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Cecilia Casado

A partir de los 50

Lo que se hace por amor… ¡Ya tengo un smartphone!

 

Mira que he gastado energía criticando a esa gente que pasa el rato haciendo que sus pulgares se conviertan en mutantes de darle al teclado para enviar mensajes con la aplicación de turno, mira que me ha dado para reflexiones el contemplar a tantas parejas absortas en sus teléfonos “inteligentes” mientras demuestran ellos mismos poco apego por la inteligencia propia, mira que…por la boca muere el pez.

¡Lo que se hace por amor…! ¡Ya tengo un smartphone!

La culpa la tienen mis hijas, que conste en acta. Ellas, enfadadas conmigo porque me he negado a la comunicación ultrasónica a base de mensajitos, ellas que no desean que su madre se quede “obsoleta tecnológicamente”, a fuerza de insistir y darme la vara, incluso de ofrecerse a regalarme el aparatejo de marras, se han salido con la suya.

¡Para que luego me digan otras personas que soy intransigente o inflexible!

Contaré ahora mi pequeña odisea, mis sofocos y sudores, el esfuerzo titánico para contener los nervios que se querían desatar, el coqueteo con la histeria que he podido –por los pelos- evitar… toda una prueba de resistencia para una mujer que ya no cumple los cincuenta y a la que le gustaría recibir cartas en papel en el buzón del portal; en fin, del siglo pasado que se dice.

El caso es que había que ir a una tienda Vodafone (ya lamento la publicidad, pero va a ser arma de doble filo, ya se verá), pues con este operador empecé a hablar a distancia hace ya varios lustros, cuando se llamaban Airtel, -y adolecían de las mismas “peculiaridades” que ahora.

La tienda a la que acudía cerca de mi casa, cerró hace meses, -al igual que tantas y tantas sucursales que gestionan a dicho operador de telefonía- y, como a tantos clientes, nos obligaron a desplazarnos al centro comercial más cercano para ser atendidos por únicamente dos empleadas en medio de una ola de calor insoportable puesto que la empresa que les emplea, cuyo nombre no diré aunque ganas no me faltan- considera que no es necesario instalar aire acondicionado en un local que no tiene salida de aire más que al hall central del centro comercial y donde reina una temperatura rozando los 30º. Tampoco hay sillas para las personas de edad avanzada o con dificultades respiratorias, quedando a la argucia personal de llevar abanico en el bolso la evitación de un bajonazo de tensión o simple desmayo.

Entré pues en el sancta-sanctorum de la tecnología top rodeada de maquetas de smartphones de todas las marcas. La publicidad decía que “sólo para Guipúzcoa y durante el mes de Julio” había una campaña de ofertas de teléfonos a precio “0”, pero con compromiso de veinticuatro meses de permanencia. Si la tarifa mínima es 14€ por que te “regalen” el teléfono, el precio total del mismo viene a ser de 336€ (+ I.V.A.) amen del consumo realizado. Pero eso funciona así y a quien no le guste tendrá que seguir comunicando con txalaparta o llamando desde el fijo y pagando tarifas abusivas al hablar con el extranjero.

Porque eso quería yo: hablar con mis amores allende los mares sin dejarme el sueldo de pre-jubilada en el empeño.

Quise agenciarme un Sony o un LG porque creía que no eran chinos. Pero resulta que TODOS son Made in China, incluso el nuevo y rompedor Huawei que es el más bonito y grande de los teléfonos –quitando el IPhone, of course. ¿Sabíamos que Huawei Technologies Co. Ltd. es el mayor fabricante de equipamiento de redes y equipo de telecomunicaciones de China y del mundo, dejando en el segundo puesto a Ericsson desde el año 2012?

Y aquí estoy yo, que me he negado a visitar China en mis periplos viajeros por una deslucida solidaridad con sus pobres y explotados y esclavizados habitantes, comprando –una vez más- un producto fabricado en el país al que más manía tengo en este mundo.

He mirado la etiqueta de la falda que llevo y está hecha en Guipúzcoa –o eso indica el “B-20…” de su identificación de fabricante-; en el colmado de la esquina me han jurado por sus muertos que ninguna fruta y/o verdura que pueda comprarles a ellos viene de más lejos que…Chile o Argentina. (¡Qué horror, con lo buenas que están las vainas y los tomates de Astigarraga!)

Ya llevo más de veinticuatro horas jurando en arameo –porque en mandarín no sé, pero a este paso voy a aprender- peleándome con el Viber y otras aplicaciones sofisticadas para una mente simple como la mía, que he sido capaz de leer a Khrisnamurti o a Proust –con perdón- y EN TEN DER LOS, mientras que…estas virguerías “inteligentes” me superan, por todos los dioses…

En fin.

*Compréndase ahora porqué se me había olvidado el post de hoy. Media mañana OTRA VEZ en la tienda Vodafone de marras intentando poner las cosas en su sitio puesto que me habían programado el teléfono erróneamente.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

 

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Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


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