Empezaba la tarde y un par de críticos de los importantes ya tuiteaban palabras como “fraude”, “lista tonta” y palabras más duras contra los que se prestan a seguir el juego de los 50 mejores restaurantes del mundo, digamos que la juerga anual empezaba bien temprano.

Y sale la lista incluso media hora antes de la convocatoria (cuando ya se conocía en medio mundo llamaban a los invitados a la sala, en la época de la inmediatez eso es hacer el ridículo a menos que no hubiera cobertura en los salones donde se celebra el acto) y nos enteramos de que el Celler de Can Roca está colocado en un más que merecido primer puesto. El Celler es hoy un compendio de local que transmite tranquilidad y bienestar, además de lujo comedido, estilo y elegancia. La cocina es un resumen de lo que buscamos en la cocina más actual, hay mucha tradición, la cocina de su madre siempre está presente, no se escatima en el mejor producto, hay una técnica tan bien ejecutada y que está tan por delante de su tiempo que incluso han llegado a inventar formatos nuevos y, por encima de todo, hay una creatividad desbordante que parece que no tiene limites. Y luego está la sala perfecta que acaba en un salón único para la sobremesa y los vinos de Pitu que ha hecho que la vsita a la Bodega del restaurante sea una experiencia en sí misma. así que en eso no hay ninguna duda, y será realmemte difícil desbancarles.

Dicho esto a partir de ahora asistiremos a todos los dimes y diretes de la maldita lista, que si no se puede hacer una lista así, que si no tiene ninguna validez, que si la lista roja es mejor… personalmente me da igual, uno que ha sido educado de la mano de los Jesuitas sabe que esto de las listas fomenta la competividad, pueden ser injustas pero existen y son una perfecta herramienta de marketing. Así que quien a dios se la dé, San Pedro se la bendiga.

Pero, se mire como se mire, no se puede entender una lista seria de los 50 mejores restaurantes del mundo sin Akelarre, Martín Berasategui o, más que nunca el Aponiente de Angel León.

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