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Cecilia Casado

A partir de los 50

¿Mi vida y mi futuro dependen del azar?

 

Este post ha dado muchas vueltas en mi cabeza –y en el ordenador- antes de ver la luz. No porque el tema forme parte de una intimidad ardua de compartir sino porque no estoy muy segura de que mis dudas sean positivas en estos momentos. Sin embargo, y por coherencia, veremos si sirve para que alguien pueda extraerle un poco de “juguillo”.

Desde hace varios meses empecé a darle vueltas a la posibilidad de volver a estudiar, aprovechando el Aula de la Experiencia para mayores de 55 años, -cuatro años de Humanidades- en la U.P.V. Sobre todo porque tengo una amiga que se apuntó el año pasado y, cada vez que hablaba del tema con ella, me transmitía una enorme satisfacción por la elección tomada. Así que me informé, supe que reunía las condiciones requeridas para la matriculación y, cuando se abrió el plazo, allí que me fui.

Ofrecen 50 plazas por curso académico, el 20% de las cuales se otorgan directamente a los inscritos de MAYOR EDAD. El resto –esta vez 41- SE SORTEAN entre el resto de inscripciones. Este año, para un total de 65 personas interesadas. 41 entre 65 da un porcentaje con bastantes probabilidades…

La buena suerte es algo que nunca se puede llegar a definir como tal hasta que se toma una perspectiva suficiente. Es decir, “a toro pasado”. ¿Tuve buena suerte casándome con aquel chico inteligente, bueno, guapo y trabajador a los seis meses de conocerle? Todo el mundo me decía que sí, que era afortunada, pero “la suerte” estaba echada y aquello acabó como el rosario de la aurora. Pero aquel matrimonio fallido “tuvo que ser” para que naciera mi amada hija primogénita. Luego, entre “buena y mala suerte” me quedé con el resultado final…que no se demostró como tal sino al cabo de los años.

Otro ejemplo ilustrativo –esta vez de “mala suerte”- podría ser el hecho de que, atormentada mi empresa por la crisis, me propusiera una prejubilación “más o menos forzosa” dejándome en dique seco a una edad en la que estaba todavía llena de fuerza mental y ganas de trabajar. Pero –y aquí entra en juego la alquimia emocional-, aquella situación de aparente descalabro –ver reducidos tus ingresos en un 50% y con una hija en primero de Universidad y siendo la jefa de mi propia familia monoparental- a fuerza de ser trabajada para ver lo positivo que de ella podía derivarse –el regalo de diez años de vida sin el desgaste laboral añadido-, conseguí convertir aquella “mala suerte” en uno de mis mejores hitos vitales.

Ahora tengo mucho que reflexionar sobre el azar que no ha permitido que mi número saliera en el sorteo para volver a estudiar y estar en lista de espera, EXACTAMENTE EN ULTIMO LUGAR. Es decir, he tenido tanta “suerte” como si hubiera salido mi papeleta LA PRIMERA de las 65 totales, puesto que mis posibilidades eran exactamente las mismas que para salir LA ULTIMA, como así ha ocurrido.

Hay concursos o sorteos en los que se van descubriendo los premios de menor a mayor y todo el mundo espera al final, el colofón, “le gros lot”… pues ahí estaba yo, reservándome para la traca final. Y ahí sigo estando: con veintitrés personas delante de mí en una lista de espera que, por lógica –cartesiana o de la otra-, no va a abrir hueco para colocar la última ficha, la mía.

A pesar de estar muy ilusionada en volver a la Universidad, de reconducir mis ganas de aprender, descubrir, estudiar y evolucionar estudiando Humanidades, no me he aferrado a ello. No he sentido una gran decepción al saber que no podré llevar a cabo mi proyecto (al menos el curso 2013-2014).

Pienso y creo firmemente que las cosas siempre tienen una razón de ser, incluso las cosas que se mueven por azar, que ocurren por algo y para algo, aunque en el momento de dilucidarse la encrucijada nos quedemos paralizados viendo que el camino pretendido se ha cerrado para nosotros.

Supongo que tan sólo el tiempo me mostrará las verdaderas razones de este azar que, aparentemente, me ha vuelto la espalda.

En fin.

LaAlquimista

Por si alguien desea contactar:

apartirdeloscincuenta@gmail.com

 

Temas

Filosofía de Vida y Reflexiones. Lo que muchos pensamos dicho en voz alta

Sobre el autor

Hay vida después de los 50, doy fe. Incluso hay VIDA con mayúsculas. Aún queda tiempo para desaprender viejas lecciones y aprender otras nuevas; cambiar de piel o reinventarse, dejarse consumir y RENACER. Que cada cual elija su opción. Hablar de los problemas cotidianos sin tabú alguno es la enseña de este blog; con la colaboración de todos seguiremos creciendo.


julio 2013
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