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Cecilia Casado

A partir de los 50

Amanda

 

Elegí tu nombre para ti antes de que existieras en mi vientre.

Amanda: “la que ha de ser amada, nada más claro y sucinto para expresar el amor que te estaba destinado.

Fuiste una hija deseada con la fuerza de un corazón que no sabe de límites o razones a la hora de luchar por sus deseos. En el cielo donde habitan los bebés que todavía no han nacido estuviste esperando demasiados años hasta que llegó una mujer y te incorporó a su seno.

No creas que me quiero atribuir el mérito de haberte parido –que eso podría haberlo hecho cualquiera- sino explicar cuánto te quise antes incluso de empezar a buscarte.

Probablemente no hubieras nacido si no hubiera sido por tu hermana. Al tener a mi primera hija, a nuestra querida Xixili del alma entre los brazos, sentí que aquella magia de origen más divino que humano, era el privilegio que tenemos las mujeres de elegir libremente ser vehículos para crear vida.

Mi primera hija abrió la puerta secreta del corazón donde habita ese amor que es inefable aunque tantas veces criticado: el amor de una madre. Y por eso supe, diez años antes, que tú también habitarías entre nosotras.

Hemos sido tres, somos tres. Tres mujeres poseedoras de una fuerza que se enreda en olas circulares, la savia de un árbol que no distingue entre tronco y ramas porque forma una unidad que vive entregada a un proyecto común: recorrer el camino de la vida sintiendo el amor.

Y nos queremos tanto aunque nuestros brazos no alcancen, nos sentimos íntimas y cercanas a pesar de que los besos se entregan al aire fresco de la noche con los ojos cerrados y una sonrisa feliz. Miramos las tres la misma luna, elevamos al cielo el mismo deseo, no podremos juntarnos este domingo para comer.

Amanda, hija mía, sé que vas a ser feliz hoy también. Siempre hemos dicho –y creído firmemente- que las distancias no existen, que la fuerza del amor viaja más rápido que la luz, que nos basta mirar al cielo y juntarnos en “nuestra estrellita cariñosa” para sentir que no estamos solas, que nos tenemos las unas a las otras en un pequeño espacio íntimo de amor donde no existe la pena ni la nostalgia, únicamente la alegría de estar vivas y recorriendo el camino elegido en absoluta libertad y entrega.

Y ahora me doy cuenta de que te escribo palabras alegres porque no quiero sentirme triste yo, al no poder ofrecerte, como otros años, el pequeño ritual del desayuno con velitas, la ofrenda envuelta en papel brillante y coronada por un lazo sonriente, un día lleno de abrazos, besos y caricias. 

Hace tan sólo unos días cenamos en tu restaurante favorito del otro mar, celebrando estar juntas.

Recorrimos la playa al amanecer agarradas de la mano.

Nos abrazamos con Elur en medio riendo besos y lametones.

Hubo silencios llenos de palabras y miradas que lo explicaban todo.

Y nos volvimos a recordar que lo importante no es cumplir años sino disfrutar de los trescientos sesenta y cinco días que median entre un aniversario y el siguiente. Y celebrar la vida todos y cada uno de los días como el regalo que es.

Amanda, “la que ha de ser amada”.

Nunca pude imaginar que harías honor a tu nombre desde el otro lado del espejo, amando a los demás con la dulzura única que emana de tu corazón.

Naciste para ser amada y has inundado nuestra vida de amor.

Que siga brillando la luz en tu interior, hija mía.

¡Feliz cumpleaños!

Mmmy.

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

 

 

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


julio 2013
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