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Cecilia Casado

A partir de los 50

Reflexiones a la orilla del mar. “Conejito viajero”

 

“Conejito viajero” es un peluche pequeñito que cabe en cualquier bolso. Un conejito simpático que me regalaron mis hijas hace ya muchísimas lunas, cuando andábamos de viaje las tres juntas –qué tiempos, qué nostalgia, qué felices éramos- y que dieron en llenar de besos al despedirse. -“Para que no te sientas sola, ni triste”, dijeron. Y “conejito viajero” fue así bautizado y empezó a recorrer mundo sin pasaporte visitando pirámides, puentes y relojes famosos, torres de todos los estilos y tiempos y sentándose a la mesa conmigo para roer sus zanahorias imaginarias.

 Lo de llevar un “peluchito” en el bolso es una de esas tonterías llenas de significado que se nos ocurren a las mujeres que hemos tenido la valentía de “resucitar” a la niña que llevamos dentro y que, por aquello del paso del tiempo y los convencionalismos inútiles, habíamos dejado relegada a un lugar frío y oscuro del archivo emocional.

 

Cuando “conejito viajero” me pidió que le sacara una foto en Jerusalem, en la plaza del muro de las lamentaciones, con un soldado israelí armado a un lado y otro soldado árabe armado a pocos metros, tuve que explicarle que la gran hipocresía del mundo consiste en rezar dándose cabezazos contra una pared o contra el suelo y al terminar disparar para matarse mutuamente en nombre del dios de turno. Ni qué decir tiene que esa foto no se la hice.

 En otra ocasión estábamos en lo alto de los restos de piedra mayas  en los aledaños de una vieja selva y fue él quien no quiso que le expusiera a las viejas –y nunca disueltas- energías de tanta muerte, tanta sangre derramada y dolor provocado en nombre…de otros dioses. Fue en Chichén Itzá hace varios años, pero “conejito viajero” se acordaba, debe tener buen olfato, porque al volver el año pasado al país de los aztecas y pisar Teotihuacan volvió a hacerme el mismo “numerito”; no quería posar en sitios donde se hubieran masacrado a seres humanos.

Su actitud nos dio mucho que hablar y que reflexionar. ¿Por qué está considerado una aberración visitar los campos de exterminio nazi y no así las pirámides mayas y aztecas desde la que se realizaban sacrificios humanos?

 El año pasado tuve un desliz imperdonable olvidando a “conejito viajero” en mi casa del otro mar. Acabábamos de regresar de un viaje a Londres y, en la vorágine de equipajes, se me cayó del bolso y se quedó pillado entre la cabecera de la cama y la pared. No me avisó, quizás cansado de tanto andar dando vueltas, y ahí ha estado, nueve meses solo. Seguramente habrá tenido muchísimo tiempo para pensar… porque cuando pude por fin volver y buscarlo y encontrarlo con una fina película de polvo e indiferencia sobre su cuerpo, he sabido que tendría que soportar su mudo reproche durante unos días, hasta que volverlo a llevar a ver el sol y tomar el aire y oler el mar y los mojitos del chiringuito y sentarse ante un plato de buena fideuá.

 

A veces hacemos algo similar con las personas: las olvidamos simplemente y cuando nos damos cuenta de que no están a nuestro lado caemos en la cuenta de que, quizás hayamos sido nosotros mismos los que hemos demostrado poco interés en seguir cultivando la amistad, olvidándonos de hacer crecer el cariño, dejando de trabajar la relación. Pero con las personas no se puede hacer como con “conejito viajero”, sacudirles el polvo y hacer como si no hubiera pasado nada, no. No es justo ni decente.

Esta pequeña historia me sirve para reflexionar… y para espabilarme la memoria –que ha sido un invierno lleno de “olvidos”- cuando tenga que volver a hacer las maletas y no olvidarme de mis buenos y simpáticos compañeros de viaje. De ningún “pelaje”.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

Fotos: Cecilia Casado

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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