Andábamos de comida el otro día y estábamos probando un Faustino 2001 de una edición muy especial, La Rioja en su máxima expresión y le pedí a Roberto (Ruiz, cocinero y mejor catador) una definición y dijo: “elegancia”. De acuerdo pero cómo de elegante, ¿elegante como David Niven en Casino Royale? ¿elegante como Cary Grant en Historias de Philadelphia? o elegante como un baile de Astaire y Rogers. Eso sí, siempre en blanco y negro porque es un vino clásico. Y pensando en eso, si yo definiera un vino como David Niven en Casino Royale ¿qué pensaría alguien que no hubiera visto esa película? Elegancia puede que no sea nada, pero es que una definición más ajustada puede que tampoco.
Precisamente en torno a ese tema leí una definición que hacía el mismo Pierre Emmanuel Taittinger de un par de sus vinos, harto ya de las palabras comunes y las definiciones sin sentido:
Blanc de Blancs, Comtes de Champagne 1998: “es como una mujer brasileña corriendo por una playa”.
Blanc de Blancs, Comtes de Champagne 1993: “como un monje que ha vivido una vida de austeridad y, de repente, se encuentra en la playa con la mujer brasileña.”
A la espera de saber si la tal brasileña suda o no, lo que haría que el champagne en cuestión tuviera sus problemas aquí os dejo un motivo de reflexión: