>

Blogs

Carlos Rilova

El correo de la historia

“No disparen a los historiadores”. Notas sobre el libro “Fracasología”

Por  Carlos Rilova Jericó

He dudado mucho sobre si dedicar este nuevo correo de la Historia al nuevo libro ¿de Historia? de la catedrática de Filología María Elvira Roca Barea. Finalmente me he decidido. Aun sabiendo lo que arriesgo con esta decisión, que no es poco, dado el cada vez más evidente respaldo de cierto sector político que tiene la autora de este libro. Principalmente porque “Fracasología” (que algunos, descartados ya complejos antianglosajnes, parecen querer convertir en éxito de ventas este “Black Friday”) empieza a resultar para los historiadores de carrera un verdadero insulto en el que se nos asigna el papel de pianistas de “Saloon” de película del Oeste. Esos que debían ser protegidos -eso dicen- por un cartel en el que se pedía que no se disparase sobre ellos en los habituales tiroteos.

Veamos los porqués de todo esto. Página a página de “Fracasología” cuando sea necesario.

En conjunto, el gran problema que “Fracasología” plantea a nivel intelectual primero y social después (lo cual es mucho más preocupante), es lo que ya señalaba yo en un correo de la Historia anterior a éste: que es un ensayo que lleva razón en gran parte de lo que critica, pero el planteamiento que hace de cómo combatir esos problemas, es propio de un sector de la Política española actual que, según todos los indicios, desearía que este país se convirtiera en una turba de salvajes y fanáticos. Como bien indicaba el libro “Imperiofilia” del también catedrático -de Filosofía esta vez- José Luis Villacañas. Uno de los más conocidos críticos de María Elvira Roca Barea.

Una usuaria del polémico foro de Internet “Forocoches” ya señalaba esto mismo resumiéndolo castizamente en que Roca Barea le había parecido una “cuñada”, aunque lo que decía sobre el tema de la mala gestión de la Historia de España era cierto.

En efecto, la profesora Roca Barea parece embriagada por el éxito al que le ha proyectado cierto sector político español (ese que nunca se ha distinguido por su finura intelectual y menos frente a la Historia propia). Así las cosas, parece que en “Fracasología” piensa la autora, por lo visto -más aún que en “Imperiofobia” o en alguna de las insufribles entrevistas que le hicieron tras ese éxito- que la Historia de España es un juguete sobre el que desplegar toda una serie de chascarrillos de barra de bar. O, peor todavía, usar esa zalamera táctica para conectar con el que ella parece creer es el auténtico “pueblo” español y endosarle por esa vía un inquietante contrabando intelectual que, sólo para empezar, le dará una visión tan exaltada como falsa de su propia Historia.

Los ejemplos abundan en “Fracasología”. Por ejemplo, en las páginas 30 a 31 nos habla de la Guerra de los Nueve Años (1688-1697) y de cómo fue urdida por los británicos (que ella llama “ingleses”, aunque la unión ya existe de facto) para afianzar en el trono de Londres a Guillermo III de Orange. Esa guerra se presenta como un fiasco para Luis XIV de Borbón, al que ella convierte en bestia negra y origen de muchos de los actuales problemas españoles (esperemos que en Zarzuela tomen buena nota de lo que piensa a ese respecto la autora, a la que se ha llegado a proponer para el Premio Princesa de Asturias). Con eso queda zanjado todo el tema. Con eso y con decir que Guillermo accede al trono tras lo que ella define como “golpe de estado” con el objetivo manifiesto de derrocar al último rey católico de Gran Bretaña. Es decir, Jacobo II Estuardo…

España sólo aparece en esa cuestión para ser presentada como víctima propiciatoria de la artera política de Luis XIV, que con ello pretendía colocar a un embajador en Madrid para variar el testamento de Carlos II y que así España y todas sus posesiones (o la mayor parte) pasasen a manos de la casa Borbón. Algo absolutamente cierto, pero que adolece de otros datos que, quizás, los lectores más entusiastas de la profesora Roca Barea agradecerán saber: tanto en esa guerra de la Liga de Habsburgo como en la anterior desde 1674, el jefe de hecho de las coaliciones contra Luis XIV fue Carlos II.

Exacto, el católico rey de España movía los hilos de esas coaliciones que, curiosamente, si seguimos hasta el final la argumentación de la profesora Roca Barea, se hacían para deponer a reyes católicos como Jacobo II…

Comienzan ahí, pues, las extrañas contradicciones de “Fracasología”. Así la profesora Roca Barea, pese a dedicar las páginas 41 a 47 a rehabilitar la figura de Carlos II como un rey menos desastroso y decadente de lo que se ha estado diciendo demasiados años (encomiable esfuerzo que el correo de la Historia sólo puede aplaudir, pues ya contaba eso mismo en el año 2012) nada dice de esa proyección internacional de la monarquía del presunto rey hechizado y del modo en el que se manejaron, desde ella, los hilos militares y financieros de la Europa coaligada contra Luis XIV. De hecho, en la no muy nutrida bibliografía de “Fracasología” sobre esa más que necesaria revisión del reinado de Carlos II, desaparece misteriosamente Lord Macaulay. Autor básico de referencia sobre la Inglaterra de la época que ella misma trae a colación.

