05, Blecua 04 y Dinastía Vivanco Cuatro Varietales 05. Cada uno de ellos merece la pena para ese gran momento que hay que celebrar, que seguro que lo habrá.

Blog escrito escuchando: Elton John, Don’t Shoot Me…