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Cecilia Casado

A partir de los 50

Crecimiento Personal. “Contradicciones absurdas”

 

 

No seré yo quien lance la primera piedra en el tema de las contradicciones; más que nada porque podría caer encima de mi propia cabeza. Pero me ha parecido que se puede hacer un poquito de autocrítica en este sentido, nunca viene mal que corra el aire en la propia psique.

En primera persona de indicativo diré que sigo manteniendo algunas contradicciones en mi “modus operandi” a pesar de que, por mi ya casi provecta edad, debería haber elegido un lugar fijo donde aposentarme con ideas y principios. No es así por decisión propia –que quede claro-, reivindico mi derecho a cambiar de opinión e incluso a ser clamorosamente contradictoria.

Mi contradicción más flagrante en los últimos tiempos ha consistido en pasar de ser una admiradora incondicional de cierto tipo de hombre a no gustarme nada de nada. Y me explico. En cierto momento de mi vida realicé el “retrato robot” del hombre ideal para mí. Primaba la inteligencia sobre la belleza, lo mental sobre lo emocional, el valor por encima de la empatía, el punto “canalla” por sobre la generosidad y, para rematar, que fuera bien vestido y tuviera una buena educación. Nada del otro mundo si se considera de dónde vengo y adónde se suponía que tenía que ir.

Me lució el pelo malamente con este “estereotipo”, pero aun y todo me empeñé en seguir fiel a él hasta que, casi cumplidos los cincuenta años, el mundo se derrumbó sobre mi cabeza -o casi- y tuve que reajustar esquemas. Después de creer que estaba bien aposentada en mis creencias, de haber mostrado al mundo cuáles eran mis principios e ideales en materia amorosa, cambié de opinión y me contradije en casi todo lo que antes me pareció una especie de dogma. O como dice una buenísima amiga mía cuyas ironías me encantan: “Con que esté vivo me conformo”. Bromas aparte, tengo que adaptarme a mis propias contradicciones, qué remedio me queda.

Por no hablar todo el rato de mí, contaré la anécdota de primera mano. Un amigo fue a la boda de su jefe, pagando la “cuota” correspondiente, a pesar de que dicho jefe es una persona injusta en lo social, en los salarios e incluso en el trato. Me explicó que no era hipocresía, sino contradicción entre lo que sentimos, pensamos y acabamos haciendo.

Qué verdad es que vemos antes la paja en el ojo ajeno que la viga en el propio; qué verdad sigue siendo que los actos que nos molestan de los demás suele ser porque son un reflejo de nosotros mismos. Y no es menos verdad aún que a hacer autocrítica no nos enseñaron ni en casa ni en la escuela sino que nos empujaron a mantenernos firmes en las creencias aunque éstas cayeran por su propio peso en las más que patéticas circunstancias por las que todos hemos pasado alguna vez.

Por eso hablo de contradicciones con soltura, casi con amigable colegueo, porque en mí están, alrededor las veo y, sinceramente, me parece muy bien que tengamos algo sobre lo que reflexionar. Por eso titulo este post “contradicciones absurdas”, para reivindicarlas y permitírnoslas sin sentimiento de culpa alguno. Nobody is perfect!

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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