No se me ocurre otra razón para el olvido de tan importante autor en esa parte de “Fracasología” que el hecho de que Lord Macaulay, como historiador, a mediados del siglo XIX -en la muy protestante y altiva Gran Bretaña victoriana- dejó claro que el embajador español, en el Londres de 1688, era quien presidía los consejos de ministros británicos en ausencia del rey, cuando éste estaba de cacería de irlandeses -perfectamente católicos- por las verdes praderas de esa isla. Es decir, que Gran Bretaña, en esas fechas, estaba de hecho gobernada por funcionarios de la corte española…

Algo que como vemos tira por tierra, sin más, los atrabiliarios argumentos de la profesora Roca Barea sobre la Leyenda Negra y otras terribles conspiraciones contra una España que en las páginas de sus libros parece convertirse -otra vez y van…- en esa España mostrenca creada, manu militari, por la victoria franquista de 1939. Aislada pero orgullosa de estarlo por ser la “reserva espiritual de Occidente”. Por mucho que la propia autora, metiéndose en un nuevo recoveco de su laberinto intelectual, critique en la página 355 de su libro dicho régimen como parte de esa “Fracasología”. Incoherencia que, sin duda, desconcertará -con toda la razón- a muchos de los lectores mejor avisados de la autora de “Imperiofobia”.

El resto del libro, a corta diferencia, sigue incurriendo en ese desfile de chirriantes contradicciones. La autora, como bien señalaba José Carlos Mainer en un artículo publicado por “El País”, cae en el adanismo, considerando que, hasta su llegada a las librerías, la Historia del siglo XVIII español no se ha contado bien. O la de la Guerra de Independencia, o la del Desastre del 98… Pero lo más chocante de esta postura es que, pese a las 16 páginas de bibliografía de “Fracasología”, su autora ha caído en notables olvidos de artículos, libros, ciclos de conferencias… que hace tiempo, desde la Historia profesional, ya están diciendo lo que “Fracasología” pretende presentar como un gran descubrimiento. Aunque, como vemos, bastante podado para que cierto discurso político -no precisamente avanzado- sea así introyectado a la sociedad española actual.

De ese modo en “Fracasología” se habla de que los franceses dieciochescos crearon el complejo de inferioridad español y que España, en realidad, fue a remolque de Francia desde 1700. Curioso argumento para quien crítica el Noventayochismo decadentista del Franquismo teniendo en cuenta que, eso mismo que ella dice del siglo XVIII español, es lo que sostuvo la línea oficial franquista. Ignorándolo todo, por ejemplo, sobre los acontecimientos de 1717 a 1721, en los que la España de Felipe V muestra a la Francia de la época que o se cuenta con ella en los términos que ella diga, o Francia acabará por pasarlo muy mal. El siglo XVIII entero, y sus guerras de hegemonía por el continente, son testigos de que el Versalles de Luis XV tomó, en efecto, buena nota del dato en 1719, en 1721, en 1725… Pero, naturalmente, parece ser que a la profesora Roca Barea le importan un bledo esos episodios históricos que desde hace años aparecen recogidos en la Historia de España de Menéndez Pidal o los más concretos que ahora mismo estamos recuperando varios historiadores. Precisamente en Guipúzcoa -como bien sabe ella, manzana de la discordia desde los tiempos de Luis XIV- y con motivo del tricentenario de esos hechos, que tuvieron en esa provincia fronteriza uno de sus principales escenarios.

Otro tanto pasa en “Fracasología” con la cuestión de la Guerra de Independencia. La profesora Roca Barea, ocupada en demostrar que es el “pueblo” -y no su confuso concepto de élite española de la época- quien declara la guerra a Napoleón, incurre en las páginas 169 a 171 de su libro en un lamentable despliegue de ignorancia sobre el bando del 2 de mayo. Por ejemplo, desconoce el artículo de David Martín del Hoyo y Jesús Rodríguez que demuestra que el verdadero autor del famoso bando fue un alto funcionario de la Corte borbónica y no, como ella sostiene, dos humildes “alcaldes de pueblo”. Chocarrero mito -desmontado por esa rigurosa investigación- que ella, sin embargo, da por bueno nada menos que en 2019. Igualmente ignora todo sobre la reorganización administrativa y militar española para hacer frente a la invasión francesa y responder con una monarquía constitucional a la invasión napoleónica.

Así de su bibliografía ha desaparecido, por ejemplo, la obra de Antonio Manzano Lahoz y Luis Gravalos González, donde se daba cuenta -ya en el año 2004- de esa profunda reforma militar, debida a esas élites españolas de 1812 a las que ella da por desaparecidas o contraproducentes. Circunstancias perfectamente históricas sobre las que (desde hace años) no hemos hecho más que abundar -incluso en formatos muy asequibles a través de Internet- muchos historiadores especialistas en el tema. Algo que no parece interesar para nada a la autora de “Fracasología” a la que, por lo visto, sólo le importaría aventar por toda España la idea de que sólo hay tres o cuatro autores (ella la única que realmente importa, por supuesto) que se han dado cuenta de que el país vive sujeto a un “Matrix” progre que ha falseado esa Historia de España que ella -como se ve por detalles así- tan mal conoce o tan retorcidamente falsea de manera deliberada.

Con respecto al 98 ocurre lo mismo, continua la alucinación en “Fracasología” de que todo el Mundo estaba equivocado sobre la cuestión hasta que este libro llegó a abrirnos los ojos. Así, la profesora Roca Barea nada sabe (o si lo sabe lo ignora, lo cual es aún peor) del libro de Agustín R. Rodríguez González “La Guerra del 98. Las campañas de Cuba, Puerto Rico y Filipinas”, publicado en enero de 1998, y donde se daba buena cuenta de la verdadera realidad del país y su fuerza militar en la fecha.

Por supuesto la profesora Roca Barea ni se ha molestado, tampoco, en saber qué estaba haciendo tras el desastre del 98 la élite española que ella confunde con los regeneracionistas y de ese modo se ha obviado en “Fracasología” la lectura de tesis doctorales sobre, por ejemplo, la vida del embajador plenipotenciario español enviado a Londres en 1900 para arreglar la cuestión. Un libro que yo publicaba en 2008 y donde, once años antes de la aparición de “Fracasología”, se dejaba bien claro -a través de la correspondencia entre ese embajador plenipotenciario y el Ministro de Estado español de 1900- que una cosa era el pretendido regeneracionismo y otra la actitud de las élites españolas de la época, que abominaban públicamente del mismo. Deshaciendo el equívoco ante una Gran Bretaña por otra parte bastante amedrentada por lo ocurrido en Cuba y Filipinas…

Estos son, pues, los endebles fundamentos intelectuales en los que se basa “Fracasología”. Un panorama inquietante que lleva a preguntarse, muy en serio, quiénes están jugando -con libros como estos- al aprendiz de brujo con España y los españoles una vez más. Y con qué fin.

Uno que, desde luego, a juzgar por el texto y el contexto de “Fracasología”, no parece ser para ninguno bueno. Como, por ejemplo, el de poner en claro que la Historia de España, en efecto, no es anómala, sino parte fundamental de la de Europa y la del Mundo, pero forjada no a pesar de Francia o Gran Bretaña (como asegura el indocumentado dogma que tratan de imponernos libros como “Fracasología”), sino muchas veces unida o combatiendo a alguna de esas otras dos potencias. Unas que han contado no más que España, sino lo mismo que ella en un interesante baile de alianzas y contraalianzas que, en definitiva, ha recorrido Europa desde hace cinco siglos y que forma nuestra verdadera Historia. La misma que nada tiene que ver, desde luego, con la que falsea ese siniestro juguete que, en definitiva, es “Fracasología”.

Y es que difícilmente se puede decir otra cosa de un libro que sugiere, en su página 431, cosas tales como combatir la actual campaña antiespañola en California no con argumentos intelectuales de altura (de los que, como se ve, disponemos, pese a autores como María Elvira Roca Barea) sino como niños pequeños, respondiendo con el “y tú más” y quitando calles del callejero español dedicadas a Thomas Jefferson…

Un paseo por el pasado

Sobre el autor

Carlos Rilova Jericó es licenciado en Filosofía y Letras (rama de Historia) por la Universidad Autónoma de Madrid y doctor en Historia Contemporánea por la Universidad del País Vasco. Desde el año 1996 hasta la actualidad, ha desarrollado una larga carrera como investigador para distintas entidades -diversos Ayuntamientos, Diputación de Gipuzkoa, Gobierno Vasco, Universidad del País Vasco...- en el campo de la Historia. Ha prestado especial interés a la llamada Historia cultural y social, ahondando en la Historia de los sectores más insignificantes de la sociedad vasca a través de temas como Corso y Piratería, Historia de la Brujería, Historia militar... Ha cultivado también la nueva Historia política y realizado biografías de distintos personajes vascos de cierto relieve, como el mariscal Jauregui, el general Gabriel de Mendizabal, el navegante Manuel de Agote o el astrónomo José Joaquín Ferrer. Es miembro de la Sociedad de Estudios Vascos-Eusko Ikaskuntza


noviembre 2019
MTWTFSS
    123
45678910
11121314151617
18192021222324
252627282930